a vueltas con el genocidio armenio
a vueltas con el genocidio armenio
La reciente concesión del Premio Nobel de Literatura a Orhan Pamuk y la aprobación de la penalización, por parte del legislativo francés, del negacionismo del Holocausto armenio vuelven a poner de actualidad una cuestión “olvidada” por la historia y obviada, salvo honrosas excepciones, por los turcos.
El ejecutivo turco, en un hecho que desde luego no le honra ni le llena de gloria, ya ha puesto el grito en el cielo y, desde luego, no ha mostrado una actitud muy europea que se diga, pues ha amenazado con sanciones económicas a las empresas galas y con un inminente deterioro en las relaciones políticas con París si no cesan las “hostilidades”.
¿Cómo es posible que a estas alturas todavía se puede seguir empeñado en negar lo sucedido y ocultar lo que no fue más que una lamentable operación de limpieza étnica?
LAS CIFRAS DEL HORROR
Se calcula que entre 1915 y 1921, aunque algunas fuentes incluso sitúan un poco antes y después las fechas de esta matanza, entre 1,5 y 2 millones de armenios fueron asesinados por las fuerzas de seguridad y el ejército turco, aunque sin olvidar que numerosos civiles participaron en las partidas armadas que con palos, cuchillos, inclusos hachas y armas de fuego persiguieron a las personas de esta etnia y las dieron muerte.
En la gran mayoría, como ocurriría después con los judíos asesinados por Hitler, eran civiles indefensos, mujeres, niños y ancianos que trataban de huir de la barbarie desatada por los turcos. Los armenios, al igual que los judíos después, fueron acusados por los turcos de estar con el enemigo y de simpatizar con aquellos que pretendían destruir Turquía. Se les acusaba de “agentes rusos” y, por ello, pagaron con sus vidas. Hitler después pondría como “buen ejemplo” de genocidio a esta brutal campaña de exterminio masivo.
TURQUÍA CENSURA EL RECUERDO
Sostener que el Holocausto armenio ocurrió es un delito en Turquía que puede acarrear la cárcel, severas penas económicas y la condena al ostracismo, cuando no el desprecio, en la sociedad turca. Una periodista del conocido medio Turkish Daily News llegó a asegurarme, en una reciente entrevista, que muchos intelectuales y comunicadores todavía tenían miedo a hablar abiertamente acerca de estas cuestiones tan “delicadas” en Turquía.
Ya han sido procesados algunos informadores y escritores. Pero también se han producido numerosos ataques de grupos ultraderechistas, algunos incluso con resultado de muerte, contra periodistas, abogados y activistas vinculados a la libertad de expresión y la promoción de los derechos humanos en Turquía.
Actos violentos que nunca han sido esclarecidos y que, en general, dada la conexión de estos grupos con las fuerzas de seguridad, gozan de la impunidad total. Los grupos de derechos humanos y Amnistía Internacional han denunciado en repetidas ocasiones estas prácticas y han tenido poco éxito en sus demandas frente a la implacable administración turca.
EN DEFENSA DE LOS VALORES EUROPEOS
Sin embargo, ahora que tanto se habla de la europeidad de Turquía y de la necesidad de adecuarse a los ritmos que marca Bruselas para la adhesión de este país a la Unión Europea (UE), no estaría de más que el gobierno de Ankara tuviera el valor moral –el mismo de la Alemania de la posguerra- de reconocer unos hechos suficientemente documentados y conocidos por los historiadores. Al igual que negar el Holocausto judío o la Shoa es un delito en muchos países, obviar, relativizar e incluso negar el genocidio armenio es un dislate absoluto en el mundo de hoy.
Los dirigentes europeos, siempre tan cobardes a la hora de decir las cosas claras a los líderes turcos, porque prima más el negocio en una gran mercado que los derechos humanos, deberían ser más rotundos y contundentes a la hora de defender los valores democráticos de Europa frente Ankara, pues esos principios constituyen la esencia y el espíritu de lo que es el proyecto europeo.
Sin valores ni principios morales firmes en la defensa de la democracia ni hay ni puede haber Europa. El “barco” europeo sin esos fundamentos queda sin contenido, un cascarón vacío en un mundo a la deriva y en caos donde reina la mentira y la cobardía moral frente a la injusticia.
SIN MEMORIA, NO HAY JUSTICIA
Termino con unas palabras del profesor y pensador Reyes Mate, quien al recoger algunas ideas de los filósofos Walter Benjamín y Max Horkheimer, afirma que “sin memoria no hay justicia porque el olvido ataca, destruye y disuelve la verdad y la existencia de la injusticia”.
La especie humana avanza olvidando, por eso la injusticia se repite”. Negar hoy el Holocausto armenio, una tragedia de la que dejaron constancia desde el lúcido Antonio Gramsci hasta el historiador Arnold Tonybee, es volver al “mal radical” del que hablaba Hannah Arendt en sus primeros escritos, pues este “olvido” es fruto de una acción reflexiva, voluntaria y decidida por borrar las huellas de lo realmente evidente.
infomedio, 17-X-06