"Un necesario revisionismo", Oriol Pi de Cabanyes

Ya son demasiados los jóvenes sacrificados al buenismo consagrado en el sistema escolar por la Logse, que tuvo en Rubalcaba su gran padrino político. La Logse, con la implantación de la ESO, que pone en un mismo centro a niños de doce años con adolescentes de dieciséis, ha perseguido un ideal de igualdad a base de rebajar niveles y de igualar por lo bajo. ¿No sería ya hora de que la psicopedagogía, haciendo autocrítica, examinara qué es lo que ha fallado de sus tan bienintencionadas propuestas?

Los padres de aquella ley, con Álvaro Marchesi y César Coll al frente, contraponían su sistema llamado comprensivo al que denostaron como segregador. Y así se generalizó la mediocridad y se primaron los procedimientos y las técnicas antes que los contenidos. Como si contenidos y procedimientos pudieran ir separados. Hannah Arendt ya dijo en La crisis de la educación que el objetivo del educador no puede reducirse al desarrollo de las capacidades innatas sino que exige el aprendizaje de conocimientos sustantivos.

El fracaso de la Logse, tan entusiásticamente implantada también en la Catalunya de Pujol, es el fracaso del constructivismo, la ideología que la inspiró, que tiene tan poco de ciencia. La ciencia refuta sus principios y rectifica cuando se demuestran no ajustados a la realidad. Mientras que el constructivismo se empeña en mantenerlos, erre que erre, a pesar de sus nefastos resultados.

El primero de estos postulados es que el alumno puede aprender solo. Que puede recrear por sí mismo, de manera espontánea, los conceptos que se supone que ya lleva consigo desde el nacimiento, sin necesidad de que se le transmita desde fuera ninguna civilización, ese complejo producto elaborado con el esfuerzo de muchas generaciones a lo largo de los siglos.

Inger Enkvist, de la universidad sueca de Lund, ha explicado que el constructivismo parte de la falsa idea de que "un niño contiene dentro de sí todos los logros de la humanidad, y que con dejarlo en paz y preparar un poco el terreno, él hallará lo que han encontrado los grandes genios a través de la historia. La idea es que el docente se mantenga en el trasfondo, que no transmita".

El fracaso escolar es el fracaso del sueño de Rousseau llevado al extremo. Y a todo esto, ¿qué dicen quienes ocupan cátedra en tantas facultades de psicología y pedagogía? Es urgente la revisión de las bases teóricas de tantas energías mal invertidas.

22-II-12, Oriol Pi de Cabanyes, lavanguardia