El Dalai Lama transmitió a Carla Bruni y Bernard Kouchner su convicción de que "el camino de la democracia es la única solución para China y para Tíbet", en palabras de su consejero e intérprete Matthieu Ricard, quien añadió que una "cierta forma de represión extremadamente brutal continúa reinando (en Tíbet) en paralelo a los Juegos Olímpicos". El mismo Dalai Lama, en una entrevista en Le Monde, ha insistido esta semana en que la represión persiste, y dijo que si China quiere ser una superpotencia respetable "debe reencontrar una autoridad moral".
Las puertas del Elíseo no se han abierto esta vez para el Dalai Lama. El guía espiritual y político de Tíbet en el exilio, que ha permanecido durante dos semanas de visita en Francia, tuvo que contentarse ayer con un contacto privado con la esposa del presidente de la República, Carla Bruni, y el ministro de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, tras la inauguración de un templo budista en Roqueredonde (Languedoc-Rosellón). Nicolas Sarkozy, en contra de lo que él mismo había sugerido y a diferencia de lo que han hecho otros dirigentes occidentales - como la canciller alemana, Angela Merkel-, ha optado por no recibir al líder tibetano con el fin de no irritar más a las autoridades chinas, ya descontentas con el accidentado paso de la llama olímpica por París, el pasado mes de abril.
"Si hubiera venido con una agenda política precisa, de encuentros con responsables políticos y gubernamentales, entonces habría razones para estar ampliamente decepcionado", comentó el propio Dalai Lama en una entrevista publicada la víspera por el diario Le Monde.Pero no ha habido tal agenda - y no porque sí- y la visita se ha circunscrito en todo momento a los asuntos espirituales. Sólo los encuentros de ayer - discretamente, a puerta cerrada- y el que mantuvo el pasado domingo con la ex candidata socialista al Elíseo, Ségolène Royal, tuvieron acento político.
Pekín había amenazado a principios de julio a París con represalias económicas - "consecuencias graves", en palabras del embajador chino, Kong Quan- si el Dalai Lama era recibido oficialmente en el Elíseo. "No le corresponde a China fijar mi agenda y mis citas", respondió Nicolas Sarkozy, sin precisar en ese momento cuál era su intención y cuidándose de asumir ningún compromiso.
Lo cierto es que al final, el presidente francés - que había amagado incluso con boicotear la inauguración de los Juegos Olímpicos-, ha acabado amoldándose a las exigencias del pragmatismo. El accidentado desfile de la llama olímpica de Pekín por París en abril levantó airadas protestas en China y un inicio de boicot a los productos franceses que afectó particularmente a la cadena de hipermercados Carrefour. No era cuestión de que se repitiera un conflicto similar, y menos en plenos Juegos Olímpicos.
Nicolas Sarkozy, que posiblemente reciba al Dalai Lama más adelante, optó finalmente por cumplimentar al líder tibetano a través de su esposa, Carla Bruni, y del titular del Quai d´Orsay, Bernard Kouchner - acompañado por la secretaria de Estado de Derechos Humanos, Rama Yade-, que mantuvieron ayer un encuentro con el Dalai Lama de carácter privado al término de un acto religioso: la inauguración del templo budista de Lérab Ling , a la que asistieron dos mil personas.
El líder espiritual recibió a sus tres ilustres invitados poniéndoles alrededor del cuello la kata,el tradicional echarpe blanco tibetano, en signo de bienvenida. Al término del encuentro, discreción total. Sólo Kouchner afirmó, sucintamente, que "el Dalai Lama es siempre bienvenido en Francia".
23-VIII-08, Ll. Uría, lavanguardia