Ha fallecido Samuel P. Huntington, autor de la obra Choque de civilizaciones,mientras arrecian los ataques de las fuerzas israelíes sobre la franja de Gaza, territorio palestino bajo control del movimiento radical Hamas, cuya actividad terrorista es sostenida, entre otros, por el régimen iraní. El conflicto que enfrenta a israelíes y palestinos desde hace más de medio siglo puede leerse a la manera clásica, como una lucha trágica de dos naciones en un territorio pequeño, dos sueños en disputa por un mismo suelo. Pero no lo diríamos todo si no añadiéramos algo más. Desde los años ochenta, a raíz de la influencia de la revolución fundamentalista en Irán y los grupos de reislamización de base en varios países, se superpone otro esquema al drama de Oriente Medio: el del choque de civilizaciones. Que los neoconservadores norteamericanos bebieran de Huntington en su día no quita ni añade verdad a esta realidad empíricamente comprobable. El extremismo islamista, político y/ o armado, busca en cada acción el choque de civilizaciones, lo explota, lo justifica, lo ensancha y lo transforma en su razón de ser. Fuera del seguimiento estricto y literal de la ley divina en todos los órdenes de la vida, los radicales islamistas sólo ven infieles que merecen castigo. El mundo moderno aparece como un error que combatir. La democracia, el pluralismo, la libertad individual y la supremacía de la ley civil son la quintaesencia del pecado.
El presidente palestino, Mahmud Abas, ha recordado que la respuesta de las fuerzas armadas israelíes se ha producido porque Hamas ha roto la tregua. Las localidades del sur de Israel llevan mucho tiempo soportando el lanzamiento, desde Gaza, de cohetes Qasam (se ha llegado a los 70 al día), morteros y algunos misiles Grad. Los líderes de Hamas, que siguen propugnando la destrucción de Israel y se niegan a cualquier negociación, buscan con ahínco aparecer como víctimas, aun a costa de poner en peligro a toda la población de Gaza, para desplazar así al moderado Abas y su partido Al Fatah, que controla Cisjordania. Mientras, y como nos informaba Cymerman recientemente, Hamas no ha dudado en aprobar leyes inspiradas en la lectura integrista del islam que aplicará sobre el millón y medio de personas que viven en la franja. Al que robe le cortarán la mano, y al que beba alcohol en la calle le caerán tres meses de cárcel. La suerte de las mujeres, en caso de ser acusadas de adulterio, es descriptible. Implantar en Gaza un régimen islamista contra la visión laica y prooccidental de Abas es puro choque de civilizaciones. Que Hamas ganara las elecciones no borra su perfil totalitario.
Desde nuestra confortable Europa vemos desproporcionada la respuesta militar de Israel. No nos hacemos preguntas. Seguimos la corriente. ¿Cuánto aguantaría usted con Hamas apuntándole cada día a la cabeza?
29-XII-08, Francesc-Marc Álvaro, lavanguardia