estratégica geopolítica de los gasoductos y oleoductos

El Parlamento Europeo que ahora cierra legislatura no ha tenido ocasión de votar sobre el acuerdo de asociación entre la UE y Azerbaiyán, el cual dijo –por mayoría– en julio del 2018 que vetaría si no se registraban avances en el respeto a los derechos humanos en la exrepública soviética del sur del Cáucaso. No hay fecha para que el caso de Azerbaiyán vuelva a la Eurocámara, pero nada impedirá de todos modos que siga adelante el único proyecto importante que lo une a la UE y que existe al margen de este tipo de acuerdos: en el 2020, una tubería de 3.500 kilómetros empezará a descargar en Europa gas natural del mar Caspio a razón de 10.000 millones de metros cúbicos anuales (10 bcm en su abreviatura inglesa, que es la más simple). Se trata del Corredor de Gas del Sur (CGS), el proyecto estrella de la Comisión Europea para reducir la dependencia del gas ruso de buena parte de la UE.

Proyecto geopolítico de naturaleza opuesta al gasoducto Nord Stream 2, que ligará aún más Alemania a Rusia a través del Báltico (ver La Vanguardia, 6/V/2019), el CGS es lo que queda del ambicioso gasoducto Nabucco, que debía abastecer al menos a 16 países y en particular al Este de Europa más dependiente del gas ruso, partiendo de Turquía y pasando por Bulgaria, Rumanía y Hungría hasta Austria.

En el 2013, la fase final del Nabucco quedó frustrada por Azerbaiyán. El resultado final son tres tubos unidos que forman el CGS: el primero va del yacimiento azerbaiyano de Shah Deniz 2, en el Caspio, hasta la frontera de Georgia y Turquía; el segundo, el Transanatoliano (Tanap), atraviesa Turquía hasta Grecia, donde comienza el Transadriático (TAP), que cruza el mar hasta Italia.

Fue la apuesta de Azerbaiyán por el TAP lo que liquidó Nabucco. Jugaron intereses que implican a este país con Grecia e Italia y en especial con Rusia. El presidente Ilham Aliyev desarrolla una política exterior de equilibrios entre Rusia y Occidente. Apostando por el TAP para conectarlo al Tanap –que fue pactado con Erdogan en el 2011 y que se inauguró en el 2018– no perjudicaba los intereses rusos como el Nabucco. Aún no está claro hacia dónde se dirigirá el TAP desde Italia, pero cabe la posibilidad de que acabe acarreando también gas ruso...

Las obras del TAP se desarrollan ahora mismo en Albania después de cruzar la frontera griega Las obras del TAP se desarrollan ahora mismo en Albania después de cruzar la frontera griega (Reuters)

El gasoducto CGS no es la panacea. Turquía se quedará 6 bcm anuales y los 10 bcm que llegarán a la UE sólo cubren el 2% de su demanda total (unos 7 millones de hogares), según el Instituto de Estudios Energéticos de la Universidad de Oxford. O “alrededor del 3%”, reconoce la Comisión Europea, para la cual lo importante son “los objetivos de la Unión de la Energía: suministro seguro y precios competitivos”. En el 2017, el comisario de Energía, Miguel Arias Cañete, y el hasta hace poco vicepresidente de la Comisión para la Unión de la Energía, Maros Sefcovic, pidieron apoyo para el TAP al Banco Europeo de Inversiones, que aportó 1,5 millardos de euros. El Banco Europeo de Desarrollo puso 500 millones. El resto hasta 4,5 millardos lo ponen BP (20%), la azerbaiyana Socar (20%), la italiana Snam (20%), la belga Fluxys (19%), la española Enagás (16%) y la suiza Axpo (5%).

Fuentes de la Comisión insisten en que “cuando se disponga de más gas en la región del Caspio, la UE podrá recibir al menos 10 bcm adicionales”. Esto es a diez años vista. Y como no habría gas suficiente en Azerbaiyán, la idea es prolongar el CGS construyendo un gasoducto submarino, el Transcaspiano, hasta Turkmenistán (e Irán, hipotéticamente ). El problema es que los intereses de Rusia y China lo impiden.

“Las relaciones geopolíticas no son favorables para Europa” en este sentido, señaló a este diario Pascoe Sabido, experto del Corporate Europe Observatory de Bruselas. “El CGS ha sido utilizado no tanto para reducir nuestra dependencia como para negociar mejores acuerdos con Rusia”. De hecho, “es bastante público”, dijo, que Gazprom tiene la intención de conectar al TAP o el Tanap su proyecto Turk Stream, la última variante de los planes rusos de llevar gas a través del mar Negro. Turquía se quedaría 15,75 bcm y otro tanto discurriría por Bulgaria, Serbia, Hungría y Eslovaquia.

Otra cuestión es si Europa necesita más gas. La Agencia Internacional de la Energía prevé un descenso en la demanda, acorde con los últimos años, aunque ha habido fluctuaciones. Pero la Comisión atiende a los argumentos de la industria, mientras que la política energética la definen los estados. No hay una posición europea común, y eso se refleja también en la Eurocámara.

En el último plenario en que se habló del acuerdo de asociación con Azerbaiyán tan sólo el eurodiputado Miguel Urbán (Podemos) señaló que nunca se ha debatido sobre el CGS . Y eso que había sido una exigencia de la Eurocámara la liberación –por fin el pasado agosto– del opositor Ilgar Mammadov, encarcelado cinco años por manifestarse contra el gasoducto.

Urbán y la socialista portuguesa Ana Gomes recordaron la represión del régimen de Ilham Aliyev y el escándalo de sobornos en el Consejo de Europa que implicó al español Pedro Agramunt y al italiano Luca Volontè. Aliyev mantiene un activo lobby en Europa y en los últimos años ha liberado presos según el avance de las negociaciones del acuerdo. La relatora de la Eurocámara sobre Azerbaiyán, la socialista rumana Norica Nicolae, mantiene en este sentido una visión “positiva”, mientras que Gomes advierte de que “la corrupción está fermentando en el Parlamento Europeo”. “No se puede cambiar derechos humanos por gas, por estratégico que sea”, dijo a este diario.

, Brussel·les, 15/05/2019 - lavanguardia