India: un imperio para maņana

India: un imperio para mañana

Sanjay Peters, nacido en India, es profesor de Economía en Esade.
LV, 1-II-2004.

India se ha convertido en uno de esos mercados emergentes que cuestionan la dominación del viejo mundo industrializado. Su despertar se debe principalmente a la aceleración del programa de liberalización económica iniciado en 1991, tras casi 40 años de política autárquica.

Desde 1991, el Gobierno indio ha renunciado a practicar la microgestión y aunque la privatización está progresando muy lentamente, se ha avanzado en la desregulación de la generación de energía, la telefonía móvil y el desarrollo de infraestructuras. El índice bursátil Sensex se ha incrementado en un 75% en los últimos ocho meses y la rupia ha alcanzado su máxima valoración de los últimos tres años.

Según Goldman Sachs, India es la economía que ha experimentado el crecimiento más rápido de las cuatro economías “BRIC” (Brasil, Rusia, India y China) y, según sus expectativas, dentro de 50 años será la tercera potencia económica, tras Estados Unidos y China. De hecho, India presenta una modesta dependencia de las exportaciones de productos industriales y presta una especial atención al aumento del consumo doméstico, dos políticas que cada vez se consideran más adecuadas en un mundo en que los exportadores se enfrentan a una dura competencia.

Importantes sectores empresariales de India empiezan a ser competitivos a escala internacional, y varias de estas empresas pertenecen a los sectores industriales más punteros, basados en el conocimiento. Infosys, Wipro, Ranbaxy, Dr. Reddy's Lab y Tata pertenecen a este grupo de empresas líderes en el mundo. Cabe decirse que si China es la primera beneficiaria de los procesos de externalización de las empresas occidentales en materia de bienes, India lo es en los servicios.

En el 2002, el Forbes 200 incluía a 13 empresas indias y sólo a cuatro de China. Un estudio sobre 25 economías de mercados emergentes realizado por Crédit Lyonnais sitúa a India en 6.º lugar en lo referente a “corporate governance”, mientras que China ocupaba el 19.º puesto. Esto demuestra que en el plano macroeconómico, China todavía es una economía líder, pero en el plano microeconómico las cosas son muy distintas, e India muestra un mayor dinamismo y estabilidad.

Confiando sobre todo en el crecimiento orgánico, India utiliza mejor sus recursos. A ello contribuye, en gran medida, el hecho de que los salarios de sus trabajadores calificados es diez veces inferior al de Europa y al de EE.UU. Sin duda, los inversores nacionales y extranjeros han tomado nota del clima económico de India en los últimos cinco años.

Las empresas indias de componentes del automóvil generaron 5.100 millones de dólares en producción entre el 2002 y el 2003. Además, los principales fabricantes extranjeros de automóviles tienen centros de producción en India. Las empresas establecen filiales en India para beneficiarse de la mayor oferta de ingenieros cualificados y de los bajos índices salariales. Por su parte, las empresas indias han adquirido 31 empresas extranjeras en los ocho primeros meses del 2003, claro indicio de su creciente poder adquisitivo y de sus ambiciones globales. También están los servicios de atención telefónica para bancos, inmobiliarias, servicios ferroviarios y tecnologías de la información, y la subcontratación de trabajo técnico de oficina más intensivo, que ofrecen un buen servicio a las empresas extranjeras.

En cuanto a multinacionales españolas, se dan condiciones favorables para la inversión en telecomunicaciones, el sector químico, la industria de componentes del automóvil y procesado de alimentos. En estas áreas, España todavía posee una ventaja comparativa, pero las pymes pueden beneficiarse de joint ventures con empresas indias de tecnologías intermedias. El principal beneficio sería poder acceder a un gran mercado interior, además de proveer mercados extranjeros.

Aunque la clase media india no se acerca a los cálculos de la banca extranjera y las empresas de seguros a principios de los noventa (300 o 400 millones), está creciendo rápidamente. La cifra actual está en unos 150 millones de personas.

Un indicador del crecimiento masivo de la base de consumidores de India es el incremento de usuarios de teléfonos móviles: el número de contratos crece en más de 1 millón cada mes, casi una quinta parte de la demanda global. Y se prevé que a finales del 2005 habrá más de 100 millones de móviles en India (20 millones en la actualidad). El potencial de crecimiento en este sector no tiene límites. Otro indicador de riqueza es el aumento de las hipotecas (cerca del 30% anual), y no parece haber indicios de descenso en el futuro previsible. Ahora bien, estos avances de la economía no eximen a India de serias deficiencias.

El déficit fiscal indio es de un 11% del PIB, lo que hace que sea muy difícil conseguir préstamos para las pequeñas empresas. Los créditos son lentos, debido al bloqueo del Gobierno a los mercados de capital. La financiación de capital riesgo es, hasta la fecha, escasa.

En el 2001, India ocupaba el puesto 58.º del mundo en cuanto a rendimiento económico y sólo dedicaba un 29,2% del PIB a préstamos al sector privado. A pesar del fuerte rendimiento económico registrado desde los noventa, el empleo ha aumentado menos de un 1% en los últimos 5 años, y más del 60% de la población activa de India (405 millones) se gana la vida en condiciones casi de subsistencia.

Hasta el momento, India no ha atraído mucha inversión directa: tiene una política de altos aranceles, pesados procedimientos administrativos, rígidas normas laborales y débiles infraestructuras físicas (especialmente de energía, puertos y transportes). Los costes laborales y los derechos aduaneros también son más elevados en India que en China, aunque todo esto no le ha impedido mejorar rápidamente. Por otra parte, las elecciones generales, en octubre del 2004, plantean incertidumbres y riesgos para los inversores, sobre todo si el moderado Atal Bihar Vajpayee es desbancado por un líder nacionalista fundamentalista hindú de línea dura.

Los principales puntos fuertes de India son: el inglés hablado entre la comunidad empresarial; la gran comprensión cultural del mundo occidental; las reformas en el sistema bancario; la posible mejora de la gestión de las finanzas públicas, y el acceso de las instituciones financieras extranjeras al mercado interior. Finalmente, las reformas económicas son realizadas por emprendedores del país, más que por el propio Gobierno central o debidas a las presiones de instituciones de préstamo internacionales, como el FMI.

¿Se puede mantener un crecimiento sostenido del 7-8% durante la próxima década? Para ello, hay que mejorar las infraestructuras físicas, reducir las restricciones administrativas y controlar el déficit fiscal. A pesar de las tensiones religiosas internas y el actual conflicto fronterizo con Pakistán sobre Cachemira, India presenta unas condiciones políticas suficientemente estables para un excelente crecimiento económico.

Sin duda, el hecho de que el crecimiento anual de India sea sólo un 20% inferior al de China es un logro destacable. Si bien la diáspora india no puede compararse con la china en lo relativo a capital de inversión, sí puede ofrecer mayor capital intelectual, un factor todavía más valioso. China ha ganado la carrera para convertirse en la fábrica del mundo pero, gracias a su diáspora, India tiene el potencial de convertirse en el centro mundial de la tecnología. Los inversores extranjeros han de reconocer y aprovechar las estructuras institucionales estables que India está ofreciendo a través de sus continuadas reformas.