"El independentismo también tendrá que reinventarse", Jordi Barbeta

Como a todo el mundo, la pandemia del coronavirus también ha pillado desprevenido al movimiento independentista catalán, que ya bastantes obstáculos tenía como para tener que luchar ahora contra los elementos. Si como dicen los sabios, ni el mundo, ni Europa, ni España serán los mismos después de la crisis, obviamente el movimiento independentista no tendrá más remedio que rehacer sus estrategias y adaptarse a las nuevas realidades.

Si algo ha dejado más claro que nunca la pandemia del coronavirus es la interdependencia global, en el sentido que nadie, ni siquiera las grandes potencias, pueden superar la crisis por su cuenta. El apoyo, mejor dicho, el auxilio que está recibiendo Estados Unidos de China es un ejemplo paradigmático.

También porque la pandemia ha dejado claro que los estados en sí mismos son poca cosa. Tampoco son capaces de garantizar la salud ni la seguridad de sus ciudadanos. Los gobiernos hacen lo que pueden sobre todo para disimular su impotencia y esconder su incompetencia. Que el Gobierno español militarice la campaña contra el virus y despliegue tropas en todo el territorio es una reacción desesperada a la defensiva que denota un cierto pánico a perder el control. Y, hasta cierto punto, este miedo está justificado porque los estados y los ejércitos estaban preparados para imponerse por la fuerza a cualquier enemigo y ahora resulta que ningún regimiento armado hasta los dientes es capaz de detener un destructor tan grande como un microbio.

Teniendo en cuenta que el Govern de la Generalitat estará atado de pies y manos en lo político y lo económico, el mismo ejecutivo deberá propiciar y facilitar, como hizo para el 1 de octubre con el éxito conocido, que la sociedad civil asuma la estrategia emancipadora

Y no hace falta decir que para hacer frente a la recesión económica ningún gobierno podrá salirse de la hoja de ruta que impongan las instancias superiores continentales o globales. Así que si algún concepto está cotizando a la baja es el de la soberanía nacional. De ahora en adelante la reivindicación de la independencia tendrá menos comprensión de la poca que ya tenía y eso obviamente el soberanismo catalán lo deberá tener en cuenta. No para renunciar a sus objetivos, sino para redefinir su estrategia, porque hay algo que no cambia, como es la actitud agresiva y represora del estado español. Lo ha puesto escandalosamente de manifiesto el ensañamiento burdo, ilegal e impune del magistrado Marchena para impedir que los presos políticos catalanes pasen el confinamiento en arresto domiciliario.

Por lo tanto el conflicto continúa, pero se dilucidará con otros parámetros. España dejará de ser la referencia. Quizás el objetivo no será tanto la separación de España como la incorporación de Catalunya como sujeto en el mundo global. Hay que ser independiente pero empieza a no ser necesario ser estado para ser independiente. De hecho los estados han dejado de ser ndependientes. En cambio, ni los estados ni los ejércitos no pueden impedir que dos individuos desde una y otra punta del planeta se pongan de acuerdo en una iniciativa que puede alterar la salud, la economía, la actitud y la opinión de millones de personas de diversos países. El bitcoin, por poner un ejemplo, es una moneda alternativa inventada por un desconocido que ya utilizan 25 millones de personas. La cadena de bloques, blockchain, emerge como un sistema de relación entre iguales que prescinde de jerarquías financieras, burocráticas o estatales. Es de hecho una iniciativa auténticamente subversiva en la que me consta que está trabajando el conseller Puigneró. Los adversarios de la emancipación catalana se apresuraron a burlarse de la iniciativa de la república digital, pero el Gobierno español se lo tomó muy en serio e impugnó todo lo que pudo. Quizá si lo que hay que hacer no lo hace el Govern sino la sociedad, el veto español será más difícil.

Así que teniendo en cuenta que el Govern de la Generalitat estará atado de pies y manos en lo político y en lo económico, el mismo ejecutivo deberá propiciar y facilitar, como hizo para el 1 de octubre con el éxito conocido, que la sociedad civil asuma la estrategia emancipadora. Catalunya tiene suficiente capacidad emprendedora, científica e innovadora para volar por encima de los obstáculos y de las herramientas estatales que están quedando obsoletas. En este nuevo mundo que se divisa, los catalanes tienen la ventaja de que ya están acostumbrados a buscarse la vida a lo largo y ancho del planeta sin un estado que los cobije y pese a un estado que los boicotea.

Barcelona. Diumenge, 12 d'abril de 2020, elnacional.cat