Los orígenes del fundamentalismo en el judaísmo, el cristianismo y el islam
Karen Armstrong
Tusquets; 532 pgs; 24 euros.
El miedo es el origen de todo fanatismo y fundamentalismo y, ante el miedo, los argumentos valen poco. Más útil es entender el origen de ese miedo.
Tal es la tarea que aborda Karen Armstrong (Birmingham, 1945) en Los orígenes del fundamentalismo en el judaísmo, el cristianismo y el islam, una obra amena, rica en detalles psicológicos e históricos, narrativamente ágil, solidaria y ecuánime con los tres monoteísmos y con la modernidad, consciente de los desafíos existenciales tras la muerte de Dios y llena de sorpresas para quien no sea experto en este abanico de temas. Como Armstrong argumenta reiteradamente, el fundamentalismo es un fenómeno moderno (por más que tenga un precursor en la Inquisición, contemporánea de la revolución científica y de los albores del Estado-nación): es una reacción contra la expansión de la modernidad (que lleva a muchos musulmanes, por ejemplo, a sentirse extranjeros en su propio país)que le responde con sus propias armas y que precisamente por intentar racionalizar la comprensión mítica del mundo la convierte en un monstruo: se pierde el oído para la polisemia, la alegoría y la metáfora, y queda la lectura literal, férrea, fría y fuera de contexto (el fundamentalismo es pésima hermenéutica). La violencia del fundamentalismo islámico ya la conocemos a fondo. Sin embargo, el fundamentalismo nace en Estados Unidos (el término fundamentalist se empieza a usar, elogiosamente, en 1920) y allí su poder mediático y político no han cesado de aumentar. Entre sus brotes más exóticos se halla el grupo Reconstruction, que a fin de reconstruir el mundo como Dios manda (versión literalista del Antiguo Testamento) pide la reinstauración de la esclavitud, la ejecución de las mujeres solteras que no sean castas y de los homosexuales, adúlteros, astrólogos, apóstatas, etcétera, y la lapidación de los hijos desobedientes. Por su parte, entre las fantasías apocalípticas del fundamentalismo judío destaca la de un grupo que aspiraba a desencadenar una hecatombe nuclear para forzar la intervención de Dios en su favor. El libro es pues, también,un recorrido por tenebrosos abismos del alma humana, pero ayudaa digerir el dolor y el horror al acercarnos a los temores de los que el fundamentalismo surge: persecuciones étnicas, opresión política, vacío existencial... Iniciativas como la alianza de civilizaciones propugnada por Rodríguez Zapatero serán imprescindibles para afrontar las teologías y políticas del odio que azotan crecientemente al mundo.
Jordi Pigem, LV/culturas, 30-III-2005.