“El fascismo no es lo contrario de la izquierda, sino de la democracia”, Michela Murgia

Para saber cuánto hay de fascista en la sociedad que te rodea, o en ti mismo, Michela Murgia ha urdido un irónico texto, Instrucciones para convertirse en fascista (Seix Barral), en catalán Instruccions per fer-se feixista, de Ed. Empúries.

Provocadora por naturaleza, Michela Murgia propone el siguiente razonamiento para dar respuesta al preocupante aumento de la apología del fascismo: “Ser demócrata exige un esfuerzo enorme. Implica lidiar con la realidad, garantizar la participación, etcétera. No perdamos más tiempo. El fascismo es un sistema mejor engrasado para garantizar que un estado funcione de modo óptimo, el nazismo era muy práctico”. ¿Es eso lo que pasa por la cabeza de algunos?

Murgia nació en 1972 en Cabras (Cerdeña), donde todavía vive. Tras sus estudios de teología se dedicó de pleno a la literatura y su debut, La acabadora, obtuvo el premio Campiello. “Pero este último libro lo empecé tras una charla con mis hijos. Ellos no veían fascismo donde yo lo detectaba. Para ellos el fascismo es fenómeno histórico, no político. No se dan cuenta de lo que está pasando, quise advertirles”.

Comprometida con políticas de izquierdas, es popular su activismo en apoyo a refugiados que llegan a las costas europeas. A su ensayo, difícil de clasificar, le añade un ingenio: el fascistómetro. Un cuestionario que alerta sobre una ideología que ha vuelto para contaminar. Y nos obliga a cuestionarnos.

¿Hay gente que es fascista y no lo sabe?

Por supuesto. Caen en los “fascismos de sentido común” como el miedo al emigrante. “Si una violación la comete un refugiado la violación es más grave”. ¡Esta frase la pronunció la vicepresidenta del partido demócrata! Es una frase xenófoba pero ella ni se dio cuenta...

Usted ha ingeniado un fascistómetro que mide las posibilidades de caer en esa ideología. ¿En qué parámetros se basa?

He recopilado frases pronunciadas por políticos italianos en los últimos veinte años, de todo el arco institucional. Los indicadores del método fascista están mucho más difundidos de lo que creemos. El machismo, el populismo, el patriarcado, la xenofobia y el autoritarismo son, en realidad, formas muy comunes en partidos que nunca dirían que son fascistas.

¿Cuál fue el resultado que obtuvo usted, alguien inicialmente de izquierdas?

Siete puntos: protofascista. Eso es lo que quiero explicar. El fascismo no tiene que ver con derechas o izquierdas. El fascismo no es lo contrario de la izquierda sino lo contrario de la democracia.

Si, como usted mantiene, la culpa del aumento de ideologías fascistas es una democracia desgastada y corrupta, ¿qué hacemos con la democracia?

Mejorarla. La única alternativa es el buen mantenimiento del sistema. Como Churchill creo que es el peor sistema que tenemos... si excluimos todos los demás.

Afirma que se aferra al fascismo gente con miedo de perder lo mucho o poco que tiene.

Sí, el fascismo es para quienes sienten miedo, para gente cobarde, insegura. El fascismo saca su consenso del miedo, trabaja con ello. Somos frágiles y tendemos a dejarnos guiar. El fascismo no tiene soluciones, tiene culpables.

¿Existe nacionalismo que no desemboque en fascismo?

Creo que sí, aunque son pocos. Siempre que el nacionalismo se use para proteger de los miedos y no sea excluyente. El nacionalismo ca­talán, por ejemplo, no es fascista. Es inclusivo. Barcelona es una ciudad que con el atentado de las Ramblas dio una lección de acogimiento, su alcaldesa hizo un discurso mag­nífico.

¿Ha oído hablar de Vox?

Ya tardaba en aparecer en su país. En Italia les llevamos ventaja, tenemos el copyright. En mis sueños una democracia no permitiría un partido que se declara xenófobo.

¿Cree que aquí nos salvamos?

No mucho. He estado en un programa de la tele catalana y me han dicho que los periodistas no pueden usar las expresiones exiliado o preso político. Es de risa. Eso es fascismo.

¿Ha recibido amenazas?

Sí. En las redes había gente que pedía mi muerte, me odiaban, me deseaban prisión y violación... ¡Este es el nivel! Tuve que clausurar las presentaciones públicas del libro. La policía me acompañaba por seguridad pero era incómodo. Lo más sibilino que me han dicho lo hizo Salvini en las redes. Escribió: “Si estos son los intelectuales,¿decidme qué puedo hacer?”. A cambió recibí muchísimos apoyos, muchos.

, Barcelona, 02/04/2019 - lavanguardia