"Ley (electoral) trasnochada", Enric Sierra

A partir de mañana está prohibida la publicación de encuestas electorales a pesar de que todavía faltan seis días para las elecciones catalanas. No obstante, los sondeos se realizan hasta el último día y tanto partidos políticos como medios de comunicación tienen acceso a esos datos. Pero darlos a conocer a la población está penado con la cárcel. 

La ley que regula este anacronismo es antidiluviana porque los ciudadanos pueden acceder a las encuestas con un solo clic en una web extranjera. Otro ejemplo de esta absurdidad legislativa es el día de reflexión. La libertad de expresión y de reunión estarán limitadas este sábado y los candidatos y partidos deben medir bien lo que dicen para no ser imputados.

Las manifestaciones, aunque no sean electorales, están restringidas. Esta ley obsoleta otorga a los ciudadanos un trato preinfantil porque en la era de internet, de los smartphones, de las redes sociales o de los grupos de WhatsApp se nos pretende proteger ingenuamente de influencias que distraigan nuestra reflexión. Quizás busquen amparar a los indecisos que son los que más información requerirían para decidir su voto. Pero no. Se impone la censura y el silencio bajo amenaza del palo judicial. Los guardianes de este tarro de naftalina son las juntas electorales que durante la campaña adquieren un enorme y desproporcionado poder que llevan al extremo de determinar qué se puede decir y qué no, llegando a prohibir el uso de palabras y conceptos. Todo ello nos recuerda a aquellos viejos censores de la dictadura que revisaban los textos antes de su publicación o interpretación en cines y teatros, y los modificaban a su antojo para que se adaptaran al orden establecido, militar por supuesto. 

Esta ley que también rige en España, no se ha cambiado en Catalunya por la incapacidad de los políticos catalanes de modernizarla en los últimos 40 años.