Bannon, el amigo americano de Vox
Steve Bannon fue despedido por el jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, después de que fuera el arquitecto de la campaña electoral de Donald Trump. El exbanquero entró tarde en política –se inició en el 2012–, tras ser el editor de Breibart, un diario digital que defendía los postulados de la extrema derecha estadounidense. La fuerte personalidad de ambos personajes acabó en ruptura, sobre todo una vez que se enfrentó a Jared Kushner, el yerno de Trump. Entonces Bannon decidió viajar a Europa para fortalecer a la ultraderecha continental. Su oficina está en Roma, donde tiene la protección no sólo de Matteo Salvini, sino también de los sectores más conservadores de la Iglesia católica, que están enfrentados al Pontífice.
Bannon cuenta con dinero y pequeños equipos de trabajo que se mueven bien en el mundo de las redes, sin despreciar tampoco a WhatsApp. El objetivo último de The Movement, que es la plataforma transnacional que intenta aglutinar a las formaciones de la extrema derecha de los distintos estados, es poner en crisis a la UE. Las elecciones europeas pueden situarlo como el tercer grupo en el Parlamento y, según la correlación de fuerzas, tendrían capacidad de bloquear leyes.
En España, el enlace de Bannon es Rafael Bardají, miembro del consejo ejecutivo de Vox. El ex jefe de campaña de Trump está colaborando con este partido y su actividad en las redes para abrir debates políticos –como el del derecho de las sociedades a armarse– les da gran visibilidad. El Gobierno tiene constancia del incremento de bots y fake news en las redes a medida que nos acercamos a la campaña de las elecciones generales, y las encuestas empiezan a dar resultados relevantes a Vox. La sombra de Bannon oscurece las elecciones del 28-A, donde la ultraderecha puede tener grupo parlamentario y resultar decisiva. Quien pensaba que el franquismo había vacunado al país contra la extrema derecha, desconocía que hay virus que mutan.
No es ningún secreto la buena sintonía del partido ultra con la oficina de Steve Bannon, el antiguo jefe de la campaña electoral de Donald Trump, que intenta operar desde Bruselas y Roma como coordinador de los movimientos populistas de derechas europeos dispuestos a hacerle caso. Vox es uno de ellos. Dos de los principales colaboradores de Abascal, Ivan Espinosa de los Monteros y Rafael Bardají (antiguo director del área internacional de la fundación FAES) mantienen contacto con Bannon, con John Bolton, consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca y con otros exponentes de la actual administración norteamericana. “Coincidimos con Trump, no con Le Pen”, afirmaba Bardají hace unos meses. Vox es un partido fuertemente atlantista. Este es un dato a tener en cuenta en un momento en que la tensión entre Estados Unidos y China está llegando Europa; un momento en el que China acaba de obtener la adhesión de Italia, país del G-7, a la nueva ruta de la seda.
Vox no ama la ruta de la seda como los populistas italianos, pero, a través de Bannon, no tiene inconveniente en copiarles otros puntos. La propuesta de liberalizar la tenencia de armas para la defensa del hogar está extraída del programa de la Liga Norte, camaleónico partido (en una vida anterior era secesionista) que ha transformado el Ministerio del Interior en su fortín. La liberalización de las armas horroriza a muchos italianos, pero se ha convertido en un eficaz mensaje psicopolítico: “Estás amenazado, nosostros te defenderemos”. El actual ministro del Interior italiano Matteo Salvini, acude a la Cámara de los Diputados vestido con la casaca de la policía. Los de Abascal están copiando a Salvini y también han decidido emular al nuevo líder brasileño Jair Bolsonaro, otro protegido de la Casa Blanca, reclutando al menos cinco altos mandos militares para sus listas electorales. Mensaje: “Los militares están con nosotros; nosotros te protegeremos”.