Trump provoca disturbios y violencia en el Capitolio
Luego de que el presidente Donald Trump hizo un llamado a sus seguidores para que no aceptaran su derrota electoral, los partidarios enojados irrumpieron en el Capitolio, suspendiendo la validación de las elecciones por parte del Congreso y protagonizando el violento final de su presidencia.
WASHINGTON — Durante años, los críticos del presidente Donald Trump que hicieron advertencias sobre los peores escenarios fueron tachados de alarmistas. Pero parece que la peor situación se materializó el miércoles cuando los partidarios del mandatario irrumpieron en el Capitolio de Estados Unidos, suspendiendo el proceso de validación de su derrota electoral y obligando a la evacuación del vicepresidente Mike Pence y los miembros del Congreso.
En medio de una escena inolvidable, que evocó a los golpes de Estado y levantamientos en países autoritarios de todo el mundo, una turba atravesó las barricadas de seguridad, rompió las ventanas y entró en tropel al Capitolio. Mientras los legisladores huían, los agentes de la policía lanzaron gases lacrimógenos dentro de la ciudadela de la democracia estadounidense y sacaron armas para proteger la Cámara de Representantes en un enfrentamiento violento. Los alborotadores llegaron al estrado del Senado, donde poco antes estuvo el vicepresidente, y a la oficina de la presidenta Nancy Pelosi, donde uno se sentó en su escritorio.
La inusitada invasión del Capitolio se produjo poco después de que Trump incitó a sus admiradores, en un mitin, a marchar a la sede del Congreso para protestar por la validación de los resultados de las elecciones que perdió, sugiriendo incluso que se uniría a ellos, aunque no lo hizo. Aunque no los instó de manera explícita a entrar por la fuerza en el edificio, les dijo que le estaban robando la presidencia y que nadie debería tolerar eso, lo que enardeció a la concurrencia provocando el estallido de violencia que poco después sucedería en el otro extremo de la avenida Pensilvania.
Solo después de que la situación empeoró, Trump finalmente hizo un llamado a la calma. “Pido a todas las personas que están en el Capitolio de Estados Unidos que sean pacíficas”, escribió en Twitter. “¡Sin violencia! Recuerden, NOSOTROS somos el Partido de la Ley y el Orden: respeten la Ley y a nuestros grandes hombres y mujeres de azul. ¡Gracias!”.
Pero, inicialmente, no les dijo que abandonaran el Capitolio o que permitieran que se reanudaran los procedimientos, al punto que incluso los propios asesores de Trump le imploraron que se pronunciara. “Condene esto ahora, @realDonaldTrump”, escribió en Twitter Alyssa Farah, quien acaba de renunciar como su directora de comunicaciones. “Eres el único al que escucharán. ¡Por nuestro país!”.
Mick Mulvaney, quien se desempeñó como jefe de gabinete de Trump en la Casa Blanca, y luego se convirtió en un enviado especial, hizo un llamado similar. “El tuit del presidente no es suficiente”, escribió. “Él puede detener esto ahora y debe hacer exactamente eso. Dígale a esta gente que se vaya a casa”.
Momentos después de que el presidente electo Joseph Biden apareció en televisión en vivo para deplorar la “sedición” en el Capitolio y pedirle a Trump que se presentara ante las cámaras, el presidente lanzó un video grabado en línea que ofrecía mensajes contradictorios. Reiteró sus quejas contra las personas que eran “tan malas y tan malvadas”, incluso cuando les dijo a sus seguidores que era hora de retirarse, sin condenar sus acciones.
“Sé que están heridos”, les dijo. “Nos robaron una elección. Fue una elección arrolladora y todos lo saben, especialmente los del otro lado. Pero hay que irse a casa ahora”. Y añadió: “Los amamos. Son muy especiales”.
Los críticos del mandatario lo responsabilizaron por alentar la respuesta violenta, al decirles repetidamente a los estadounidenses que le habían robado las elecciones cuando no fue así. “Esto es lo que el presidente ha causado hoy, esta insurrección”, dijo Mitt Romney, senador republicano por Utah, a un periodista cuando lo trasladaban junto con otros legisladores a un lugar seguro que las autoridades pidieron que no se revelara.
Adam Kinzinger, representante republicano por Illinois y otro gran crítico del presidente, fue aún más lejos, y acusó a los simpatizantes de Trump de buscar el derrocamiento violento del gobierno. “Esto es un intento de golpe”, escribió en Twitter.
Los aliados republicanos del presidente, que tratan de obstaculizar el conteo de los electores de Biden con la esperanza de ayudar a Trump en su intento por aferrarse al poder, denunciaron la violencia sin flaquear en sus esfuerzos.
“La violencia debe terminar, los que atacaron a la policía y violaron la ley deben ser procesados, y el Congreso debe volver al trabajo y terminar su tarea”, dijo Josh Hawley, senador republicano por Misuri y líder del esfuerzo de bloqueo de las elecciones, en una declaración.
Aunque Washington ha sido el escenario de muchas protestas a lo largo de los años, incluidas algunas que se volvieron violentas, la convulsión del miércoles no se parecía a nada que haya visto la capital durante una transición de poder en los tiempos modernos, llegando a interrumpir literalmente la aceptación constitucional de la victoria electoral de Biden. Una presidencia que ha provocado hostilidad y divisiones durante cuatro años parece que termina con una explosión de ira, desorden y violencia.
“Nunca nos rendiremos”, declaró Trump en su “Marcha para salvar América”, en el parque Elipse, poco antes del levantamiento, durante su último esfuerzo para justificar su intento fallido de revertir las elecciones democráticas con falsas afirmaciones de fraude que han sido desacreditadas por las votaciones, los jueces e incluso su propio fiscal general. “Nunca cederemos. Eso no pasará. No se concede cuando se trata de un robo. Nuestro país ya ha tenido suficiente. No lo soportaremos más, y de eso se trata todo esto”.
Mientras la multitud en el Elipse coreaba: “¡Lucha por Trump! ¡Lucha por Trump!”, el presidente arremetió contra los miembros de su propio partido por no hacer más para ayudarlo a aferrarse al poder por encima de la voluntad del pueblo. “Hay tantos republicanos débiles”, se quejó, y luego juró vengarse de quienes considera que no han sido suficientemente leales. “Serán los primeros”, dijo.
Se refirió a Brian Kemp, gobernador republicano de Georgia, que lo enfureció al no intervenir en las elecciones, llamándolo “uno de los gobernadores más tontos de Estados Unidos”. Y también atacó a William Barr, el fiscal general que no quiso validar sus quejas electorales. “De repente, Bill Barr cambió”, se quejó.
Otros oradores, incluidos sus hijos Donald Trump Jr. y Eric Trump, criticaron a los legisladores republicanos por no defender al mandatario. “Esta reunión debería enviarles un mensaje a las personas que no hicieron nada para detener el robo”, dijo Donald Trump Jr. “Este ya no es su Partido Republicano. Este es el Partido Republicano de Donald Trump”.
Para muchos republicanos, ese es el problema. Incluso cuando la presidencia de Trump se estaba perdiendo, los republicanos se tornaron cada vez más en su contra, enfurecidos por las elecciones de segunda vuelta del martes en Georgia que parecían favorecer a los demócratas y los votos que obligaban a los legisladores a declararse a favor o en contra de los resultados de una elección democrática.
Incluso Pence y Mitch McConnell, senador republicano por Kentucky y actual líder de la mayoría del Senado, quienes han sido algunos de los partidarios más leales de Trump durante los últimos cuatro años, finalmente rompieron con él de manera decisiva. Pence rechazó la petición del mandatario de que use su papel como director del recuento del Colegio Electoral para rechazar a los electores de Biden. Y McConnell pronunció un enérgico discurso en el que repudió el esfuerzo de Trump por revertir las elecciones.
“Si estas elecciones fueran anuladas simplemente por las acusaciones del bando perdedor, nuestra democracia entraría en una espiral de muerte”, dijo McConnell en un discurso antes de que los alborotadores invadieran el Capitolio.
Pence rechazó al presidente, minutos después de que lo presionara públicamente para que hiciera lo que incluso Jay Sekulow, abogado del mandatario, dijo que el vicepresidente no podía hacer: rechazar a los electores de los estados indecisos que perdieron los republicanos.
“Espero que Mike haga lo correcto”, dijo Trump en el mitin del Elipse. “Yo espero que sí. Eso espero porque si Mike Pence hace lo correcto, ganaremos las elecciones”.
Minutos después, Pence divulgó una carta en la que decía que no tenía el poder para hacer lo que el presidente quería. “Conferir al vicepresidente una autoridad unilateral para decidir las contiendas presidenciales sería completamente antitético” al diseño constitucional, escribió.
Y agregó: “Creo que mi juramento de apoyar y defender la Constitución me limita al momento de reclamar una autoridad unilateral para determinar qué votos electorales deben contarse y cuáles no”.
Como Pence no quería ni podía detener el conteo, los partidarios del presidente decidieron hacerlo ellos mismos. Y, durante varias horas, lo lograron.
Peter Baker es el corresponsal principal de la Casa Blanca y ha cubierto las gestiones de los últimos cuatro presidentes para el Times y The Washington Post. También es autor de seis libros, el más reciente de ellos se titula The Man Who Ran Washington: The Life and Times of James A. Baker III. @peterbakernyt • Facebook