Una fuerte ofensiva ultraconservadora auspiciada por el Vaticano contra la ley de aborto, reavivó el debate político con vistas a las elecciones en Italia. Desde una campaña pública que pide una moratoria (usando como argumento una similar aprobada en la ONU por la pena de muerte), hasta un documento firmado por médicos de las clínicas universitarias romanas llamando a aplicar terapias intensivas a aquellos fetos que presenten signos de vida tras la interrupción del embarazo. Voces y matices de una polémica sin fecha de vencimiento.
Un teléfono suena. Una llamada anónima alerta. La policía pronta, la justicia también, a allanar una clínica donde se está interrumpiendo un embarazo. La noticia llega a los medios. Los conservadores se horrorizan. La Iglesia se pronuncia por 'la vida, desde la concepción hasta la muerte natural'. Y la discusión sobre el derecho adquirido de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos se somete nuevamente a discusión, como hace 30 años atrás.
Este parece ser el modelo con el que la nueva Iglesia de Ratzinger ha decidido intervenir, o mejor dicho, meter la cola en la política. Ya no son reflexiones filosóficas ni sugerencias morales, son propuestas políticas. Tanto en España como en Italia, la apuesta se redobla con vista a las elecciones del 9 de marzo, y del 13 y 14 de abril, respectivamente.
El problema de tener al Vaticano de vecino
A mediados de febrero, y en medio de la fuerte ofensiva del Vaticano contra la ley que hace 30 años legalizó en Italia la interrupción voluntaria del embarazo, la policía irrumpió en un hospital público napolitano donde una mujer acababa de someterse a un aborto y secuestró el feto.
Si bien en un principio la policía pensó que se había practicado un aborto ilegal finalmente se constató que la práctica estaba en el marco de lo legal, decidido luego de que un estudio prenatal (amniocentesis) indicara que el feto padecía enfermedades que podían determinar graves malformaciones.
Si bien lo escandaloso del allanamiento es ahora materia de investigación sumaria y judicial, el caso reavivó la polémica sobre si hay que modificar, o no, la ley 194 que el 22 de mayo de 1978 reguló la tutela de la maternidad y la interrupción voluntaria del embarazo. En este contexto, la ministra de Salud Livia Turco, denunció que ha 'comenzado una caza de brujas' en Italia. Y consideró que la irrupción de la policía 'es el reflejo de un clima de tensión inaceptable que se ha creado en torno a una de las decisiones más dramáticas para una mujer, como la de renunciar a la maternidad' (La Nación, 14 de febrero).
El caso produjo fuertes reacciones porque los sectores laicos italianos acusan a la Iglesia de movilizar grupos católicos para conseguir cambios en la legislación, mientras que los sectores antiabortistas sostienen que no quieren cambiar la Ley 194, sino aplicarla con más rigor.
Una semana antes, dos hechos habían orientado el debate público. Uno, un llamamiento realizado por médicos de las clínicas universitarias a toda la comunidad galena para aplicar terapias intensivas a aquellos fetos que presenten signos de vida tras la interrupción del embarazo, incluso aunque los padres estén en contra.
El otro, una campaña pública lanzada por Giuliano Ferrara, director del diario Il Foglio (http://www.ilfoglio.it/), para que se establezca una moratoria contra el aborto. La propuesta de Ferrara es revisar la ley 194, tras la aprobación en la ONU de una moratoria sobre la pena de muerte, ya que Ferrara sostiene que el aborto representa también una condena a muerte: 'la aplicación de la pena capital a un ser indefenso'.
Es que Italia tuvo un papel decisivo por la moratoria de la pena de muerte en el mundo, sobre todo con su voto en diciembre de 2007 para su aprobación en la ONU. Pero este empeño humanitario y unánime, ha sido utilizado ahora como argumento oportuno para desencadenar una campaña contra la ley sobre el aborto.
Ferrara, a quien el escritor italiano Antonio Tabucchi denominó el 'verdadero ideólogo' de Berlusconi, sostiene que en los últimos 30 años se han hecho 1.000 millones de abortos en el mundo, y que 'en Asia peligra el equilibrio demográfico debido a un infanticidio masivo de magnitud épica'. Así en la página del periódico que dirige, invita a los progresistas a abandonar las fórmulas y aceptar una discusión honesta sobre el tema: '¿por qué 'la 194 no se toca'? desafía (http://www.ilfoglio.it/soloqui/13).
Según la ley 194/1978, el aborto es legal en Italia siempre que el embarazo afecte a la salud de la madre, durante los primeros 90 días en caso de malformación del feto, y en el cuarto mes cuando peligre la salud física y mental de la madre.
El aborto, caballito de campaña
Así el tema del aborto se convirtió en el más polémico de la campaña electoral. Mientras el líder conservador Berlusconi (PDL- Partido de la Libertad) sumó las iniciativas de introducir voluntarios del Movimiento para la Vida en los centros de planificación familiar para que se dediquen a convencer a las mujeres que llegan allí de no abortar, y de revisar la ley 194, el ex dirigente comunista Ferrara decidió presentarse con una lista propia llamada Pro Vida haciendo campaña exclusivamente bajo el lema 'Aborto-No gracias'.
Del otro lado del ring electoral se encuentra el Partido Democrático (PD) con Walter Veltroni a la cabeza, que poco a poco reduce su desventaja en los sondeos (solo a 10 puntos de Berlusconi), sobre todo ahora que logró aliarse con el Partido Radical (de esencia liberal). Estos últimos piden modificar la ley en el sentido opuesto: 'es inaceptable que el aborto en Italia sea estatal -dicen -, además consideramos absurdo que, en algunas estructuras, todos los médicos sean objetores de conciencia y obliguen las mujeres a viajar a otras ciudades o hasta a recurrir al aborto clandestino'.
Mientras el líder del PDL ha decidido hacer una campaña pausada y de perfil bajo, ya que dijo 'Veltroni es el que tiene que correr, no nosotros', su adversario prosigue su particular giro en autobús ecológico y toca un puerto diferente cada dos días; acepta apariciones en televisión; pide debates cara a cara, arenga a sus bases en los mítines, bromea en todo momento y sueña con rejuvenecer Italia. 'En el país hay una gran inquietud hacia lo nuevo, cada cosa que nace nos da miedo, hay un espíritu de conservación que es el demonio, pero el país debe liberarse de él porque necesita renovación' dijo hace poco públicamente.
Una regresión cultural
En una reciente entrevista publicada por Il Manifesto (diario de izquierda italiano), el jurista italiano Stefano Rodotá analogó la 'moratoria' respecto al aborto propuesta por Ferrara con la paralización preelectoral por parte del PSOE de la reforma progresiva de la ley del aborto en España. 'Es síntoma de la grave regresión cultural y política que estamos viviendo', afirma. (…) 'La mujer ha desaparecido de esta discusión, convirtiéndose simplemente en el objeto de máquinas de disuasión despachadas por políticas de prevención. Lo que se trata de apoyar -por ejemplo, metiendo también a psiquiatras en los comités médicos encargados de valorar las peticiones de aborto- es el supuesto de que la mujer carece de autonomía de juicio, capacidad de decisión responsable. La prevención se entiende, pues, como política de disuasión, más que como información sobre la contracepción, incluida la píldora del día siguiente -a la que se demoniza-, y sobre la disponibilidad de los servicios sociales adecuados para las mujeres madres. Con esa política de disuasión se llegó, en otros tiempos, a la aberración de proponer un premio para las mujeres que renuncien a la interrupción del embarazo. Una de las cosas más horribles para una sociedad: comprar un chiquillo, sin preocuparse del drama psicológico y social que eso genera'.
28-II-08, argenpress