Senegal, la democracia en crisis

En las elecciones presidenciales que se celebran hoy en Senegal está en juego el futuro de una de las democracias más antiguas de África.El presidente saliente, Abdoulaye Wade, antes destacado defensor de la democracia, ha pasado a ser, cuando cuenta casi 90 años, su sepulturero. Desde que tomó posesión en el 2000, Wade ha estado trasteando peligrosamente con la Constitución de Senegal. De los quince cambios que Wade hizo en la Constitución, diez debilitaron la democracia; los otros fueron erráticos, si no estrambóticos. Por ejemplo, Wade abolió el Senado pero lo reinstauró al comprender que se podía utilizar para recompensar a aliados políticos. Redujo el mandato presidencial de siete años a cinco, pero después restableció los siete años.

En febrero del 2007, Wade fue reelegido presidente de Senegal entre acusaciones de la oposición de que la elección no había sido libre ni justa. Por ello, la oposición boicoteó las elecciones legislativas de junio del 2007. Fue un error, pues el boicot brindó a Wade el control absoluto de la legislatura, además de la capacidad para nombrar sin trabas a los jueces del Tribunal Constitucional.

En junio pasado, Wade intentó lo que habría equivalido a un golpe constitucional. La encuesta de opinión más reciente en Senegal, hecha el año anterior, había indicado que Wade obtendría sólo el 27% del voto en las presidenciales de hoy. Dada la disposición constitucional vigente sobre la celebración de una segunda vuelta, si ningún candidato obtiene el 50% y si los partidos de la oposición se unieran tras un candidato común, Wade perdería casi con toda seguridad.

Al comprenderlo, intentó hacer que la Asamblea Nacional modificara la Constitución a su favor una vez más. Cualquier candidato que obtuviera la mayoría relativa y al menos el 25% del voto popular en la primera vuelta obtendría la presidencia. No sería necesaria una segunda vuelta. Gracias a unas manifestaciones masivas, en las que participaron muchos artistas populares, Wade dio marcha atrás. Ahora no puede evitar una segunda vuelta, pero ha intentado recurrir a otros trucos. Sus partidarios han distribuido encuestas falsas en las que se indica que ganaría en la primera vuelta con el 53% de los votos, prueba evidente de que el clan de Wade no concibe otra posibilidad que la de una victoria en la primera vuelta.

Al final de enero, el Constitucional amañado por Wade determinó que podía presentarse para un tercer mandato, pese a que la Constitución sólo permite dos. Además, la resolución excluyó al cantante y compositor Youssou N´Dour, mundialmente famoso, de presentar su candidatura contra él. Estallaron protestas y cinco personas murieron en los choques con la policía. Los partidos de la oposición y grupos de la sociedad civil denunciaron ese golpe constitucional y adoptaron el lema "Wade dégage!" (¡Fuera Wade!), que recordaba al de "Ben Ali dégage!" (¡Fuera Ben Ali!) del año pasado en Túnez.

De hecho, si Senegal fuera como la América Latina de los decenios de 1960 y 1970, probablemente el ejército habría tomado ya el poder con el disfraz de salvador del orden público. Por fortuna, Senegal, como India, es uno de los pocos países nacidos tras la Segunda Guerra Mundial que nunca han tenido un golpe de Estado militar. La estrategia más eficaz - y democrática-de la oposición habría sido la de unirse tras un candidato común para presentarse contra Wade hace seis meses, cuando comenzó la campaña, del mismo modo que los dos partidos mayores de la oposición en Chile consiguieron unirse y derrotar al general Pinochet en el plebiscito de 1988. Técnicamente, sigue siendo una opción, pero ha llegado a ser una posibilidad improbable.

Pero aún se puede salvar la democracia senegalesa. Si los partidos opositores cumplen su promesa de unirse tras el candidato de la oposición que reciba más votos en la primera vuelta, lo más probable es que Wade pierda en la segunda vuelta. Además, las posibilidades de la oposición de beneficiarse de unas elecciones libres y justas aumentarán, gracias a una mayor observación externa de las elecciones que en el 2007, en las que no estuvieron presentes observadores internacionales. De hecho, un importante equipo de observadores de elecciones de la UE está en el terreno. Francia y EE. UU. son los dos países extranjeros más influyentes en Senegal. Tras la decisión del Constitucional de permitir a Wade presentar su candidatura para un tercer mandato, el Departamento de Estado de EE. UU. dijo que "lo propio de un estadista sería dejar paso a la siguiente generación". El ministro de Exteriores de Francia, Alain Juppé, hizo una declaración pública similar, lo que resultó una sorpresa, dada la notoria renuencia de Francia a romper las relaciones con los presidentes de África,incluidos los autócratas.

Si la oposición derrota a Wade, las instituciones democráticas más decisivas de Senegal podrían resultar revitalizadas. La oposición participaría en las elecciones generales de junio del 2012 y casi con toda seguridad las ganaría y todos los candidatos de la oposición han acordado que, sea cual fuere el que de ellos gane las elecciones presidenciales, se debe modificar la Constitución superpresidencial del país.

26-II-12, A. STEPAN, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Columbia É. SMITH, profesor en la Universidad de Columbia, investigador sobre Senegal, lavanguardia