el gas, fuente de tensión geopolítica en el Mediterráneo oriental

Resultado de imagen para Zohr FieldUn misil antiaéreo sirio impactó en la madrugada del lunes en el norte de Chipre. Aunque no consiguió derribar al caza israelí que mató a quince sirios, recordó que todo el Mediterráneo oriental se asienta sobre un barril de pólvora... O una bombona de gas.

Porque el hallazgo de varios yacimientos de gas a lo largo de los últimos años debería traer a largo plazo paz y prosperidad, pero de momento está inflamando la tensión. Y la piedra de toque –o la yesca– es el conflicto hibernado de la isla de Chipre.

Turquía, privada de recursos energéticos, no para de añadir leña al fuego, supuestamente en nombre de los turcochipriotas bajo su tutela. Mientras que la Unión Europea pone toda la carne en el asador de la República de Chipre, estado miembro dominado por los grecochipriotas.

A mediados de junio, la cumbre de los países del sur de Europa condenó los hechos consumados de Turquía, que en los últimos dos meses ha enviado dos barcos de prospección fuertemente escoltados a aguas que Chipre considera suyas. “Estamos perforando nuestra propia plataforma continental”, se defiende Ankara.

Pero el presidente francés, Emmanuel Macron, fue tajante en Malta: “Turquía debe cesar sus actividades ilegales en la zona económica exclusiva de Chipre. La UE no mostrará debilidad alguna”. También EE.UU. ha calificado de “altamente provocadoras” las acciones de Ankara.

Uno de los barcos turcos, el Fatih ( Conquistador), empezó las prospecciones al oeste de la isla hace dos meses, protegido por la fragata Barbarroja y, ocasionalmente, por aviones F-16. Otro, el Yavuz (Feroz), fue mandado al este hace apenas dos semanas.

El primer ministro grecochipriota, Nicos Anastasiades, habla de “segunda invasión turca” y su país ha iniciado procedimientos legales, contra tres empresas no turcas implicadas en las prospecciones y contra veinte individuos.

Así que el mismo gas que ha solidificado la luna de miel entre Israel y Egipto –que se alternan en el papel de comprador y vendedor– está envenenando aún más, unas millas más al norte, las tirantes relaciones de Turquía.

Cabe recordar que Chipre es una isla dividida desde la invasión turca de 1974. Dos islas, dos capitales. Y la pesadilla de Ankara es que siga creciendo el abismo económico entre el norte de la isla bajo su control –en un limbo jurídico– y el sur reconocido internacionalmente. Más allá de la tutela de la autodenominada República Turca del Norte de Chipre, Turquía tiene otros motivos para hacer de aguafiestas. No solo le mueve la ambición por la explotación del gas, sino también la competencia por su canalización. Alta política.

Cabe recordar que la década empezó con el hallazgo del yacimiento Tamar, en aguas de Israel, al que siguió el aún mayor Leviatán. Ambos podrían convertir a Israel en exportador de gas en pocos años, pero la geopolítica intratable de la zona –la Siria de El Asad y un Líbano hostil como barreras– forzaría una solución costosa, pero con otras ventajas.

A principios de año, los ministros de Energía de Israel, Egipto, Grecia, Chipre, Palestina, Jordania e Italia se reunieron en El Cairo para promover EastMed. Turquía, que es llave de paso –también de refugiados e inmigrantes– se resiste a dejar de serlo. EastMed, el proyecto de gasoducto alentado por la UE para canalizar gas del Mediterráneo oriental vía Chipre y Creta, entra en competencia directa con el Corredor de Gas del Sur y con Turk Stream, que en ambos casos atraviesan Turquía. En el primer caso, el recorrido entre Azerbaiyán, Georgia y Turquía está finalizado, mientras que el gasoducto TransAdriático con el que empalma –y que va de Grecia a Italia pasando por Albania– lo está en un 90%. En este último tramo participan Enagás (16%) y BP (20%).

Asimismo, Turkstream, que lleva gas ruso directamente a través del Mar Negro hasta la Turquía Europea, deberá entrar en funcionamiento antes de seis meses y luego servir a Bulgaria.

Cabe añadir que Naturgy y ENI cuentan con otra pieza clave para las ambiciones exportadores de Egipto (Zohr) y sus vecinos. Esto es, una de las dos plantas de licuefacción de gas egipcias, en Damieta. Inactiva desde hace años por falta de suministro para la exportación por parte del Estado egipcio, según un laudo reciente este debería indemnizar al consorcio hispano-italiano con unos 1.700 millones de euros, seguramente en gas.

Las aguas del Mediterráneo no están calmadas. Israel y Líbano no se ponen de acuerdo sobre el límite de sus aguas territoriales, cosa que afecta a un importante yacimiento. Asimismo, Israel coarta la explotación por parte de los palestinos del gas hallado frente a las costas de Gaza. Mientras que Turquía no ha logrado acordar sus fronteras marítimas con sus vecinos mediterráneos.

El presidente turco Recep Tayyip Erdogan refunfuña de vez en cuando que el fundador de la República, Atatürk, cedió “demasiadas islas” a Grecia. Una en particular pesa como una losa en el reparto de aguas territoriales: la diminuta Castelórizo. La más oriental de las islas griegas –que antes fue la posesión más oriental de la Corona de Aragón– fue donde se rodó el filme Mediterráneo. Y, como un puñal en el vientre, amplía en cinemascope la jurisdicción griega.

Turquía no lo acepta. Como no admite el derecho de la República de Chipre a conceder licencias de exploración y explotación mientras la isla permanezca dividida. Los turcochipriotas, dicen en Ankara, tienen derecho a su parte del pastel. Para desgracia de estos, casi todos los hallazgos se han producido al sur de la isla, claramente bajo la jurisdicción de la República de Chipre. Por todo ello, Turquía opta por los hechos consumados y las demostraciones de fuerza para mejorar su posición negociadora. Tanto es así que el verano pasado la armada turca desbarató los intentos de la ENI italiana de llevar a cabo prospecciones en los bloques que le habían sido adjudicados por Chipre. En vista de ello EE.UU. mandó a la Sexta Flota y Exxon pudo continuar sin novedad sus labores en otro bloque junto a una firma qatarí y anunciar, este año, el segundo mayor hallazgo en aguas chipriotas.

La creciente militarización de aquellas aguas es visible en la ampliación de la base chipriota de Mari, deseada por la marina francesa, que vela por los intereses de Total –con bloques adjudicados– y que ahora está de maniobras navales con Egipto. En mayo era la Marina turca la que realizaba los mayores ejercicios de su historia: ciento treinta barcos en tres mares. Y Londres mantiene, claro está, sus dos bases en Chipre.

Atenas, por su parte, adjudicó la semana pasada bloques de exploración a Total y ExxonMobil, cerca de Creta, en su primer intento serio en este campo.

El Mediterráneo oriental entra en una nueva fase gaseosa. En parte porque Atatürk no sólo se quedó con el Kurdistán sin petróleo sino también con el Mediterráneo sin gas. Rocas y peces.

, Istanbul. Corresponsal, 07/07/2019 - lavanguardia