Teresa Rosilla Belmonto está destrozada, hundida, desesperada..

  • Una mujer de 88 años se va de vacaciones a casa de su hija y ocupan el piso donde vivió los últimos 79 años

Teresa Rosilla Belmonto está destrozada, hundida, desesperada... Esta mujer de 88 años se fue de vacaciones a casa de su hija en Tarragona durante un par de meses. Y poco antes de regresar a su casa descubrió que se la habían arrebatado, que unos desconocido se habían instalado allí, que habían arramblado con todas sus cosas, con todos sus recuerdos acumulados durante 79 años. Esta historia está ocurriendo en el barrio de Gràcia, en la calle San Salvador, en el número 78. Los familiares sospechan que alguien cercano a Teresa aprovechó su ausen­cia para usurpar su vivienda y que luego la entregó a otras personas. Fue Iván Sarrau, uno de los nietos de Teresa, quien el pasado 3 de octubre descubrió lo que pasaba. Su abuela estaba a punto de regresar a su casa tras sus vacaciones. Acudió a la vivienda y atónito comprobó que la cerradura había sido cambiada. Rápidamente llamó a los Mossos d’Esquadra. “¡No puedo abrir!”, gritó una mujer desde el interior de la vivienda cuando los policías llamaron a la puerta. Los agentes también escucharon el llanto de un ­niño. Lamentablemente no pudieron hacer nada más. Ni siquiera les abrieron la puerta. “Estas cosas las ves en la televisión, las escuchas por la calle –lamenta Iván, lleno de impotencia–… y te crees que nunca te pueden pasar. Hasta el día que te toca a ti. Es una locura” . Al principio los familiares de Teresa le ocultaron todo lo que ­estaba ocurriendo. “Está muy frágil del corazón –explica Iván–. Y en esa casa está toda su vida... ­Vivía allí desde que tenía nueve años”. Pero al llegar el día en el que Teresa tenía previsto regresar a su hogar no tuvieron más remedio que contarle la verdad. “Está muy triste, destrozada, llorando todo el rato”, lamenta Iván. En realidad Teresa no termina de darse cuenta de lo que le está pasando. “Yo crié en este piso a mi familia –acierta a decir la mujer, muy emocionada–. Uno de mis hijos nació en este ­piso”. El problema es que nadie sabe con exactitud cuánto tiempo llevan viviendo esos desconocidos en casa de Teresa. La policía puede frenar un ocupación cuando la descubre in fraganti, en el momento en que se está produciendo. Pero si los ocupas alegan que en verdad están instalados en la vivienda desde hace varios días el asunto toma otra deriva, la judicial, un camino cuya resolución final puede demorarse varios meses, entre seis y y ocho, a veces más. Iván se planteó la posibilidad de recuperar la vivienda de su abuela a las bravas, de aprovechar un momento en el que no hubiera nadie en la casa para cambiar la cerradura e instalarse dentro. Pero los propios policías le aconsejaron que no lo hiciera. Podrían acusarle de un delito de allanamiento de morada. Además, Iván tenía miedo de quien pudiera encontrarse detrás la puerta. En el 2017, Barcelona fue la ciudad de España que tuvo el mayor número de pisos ocupados, con 3.072 denuncias, según el Ministerio de Interior. Las usurpaciones de viviendas habituales no son la mayoría, pero, tal y como ya denunció La Vanguardia en otras ocasiones, están creciendo. La verdad es que debido a todo esto cada día proliferan más las empresas que se ofrecen para desalojar propiedades ocupadas de una manera extrajudicial. Sus anuncios abundan en internet. “En una de estas empresas nos dijeron que se encargaban de todo –prosigue Iván–. Al parecer el desalojo puede tardar de uno a diez días, según las personas que ocupan el piso”. Pero los supuestos desalojadores pidieron unos 2.500 euros por recuperar la vivienda de Teresa, una cantidad de dinero que Iván no aceptó pagar. Después un portavoz de otra empresa de este sector, Desokupa, se ofreció a hacer el trabajo gratis. Entonces el portavoz de Desokupa colgó un vídeo en las redes sociales para dar a conocer su ofrecimiento. Aquello ocurrió a principios de octubre. Hasta ahora Desokupa no logró recuperar la vivienda de Teresa. Sin embargo, hace unos pocos días uno de sus trabajadores pudo entrar una vez en el piso y comprobar que buena parte de las pertenencias de Teresa ya no se encontraban allí. Ya no quedaba ninguna fotografía. Los ocupas no han vuelto a abrir la puerta.

Los Mossos no pudieron recuperar la propiedad porque los ocupas ya llevaban varios días instalados

“Todo lo que estamos pasando estas semanas es horrible: le están quitando la vida a mi madre”

Entre tanto Teresa continúa en casa de su hija, en Tarragona, esperando. “Es horrible”, dice su hija. “Ni siquiera nosotros podemos entender cómo pueden pasar estas cosas. Cada día que pasa es más duro. Le están quitando la vida a mi madre”.

juliette geay, Barcelona, 27/10/2019 - lavanguardia