"Papel mojado", Màrius Carol

Cléobulo de Lindos, que fue uno de los siete sabios de Grecia, esculpió en piedra el aforismo: “Aceptar la injusticia no es una virtud, sino todo lo contrario”. Dicho de otra manera, aquello que es injusto no corresponde aceptarlo y hemos de ser capaces de combatirlo. El Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) reconoció la condición de eurodiputado de Oriol Junqueras desde el mismo momento en que fue elegido. Según el razonamiento de los jueces de Luxemburgo, Junqueras debió ser puesto en libertad al tratarse de un preso preventivo para cumplir con los trámites de su designación y, en todo caso, el Alto Tribunal debió solicitar un suplicatorio a la Cámara para seguir actuando contra su persona. Sin embargo, los magistrados del Supremo, de acuerdo con el criterio de la Fiscalía, han resuelto mantenerle en la cárcel, desautorizar su desplazamiento al Parlamento Europeo para tomar posesión del escaño y rehusar la tramitación del suplicatorio. Lo curioso de su argumento es que añaden que la nueva doctrina sobre la inmunidad de los eurodiputados será la que apliquen en el futuro, a pesar de que es distinta a la que se ha tenido en cuenta con Junqueras.

El fallo de Luxemburgo se convierte así en papel mojado. La propia Abogacía del Estado sugirió que, aunque la sentencia del Supremo era inatacable, se dejara sin ejecución el cumplimiento de la pena de prisión y se negociara con el Parlamento Europeo los términos de la libertad de movimientos a que podría acogerse el presidente de ERC. Ciertamente, el Tribunal Supremo no ha considerado esta propuesta y ha tratado la instrucción del TJUE como un documento para posterior jurisprudencia. La resolución explicita que no se le puede poner en libertad porque ya no es un preso preventivo, sino alguien sometido a juicio oral, lo que supone causa sobrevenida de inelegibilidad. El Parlamento Europeo dejó de reconocer a Junqueras como eurodiputado tras este auto.

Cleóbulo de Lindos defendió en sus escritos que el hombre debe actuar siempre teniendo presente el orden, el tiempo y la moderación. Pedirlo en el caso de los tribunales debería ser un pleonasmo, pero últimamente el desorden, la atemporalidad y la radicalidad son amenazas reales de la justicia. Nos faltan sabios y sobran ideólogos.

, 11/01/2020 - lavanguardia