los sami (lapones), un genocidio cultural europeo en Europa

Resultat d'imatges per a El pueblo sami ha tenido un estatus débil en Finlandia en muchos sentidos. El Gobierno no ha respetado su derecho a la tierra, y su gente fue forzada a integrarse en la cultura finlandesa hasta los años setenta. “Finlandia ha sido despreciada por grupos internacionales por su trato a los sami, incluso en los últimos años”. No son palabras de ningún activista sami, sino de una ministra del Gobierno finlandés. Maria Ohisalo, titular de Interior, reconoció la discriminación a la que han sido sometidos durante siglos los sami, el único pueblo indígena de Europa, y admitió que Finlandia debe asumir su responsabilidad por los errores del pasado. Lo dijo después de que el Ejecutivo aprobara un mandato para poner en marcha la denominada Comisión de Verdad y Reconciliación (CVR), que ya ha recibido la luz verde del Parlamento sami de Finlandia.

Habitantes de las zonas más septentrionales de Finlandia, Noruega y Suecia y de la Península de Kola (en el noroeste de Rusia), los sami –también conocidos como lapones, aunque este término ha caído en desuso por su origen despectivo– han sufrido durante siglos discriminaciones, represión y violaciones de los derechos humanos, incluyendo la conversión forzada al cristianismo, la segregación escolar, el ataque a su lengua y a su identidad cultural, e incluso prácticas eugenésicas. Un ejemplo: Suecia albergó el primer instituto de biología racial del mundo, establecido en Uppsala en 1922 en cumplimiento de una decisión parlamentaria. El objetivo era clasificar las razas consideradas inferiores, entre ellas, los sami. Se practicaron mediciones sistemáticas de los cerebros de los menores en las escuelas y de cadáveres que se exhumaban de sus tumbas, a la vez que miles de indígenas fueron forzados a esterilizaciones forzadas.

Los miembros de este pueblo indígena eran obligados a olvidar su idioma y sus costumbres

Tanto en Suecia como en Finlandia y en Noruega, niños y niñas sami eran enviados a internados de los que no podían salir más que un par de veces al año, en los que eran obligados a hablar sólo en el idioma oficial, y donde eran acosados hasta que llegaban a avergonzarse y repudiar su identidad, cultura y lengua, algo que se ha arrastrado a las siguientes generaciones.

Noruega (en 1989), Suecia (en 1993) y Finlandia (en 1996) reconocieron a los sami como pueblo indígena en sus constituciones –actualmente se calcula que hay alrededor de 100.000 en todo el territorio–, y establecieron sendos parlamentos, cuyos representantes negocian con los ejecutivos de los tres países para avanzar hacia la reconciliación. El objetivo de la Comisión de Verdad y Reconciliación de Finlandia será “investigar y aprender de los eventos del pasado”, según afirmó el Gobierno en un comunicado. Para el Parlamento sami, la CVR deberá “reconocer y evaluar la discriminación de los sami a lo largo de la historia, y los continuos efectos actuales del trauma causado por la opresión oficialmente aprobada”. El vicepresidente de la Cámara de Representantes sami, Heikki Paltto, enfatizó la importancia de arrancar con el proceso rápidamente, antes de que desaparezcan las generaciones mayores. “Es agotador atravesar un pasado doloroso, pero necesario”, sostuvo.

La CVR de Finlandia inició sus andaduras en el 2016, cuando el Parlamento sami empezó a explorar esta vía. Los ex primeros ministros Juha Sipilä (centro) y Antti Rinne (socialdemócrata) se reunieron con representantes indígenas en el 2017 y en el 2019, respectivamente, para impulsar el proceso. Noruega fue el primer país en aprobar una comisión de reconciliación con los sami, cuyos resultados se presentarán en el 2022. En Suecia, el Gobierno socialdemócrata también ha manifestado su intención, aunque de momento no lo ha concretado.

Una de las dificultades radica en que siguen existiendo controversias alrededor del uso y los derechos tradicionales de la tierra, cuestión que sigue causando fricciones entre los estados y el pueblo sami, que se ha dedicado durante milenios a la cría de renos y a la pesca. El último ejemplo ha sido la larga batalla legal entre una aldea sami y el Estado sueco acerca de quién posee los derechos exclusivos de caza y pesca en el territorio. Tras tres décadas en los tribunales, la Corte Suprema dio la razón al pueblo indígena.

Núria Vila, Malmö. Servicio especial. 04/03/2020 - lavanguardia