un ejemplo
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Entrevista a Bushra Begur, madre de la joven pakistaní degollada por el padre en Brescia; La Stampa/lavanguardia, 29-VIII-06.
Cuando vivía en Sarezzo, con la parabólica orientada hacia Pakistán, Bushra Begur no imaginaba que un día la iban a entrevistar tantos periodistas. Bushra Begur tiene un rostro triste y unos ojos que parecen siempre al borde del llanto. Viste un sari marrón, rojo y ocre. Tampoco imaginaba que un día iba a repudiar a su marido. Bushra es la madre de la joven inmigrante pakistaní de 20 años (Hina Salem) que fue degollada por el padre el pasado 11 de agosto cerca de Brescia (Italia). El padre no aceptaba que la hija estuviera enamorada de un italiano y que ésta no accediera al matrimonio concertado con un primo de Pakistán.
Cuando lo detuvieron, el padre de Hina confesó: "La maté porque vivía con un italiano, era puta y no me obedecía". El asesinato contó con la aprobación del tío y de un cuñado de Hina. "No quiero saber nada de él. La culpa de lo que ha sucedido es sólo suya. No puedo perdonarlo, no iré a verlo a la cárcel", ha manifestado Bushra. La suya es la imagen de la desolación. "Hina era mi hija, la quería muchísimo. No era obediente, pero ¿en qué familia no pelean padres e hijos?", explica la madre de Hina, a quien acompañan una amiga de la familia con el sari tradicional y Suleyman, el hijo mayor, con camiseta de marca occidental.
- ¿Cómo era su hija Hina?
- No nos obedecía, no era buena musulmana. Se quedaba muchas veces fuera de casa, no nos decía adónde iba, ni con quién estaba, ni lo que hacía. Nunca sabíamos nada de ella. Pero yo la quería tanto... No quería que ocurriese lo que ha pasado. Aunque teníamos nuestras diferencias en la familia, no matamos a nuestros hijos por esto.
- ¿Peleaban porque Hina vivía con un chico italiano y cristiano?
- No sólo por eso. No conocíamos a su prometido, le habíamos pedido que nos lo presentara. Ni siquiera sabemos si ella se lo había dicho a él. Hina nos decía que así estaba bien, y que aún quería dejar pasar cuatro o cinco años más antes de casarse.
- ¿Qué le habrían dicho usted y su marido al prometido de Hina?
- Queríamos explicarle que era musulmana y él cristiano. No sabía que ocurriría esto.
- ¿Su marido era autoritario?
- Sí, es un hombre muy duro. Pero era un buen marido y un buen padre. Amenazaba con pegarle, pero no directamente. Me lo decía a mí y yo se lo decía a ella. Nunca dijo que la mataría. Lo suyo ha sido un gesto de rabia. Cuando Hina contó a los carabinieri que su padre le pegaba, se lo había inventado todo.
- En casa, cuando su marido mató a Hina, había otros dos parientes...
- Uno vivía allí, el otro era su tío. Estaban en casa, pero lo ayudaron después. No sé qué pasó, yo estaba en Pakistán.
- Hina no quiso ir con usted a Pakistán, decía que si iba, la habría obligado a casarse con un primo que no conocía en un matrimonio de conveniencia.
- Mi hija lo conocía, cuatro años antes se había comprometido y había dicho que se casaría con él. Pero cuando llegó a Italia cambió de idea.
- ¿Se equivocó al educarla?
- He hecho de todo para hacerla volver a casa con nosotros, para educarla. Cuando venía a nuestra casa estaba contenta. Después llamaba a su novio italiano, se ponía a llorar y volvía con él.
- ¿Cómo ve su futuro?
- No lo sé, estoy confusa. No perdono a mi marido, no iré a verlo a la cárcel. Ahora sólo pienso en recuperar el cuerpo de mi hija. Cuando nos den la autorización celebraremos un funeral aquí y otro en Pakistán, donde queremos llevarla. Después regresaremos todos a Italia, nos quedaremos aquí.
- ¿Cuál es el último recuerdo de su hija?
- El día que nos marchamos, Hina estaba en el coche conmigo. Lloraba. Le dije: "Puedes venir con nosotros...".
- Y usted, Suleyman, ahora que su padre ha sido arrestado, ¿qué piensa hacer?
- Trabajar. Tenemos que buscar una casa. La que teníamos está requisada, queríamos venderla y comprar una más grande porque aquella era demasiado pequeña. Tampoco yo iré a ver a mi padre a la cárcel.