´por qué la UE debe decir sí a Turquía´, The Economist

por qué la UE debe decir sí a Turquía

The Economist
, Londres, 18/IX/2004 (LV, 20-IX-04)


Turquía es diferente en relación a los países ex comunistas de Europa en cuatro aspectos clave: es un país muy amplio, es muy pobre, no todo el país forma parte de Europa y es musulmán. La decisión de negociar la entrada de Turquía comporta riesgos para la UE. Comencemos por el tamaño. Turquía ya tiene 71 millones de habitantes. Dentro de 15 años sobrepasará a Alemania como estado más grande, con mayor capacidad de voto en Bruselas y con el bloque nacional más importante en el Parlamento Europeo. No obstante, sólo contará con el 15% del total de la población europea y será uno de los 28 o 30 países, una posición difícil para tener capacidad decisoria. No es lógico cerrar el paso a un país porque es grande: podría argumentarse que en la UE existen muchos países pequeños.

La pobreza es durísima. La perspepectiva de tener que hacer grandes transferencias de dinero a Turquía ya hace palidecer a los ministros de Finanzas de Europa. Es improbable que Turquía pase a formar parte de la UE antes de 10 años. Habrá una larga transición antes de que la mano de obra se mueva libremente. La próxima cuestión es si Turquía es Europa. Los tratados de la UE son ambiguos sobre las fronteras de la Unión. Bruselas reconoció en 1963 que Turquía era suficientemente europea para ser candidata algún día. Lo que nos lleva a la cuarta y mayor de las preocupaciones: el islam. La UE no es un club cristiano. Unos 12 millones de ciudadanos de la UE ya son musulmanes y los artículos fundacionales de la UE incluyen respeto por la libertad religiosa. Desde Ataturk, los sucesivos gobiernos turcos han sido seculares. En cuanto a las credenciales democráticas de Turquía, a pesar de que fueron manchadas en el pasado, ahora parecen más fuertes que las de algunos países admitidos en la UE: los medios de comunicación son libres, en el Parlamento hay debates ruidosos y abiertos y el partido de Erdogan fue elegido por una gran mayoría en el 2002.

La cuestión sobrepasa con creces a Turquía. EE.UU. y sus aliados están fomentando la democracia liberal en Oriente Medio. Si ahora la UE vuelve la espalda a Turquía, no sólo estarán amenazadas las reformas en el país, sino que será interpretado en el mundo musulmán como un golpe al islam. Por el contrario, si Turquía forma parte del club europeo, podría servir de guía a otros países musulmanes que están pisando, con cautela, la senda de la libertad y la democracia.