Tras una asamblea del exilio tibetano en Dharamsala (India), el Dalai Lama descartó que vaya a retirarse. "Estoy comprometido hasta la muerte", sostuvo. Asimismo, el líder tibetano aseguró que su "confianza en el pueblo chino nunca ha flaqueado".
A pesar del fracaso de las últimas negociaciones con China y de lo agotadas que parecen sus demandas de autonomía para el Tíbet, el Dalai Lama sigue contando con el apoyo incondicional de sus seguidores. Así lo ha puesto de manifiesto la reunión que han mantenido esta semana más de medio millar de delegados tibetanos en la ciudad india de Dharamsala, donde permanece exiliado el “Océano de Sabiduría” junto a su Gobierno desde que huyeran de China en 1959.
Durante la presentación de las conclusiones al término de este cónclave, el portavoz del Parlamento en el exilio, Karma Chophel, aseguró hoy que “deseamos seguir profundizando en la “vía intermedia” auspiciada por el Dalai Lama”, respaldando así el discurso de la máxima autoridad política y religiosa del budismo. Consciente de que el auge internacional de China merma las aspiraciones soberanistas del pueblo tibetano, el Dalai Lama ha moderado sus reivindicaciones y ya no exige la independencia de esta región china enclavada en el Himalaya, sino un mayor grado de autonomía que garantice el respeto a la tradición cultural autóctona, la libertad de culto y el fin de la represión contra los disidentes.
Sin embargo, sus propuestas no han encontrado respuesta por parte del régimen comunista de Pekín, con el que sus emisarios han mantenido ocho rondas de conversaciones desde 2002. Seguro de su fuerza, sobre todo tras el aplastamiento de la revuelta tibetana que estalló el pasado mes de marzo, el autoritario Gobierno chino ha rechazado cualquier fórmula política distinta a la actual, amparada legalmente por su Constitución. En un gesto de cara a la galería internacional, el periódico oficial en inglés, “China Daily”, volvía a cargar el pasado viernes en un editorial contra la “vía intermedia” propugnada por el Dalai Lama, a la que acusaba de ser “una expresión desnuda de la independencia del Tíbet que tiene como objetivo extender una despreciable conspiración contra el curso de la Historia”.
Y es que China insiste en que el Tíbet ha formado parte de su territorio durante los últimos 700 años, cada vez que sus distintos imperios eran lo suficientemente fuertes como para controlar esta vasta región del “techo del mundo” de 1,2 millones de kilómetros cuadrados y donde sólo viven 2,7 millones de personas.
Frente a dicho argumento, los separatistas esgrimen sus diferencias culturales con los Han, la etnia mayoritaria de China y que ha colonizado la zona, y recuerdan que el Tíbet vivió una independencia de hecho desde la caída de la última dinastía imperial Qing en 1911 hasta la ocupación por parte de las tropas comunistas de Mao Zedong en 1950.
A la vista de la falta de resultados logrados por el popular Dalai Lama, que cuenta con la simpatía de la comunidad internacional y fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1989, los sectores más combativos del exilio tibetano habían abogado por radicalizar el discurso independentista para presionar a Pekín. Así lo habían planteado organizaciones como el Congreso de la Juventud Tibetana o Estudiantes por un Tíbet Libre, que han sido tildadas de terroristas por el Gobierno chino por querer sustituir el pacifismo y la compasión que caracterizan a este movimiento por campañas de desobediencia civil y hasta la utilización de ciertas dosis de violencia en forma de actos de sabotaje.
Aunque sus tesis no han triunfado en este encuentro, una reciente encuesta entre 17.000 tibetanos en el exilio reflejaba que más de 5.000 consultados pedían un cambio de la “vía intermedia” y sólo 2.000 la respaldaban, mientras que 8.000 apoyaban cualquier decisión que tomara el venerado Dalai Lama. Como era de esperar debido a la religiosidad de la sociedad tibetana, la posición de Su Santidad se ha visto reforzada a pesar de sus 73 años y de que aún encuentra recuperándose de una operación a la que fue sometido en verano.
Los tibetanos en el exilio continuarán, por tanto, abogando por la fórmula de la “vía intermedia” y la autonomía, pero dejarán de mantener contactos con China hasta que “demuestre tener una voluntad negociadora seria”.
22-XI-08, Pablo M. Díez, abc