el ’Procés’ de hace 150 años lo lideraba Joan Alsina

Pau Alsina, la voz de los trabajadores

Resultat d'imatges de Las políticas de memoria siempre han sido selectivas y a menudo cargadas de ideología. Hace unos días el Ayuntamiento de Barcelona decidió cambiar el nombre a la calle Secretari Coloma, puesto en el año 1939, y recuperar el anterior, el de Pau Alsina. Muchos ciudadanos deben de preguntarse: ¿quién es ese Pau Alsina? Aprovecho el cambio de nomenclatura para reflexionar un poco sobre quiénes eran y qué representaban Coloma y Alsina.

Joan de Coloma fue el hábil y fiel secretario político de dos reyes, Juan II de Aragón y de su hijo Fernando el Católico, que ha pasado a la historia por haber redactado en 1492 dos documentos de gran trascendencia: el­ ­real edicto que daba cuatro meses a los judíos para convertirse al cristianismo o abandonar los reinos de los Reyes Católicos y las capitulaciones de Santa Fe, que estipularon las condiciones del viaje de Colón a las Indias y concretaban los beneficios que sacaría de aquella empresa. Los historiadores también han remarcado que Coloma, a pesar de casarse con María Pérez Calvillo, de familia de conversos, defendió la cruel persecución de esta minoría por la Inquisición. Coloma fue acusado de corrupto y de nepotismo, pero consiguió ser declarado inocente, y murió siendo un rico terrateniente. No sé por qué mérito concreto el Ayuntamiento de Barcelona decidió honrar a Coloma en el año 1939 dedicándole una calle, pero puedo suponerlo: haber contribuido a la unificación religiosa y justificar la represión de los transgresores lo situaba dentro de la más clara ortodoxia del nuevo régimen.

Y también puedo comprender la pretensión del primer Consistorio franquista cuando suprimió la calle dedicada a Pau Alsina i Rius, un tejedor de velos barcelonés que fue el primer obrero elegido diputado en Cortes. Eliminando su nombre de las calles de la ciudad se quería lanzar al olvido a un hombre que representaba unas causas consideradas malvadas en 1939: el obrerismo, el antimilitarismo, el republicanismo y la democracia.

El general Serrano entra en Madrid tras la revolución de 1868 El general Serrano entra en Madrid tras la revolución de 1868 (Getty)

Conviene recuperar la figura de Alsina para entender mejor esta aversión de los franquistas. Nacido en Barcelona en 1830, se vinculó joven al obrerismo y al republicanismo y en 1864 ya firmó el manifiesto que defendía la acción colectiva de los trabajadores para forzar a los patrones y al Estado a mejorar las condiciones laborales y de vida. En la revolución de septiembre de 1868 tuvo un destacado protagonismo: en la lista de miembros de la Junta Revolucionaria de la Diputación de Barcelona aparece en primer lugar “ Pablo Alsina, obrero”. Se presentó a las elecciones a diputados de 1869 como representante de las Sociedades Obreras de Barcelona, dentro de la candidatura del Partido Democrático Republicano Federal, y obtuvo 26.386 votos de los 52.058 emitidos, es decir, más del 50%.

Aprovecho el hecho de hablar de esa época para recordar que hace 150 años, en enero de 1869, los españoles fueron convocados por primera vez a participar en unas elecciones democráticas por sufragio universal masculino. Se ha hecho poca mención de que uno de los hechos más relevantes de aquellos comicios fue el diferente comportamiento de Catalunya respecto del conjunto español. Aunque las candidaturas “monárquico-democráticas” del gobierno de Serrano y Prim obtuvieron la victoria, en Catalunya hubo un claro triunfo republicano: resultaron elegidos 28 republicanos federales, 7 gubernamentales y 2 de la coalición ultracatólica. Catalunya fue el único territorio donde las candidaturas del gobierno de Madrid serían ampliamente derrotadas.

Pau Alsina tuvo una actuación destacada en aquellas primeras Cortes democráticas, en las cuales presentó numerosas exposiciones sobre “las reformas sociales que todos los amantes de la justicia deseamos”: libertad de cultos, de imprenta, de enseñanza y de asociación. Pidió la supresión de las quintas y del impuesto de los consumos y que se gravaran fiscalmente los productos de lujo. Presentó una exposición firmada por 120.000 trabajadores catalanes en favor de la protección de la industria y otra, que defendió él mismo en el plenario, firmada por 8.000 trabajadores, donde se proponía la constitución de jurados mixtos entre patrones y obreros como herramienta para resolver los conflictos laborales. Igualmente apoyó la petición presentada por diferentes sociedades obreras para la creación de un banco nacional dedicado a la protección del obrero frente al ­paro, las enfermedades y la jubilación. Lógicamente, votó contra la Constitución monárquica de 1869 y contra la elección de Amadeo de Saboya como rey de España. Además, fue uno de los dirigentes del fallido levantamiento republicano contra las quintas de otoño de 1869 y tuvo que exiliarse a Francia unos meses. Volvió a Barcelona y fue uno de los organizadores del congreso del Centro Federal de Tejedores a Mano y en septiembre de 1872 fue elegido senador de la provincia de Barcelona, obteniendo 119 votos de un censo de 184 electores indirectos.

¿No creen que los ayuntamientos democráticos han tardado demasiado tiempo en restituir el honor y la memoria de este bar­celonés que fue el primero en hablar en el Congreso de los Diputados en nombre de los trabajadores? ¿No sería un buen ejercicio democrático recordar los valores que propugnaba entonces Pau Alsina? Pienso que no son demasiado diferentes de los que todavía hoy tenemos que defender.

 

07/03/2019 - lavanguardia