Nueva Caledonia abre la campaña de otro referéndum de independencia

NUEVA OPORTUNIDAD PARA DECIDIR LA SECESIÓN

Por segunda vez en dos años, las islas del Pacífico votan si se separan de Francia

EUSEBIO VAL | PARÍS, FRANCIA. CORRESPONSAL, lavanguardia

22/09/2020 01:08 | Actualizado a 22/09/2020 09:44

La pregunta es muy clara, exactamente la misma que se planteó hace dos años: “¿Quiere que Nueva Caledonia acceda a la plena soberanía y se convierta en independiente?”. Los habitantes de este archipiélago en el Pacífico sur, a 17.000 kilómetros de la metrópoli y ligado a Francia desde hace 167 años, disponen de una nueva oportunidad para decidir la secesión en el nuevo referéndum del próximo 4 de octubre. Ayer comenzó la campaña.

En noviembre del 2018, los partidarios de seguir siendo parte de Francia ganaron, pero el 56,7% de votos obtenido fue bastante inferior al esperado, por lo que esta vez hay más expectación por el desenlace. Si los separatistas no lo consiguen, tendrán todavía otra oportunidad, un tercer referéndum, en el 2022.

Estas tres ocasiones seguidas para acceder a la independencia fueron una de las condiciones acordadas en 1998 entre el Frente de Liberación Canaco Socialista (FLNKS) –separatistas y que representan a la población autóctona– y los no independentistas, en su mayoría de origen francés, europeo o de otros países, con el Estado francés en un papel de árbitro y garante. En el caso de que el tercer referéndum tampoco decidiera la independencia, deberá haber nuevas conversaciones sobre el futuro del archipiélago.

A diferencia de otros territorios franceses de ultramar, como las islas antillanas de Guadalupe y Martinica, las de Mayotte y la Reunión –en el Índico–, o la Guayana francesa, que son departamentos franceses a todos los efectos, Nueva Caledonia tiene un estatus distinto. París acepta aplicar los parámetros de la descolonización. En ello influyen la fuerte personalidad de la población autóctona, los canacos –casi el 40% de los habitantes– y el hecho de que, durante años, hubiera un sólido movimiento independentista. En los años ochenta del siglo pasado hubo insurrección armada del FLNKS y a punto estuvo de producirse una guerra civil con la población lealista.

Pulso entre comunidades

La campaña es tensa entre los separatistas canacos y la población leal a París

Los separatistas sueñan con fundar un nuevo estado en Oceanía –se llamaría Kanaky– y dejar atrás la herencia colonial. Creen que pueden ser autosuficientes, debido en parte a las enormes reservas de níquel y a una zona económica exclusiva, en el mar, de 1,3 millones de kilómetros cuadrados. Los partidarios de seguir en Francia sostienen que la escasa población –270.000 habitantes para un territorio algo mayor que la mitad de Catalunya– y la lejanía geográfica no les garantizarían prosperidad, mientras que el vínculo con París les asegura generosas subvenciones, seguridad militar y un pasaporte francés para moverse por el mundo. Otro de sus argumentos es que, como país independiente, Nueva Caledonia sería muy vulnerable a la agresiva política expansionista de China en la región, como ya comprueban algunos microestados, como Vanuatu.

La actual campaña se presenta tensa y muy polarizada. El FLNKS acusa al Estado francés de no mantener la neutralidad que promete. Los independentistas canacos se quejan de que se haya autorizado el uso de la bandera nacional en la propaganda y del himno, La Marsellesa , en los videoclips para la televisión. La explotación del níquel –ahora en cuestión, tras la anunciada retirada de una multinacional brasileña–, la transferencia de competencias desde París y las ayudas para hacer frente a las consecuencias de la crisis sanitaria también son objeto de polémica.

Por culpa de la pandemia, el referéndum, previsto inicialmente para el 6 de septiembre, ha tenido que aplazarse casi un mes. De hecho, Nueva Caledonia es uno de los pocos territorios del mundo que se ha librado de contagios. Solo ha habido 26 casos declarados, pero todos importados y ninguno local. Quienes llegan a las islas son sometidos a una estricta cuarentena de dos semanas en hoteles requisados.

Desde que estalló la crisis sanitaria de la Covid-19, Nueva Caledonia ha permanecido más aislada que nunca. La conexión entre la capital del archipiélago, Nouméa, y París, se ha reducido a un solo vuelo semanal, que cubren las compañías Air France y Air Calin, con escala en Tokio. No se permiten visitas turísticas sino simplemente la repatriación de personas originarias de las islas o viajes por estrictos motivos profesionales o de salud.

Delicado arbitraje

El Gobierno francés es oficialmente neutral ante un proceso de tipo descolonizador

No ha habido publicación de encuestas, salvo una de marzo pasado, poco fiable, que casi calcaba los resultados del referéndum del 2018, con un 57% de partidarios de seguir en Francia. La última vez los sondeos erraron. Daban una mayoría muy holgada a los lealistas que luego sería mucho más ajustada. Esas encuestas pudieron contribuir a cierta desmovilización del electorado profrancés.

El referéndum de autodeterminación de Nueva Caledonia tiene, de momento, una trascendencia mediática mínima en la metrópoli. El ministro de Ultramar, Sébastien Lecornu, declinó ser entrevistado por La Vanguardia porque no desea expresarse públicamente antes del 4 de octubre. Su ministerio organizará, poco antes de la consulta, un mero encuentro off the record con la prensa para explicar lo que está en juego en el referéndum. Discreción absoluta, pues, ante una cita electoral que puede amputar de Francia uno de sus territorios históricos en las antípodas.