Pekín impone una ley de Seguridad a Honk Kong que castiga la disidencia
- La policía secreta china podrá desde septiembre actuar oficialmente en el territorio
El Parlamento chino, que se reúne una vez al año, es terreno poco abonado para las sorpresas. Allí la unanimidad es la regla y son contadas las excepciones en las que se escuchan voces disonantes. Por eso, cuando las pantallas del Gran Palacio del Pueblo mostraron ayer el resultado de la votación sobre la controvertida ley de Seguridad Nacional de Hong Kong, en el salón principal tan solo hubo lugar para los aplausos: 2.878 votos a favor, seis abstenciones y uno en contra.
La nueva normativa pretende “impedir, detener y castigar” aquellos delitos que pongan “en grave peligro la seguridad nacional”, tales como subversión, sedición, separatismo, actividades terroristas o injerencias extranjeras en su territorio.
EE.UU. tiene la opción de revocar el estatuto preferencial que facilita a Hong Kong las relaciones comerciales
Pekín y sus aliados hongkoneses defienden que es una ley similar a la de otros países y que solo afectará a un “pequeño número de personas”. Pero sus argumentos no disipan los miedos de gran parte de la población, que considera que se utilizará para erosionar sus derechos y libertades y afianzar el control chino sobre el territorio. “Es el comienzo de un triste capítulo”, resumió la legisladora prodemocracia Claudia Mo.
Uno de los artículos que más polémica levantan es el que abre la puerta para que la policía secreta china actúe oficialmente en suelo hongkonés, algo hasta ahora prohibido. Dada la naturaleza autoritaria del régimen chino, se teme que Pekín use a sus agentes para acallar a los críticos bajo la acusación de “subversión contra el poder estatal”, el argumento más repetido para poner a los disidentes entre rejas.
Pero existen muchas más dudas. ¿Qué se entiende por terrorismo? ¿Gritar una consigna contra el Gobierno chino o su presidente será punible? ¿Qué pasa si uno se declara independentista? ¿Y con la vigilia anual por las víctimas de Tiananmen? ¿Podrán los magistrados extranjeros que ya ejercen en Hong Kong juzgar este tipo de casos?
Para obtener respuestas habrá que esperar a la versión definitiva que ahora va a redactar un comité legal de la Asamblea Nacional Popular china. Cuando la tenga lista, la norma será ratificada por el Comité Permanente de la ANP. Finalmente, se implementará –presumiblemente antes de septiembre– publicándola en el boletín oficial hongkonés sin ser sometida al control de su Parlamento autonómico.
La medida ya ha recibido la condena de numerosos gobiernos extranjeros, sobre todo el de Estados Unidos. El día anterior, Mike Pompeo comunicó que el Departamento de Estado ya no considera que la ciudad posea un alto grado de autonomía con respecto a China. Más madera al conflicto entre las dos superpotencias. Esa declaración abre el camino para que la Casa Blanca revoque el estatus preferencial que otorga a Hong Kong desde 1997. En la práctica, esto podría suponer la imposición de aranceles mucho más altos a las exportaciones, la limitación de los intercambios comerciales o la necesidad de que los hongkoneses obtengan un visado para viajar a Estados Unidos.
A falta de saber si finalmente se concreta alguna de estas sanciones, lo que parece claro es que todos los implicados resultarían perjudicados. China, porque la ciudad le sirve como puente para realizar sus transacciones en el exterior; EE.UU., porque cuenta con cientos de empresas y 85.000 nacionales trabajando en territorio hongkonés, y la propia Hong Kong, porque vería socavado su papel de centro comercial y financiero de primer orden. Todas las partes “deberían reducir y mantener el modelo de un país dos sistemas , que ha servido a todos tan bien durante tantos años”, aconsejó Craig Allen, presidente del Consejo Comercial EE.UU.-China.
Mientras, los sectores prodemocracia se preparan para nuevas movilizaciones como la que el miércoles dejó unos 360 arrestados. Sin embargo, es difícil que sus protestas modifiquen la actitud de Pekín, que con cada barricada y cada bandera estadounidense en las calles hongkonesas siente más urgencia por aplicar la ley de una vez por todas.