Bolivia: el cristianismo racista sucede al indigenismo

Resultat d'imatges de Luis Fernando CamachoLuis Fernando Camacho, el llamado Bolsonaro boliviano , compareció debajo de la imponente estatua del Cristo Redentor en el centro de la ciudad con el emblema de la ciudad –la cruz de Felipe IV de España y de los conquistadores– estampado en su polo blanco y un rosario en la muñeca. Ante decenas de miles de seguidores, defendió “el regreso de la Biblia al palacio presidencial”. El líder del Movimiento Cívico por Santa Cruz anunció el fin del paro cívico que ha paralizado la ciudad durante tres semanas y que abonó el terreno para el golpe contra ­Morales.

Camacho, de 40 años, abogado formado en la Universidad de Barcelona e hijo de una poderosa familia empresarial de las tierras petroleras del este de Bolivia, compareció en el escenario junto al comandante de la policía de Santa Cruz, que se amotinó la semana pasada junto con sus homólogos en Cochabamba y La Paz.

Esto fue el principio del fin para el líder de la izquierda indígena y el precursor de la amenaza de la máxima autoridad de las fuerzas armadas de que “sugerimos que el presidente renuncie”.

Camacho, líder de facto de las movilizaciones, rechazó presentar una candidatura para las elecciones. Pero su discurso ante una multitud de bolivianos de tez casi exclusivamente blanca en un país en el que el 60% de la población es indígena parecía el de un activista que ya huele el poder.

Por si cabía duda de que la nueva derecha latinoamericana se parece mucho a la vieja, Camacho terminó su discurso con la promesa de que “Bolivia va a ser la esperanza de todos los países que viven con el comunismo”. Luego se arrodilló en el escenario acompañado por gran parte del público para recitar el padrenuestro. “Él lleva la cruz y el rosario para dar las gracias a Dios por librarnos del dictador”, dijo una residente de Santa Cruz.

Junto a Camacho llegó Marco Pumari, otro joven líder anti Morales que dirigió los movimientos de protesta que paralizaron la ciudad de Potosí durante 37 días, es decir, desde antes de las elecciones. “Muchos no se imaginaban que este corrupto podía salir del gobierno, pero lo hicimos”, anunció Pumari, que tal vez hizo más daño a Morales que Camacho.

El “bolsonaro boliviano”

Camacho, líder de facto de las protestas, defendió “el regreso de la Biblia al palacio”

Santa Cruz llevaba dos décadas intentando tumbar al presidente indígena desde el intento de secesión tras la primera victoria de la izquierda, en el 2005. Potosí, en cambio, en el sur pobre e indígena de los Andes bolivianos, había sido un feudo del socialismo indigenista de Morales. Los programas de apoyo a los ancianos y familias pobres redujeron la pobreza extrema del 37% al 15%, beneficiando sobre todo a regiones pobres como la saqueada región de la plata en Potosí. Es más, Pumari es el hijo de un ­minero.

Eso sí, en las zonas rurales de Potosí pocos celebran el vertiginoso cambio de régimen en Bolivia, calificado por Donald Trump como “un momento significativo para la democracia en el hemisferio occidental”. “El pueblo del campo apoya a Evo; el de la ciudad, no”, dice una pasajera indígena del autobús que cruzaba la frontera sur desde Chile al departamento de Potosí en la mañana del martes. ¿Por qué se marchó Morales? “Porque creía que lo podían matar y los cambas [apodo por el que se conoce a los nativos de Santa Cruz] sí lo matarían. Son racistas”, responde.

, Santa Cruz, 14/11/2019 - lavanguardia