"Culturas", Cassandra
Ni contigo ni sin ti, los partidos políticos son base necesaria de la democracia y, a su vez, su peor enemigo.
Simone Weil escribió este clarividente artículo en 1943.
¿Conseguirán los partidos democráticos salvar la democracia de los partidos democráticos?
Lee las Notas aquí debajo:
Puedes leer las Notas aquí: https://www.ddooss.org/articulos/textos/Simone_Weil.htm
También puedes leerlas aquí: https://www.culturamas.es/blog/2015/04/05/simone-weil-sobre-la-supresion-general-de-los-partidos-politicos/
Sobre Simone Weil: "La proposta ètica de Simone Weil per a una Europa en crisi (1909-1943)"; Josep Otón; 213 pgs: http://www.xtec.cat/sgfp/llicencies/200304/memories/864m.pdf
Apartado 4.2.1.2 de este artículo: La soberanía
Uno de los problemas clave de la reflexión weiliana sobre la política és el tema de la soberanía. En el fondo se cuestiona la legitimidad de la opinión de la mayoría, ya que, como hemos visto en el caso alemán, precisamente una mayoría de votos llevó Hitler al poder. Por tanto, Weil busca alternativas teóricas y prácticas para la democracia de partidos. “No es deseable que la nación sea soberana, sino que lo sea la justicia.”
Weil considera que, a pesar de la expresión “soberanía nacional” aquello que de facto es soberano es, en la práctica, la fuerza, que está en manos de una pequeña fracción de la nación. Por ello, ella defiende que quién tiene que ser soberano es la justícia.“
"Todas las constituciones políticas, republicanas o no, tienen como única finalidad -si son legítimas- impedir o al menos limitar la opresión hacia la cual la fuerza se inclina de forma natural.”
Para Weil, el auténtico espíritu de 1789 consiste en pensar, “no que algo es justo porque el pueblo lo quiere, sino que, en ciertas condiciones, la voluntad del pueblo tiene más posibilidades que ninguna otra voluntad de estar de acuerdo con la justicia.”
El caso alemán es aún más claro: “Si la República de Weimar, en vez de Hitler, hubiera decidido por vías rigurosamente parlamentarias y legales poner a los judios en campos de concentración y torturarlos refinadamente hasta la muerte, las torturas no habrían tenido ni un átomo de legitimidad más de la que ahora tienen.” (pg 132)