*Cómo George Soros pasó de ser el heraldo de la democracia al “enemigo del pueblo” húngaro*, György Folk

En Hungría, las teorías de conspiración sobre George Soros, el inversionista multimillonario que se convirtió en un filántropo importante, fueron difundidas por los asesores políticos de Viktor Orbán con un objetivo claramente político. Aunque la recepción no haya sido nada fuera de lo común, los mensajes utilizados resonaron particularmente bien en su país natal.

Publicado en 22 julio 2021 a las 10:00, voxeurop

Multimillonario, judío, apoya las causas liberales y los valores democráticos: todos estos detalles del currículum de George Soros lo hicieron el chivo expiatorio perfecto al cual culpar por una infinidad de cuestiones sociales y políticas en todo el mundo. 

Pero la pregunta es cómo terminó recibiendo 500 000 tuits negativos al día y llegó a ser culpado por financiar los movimientos Antifa y Black Lives Matter con el fin de convertir a los electores en zombis junto con Hillary Clinton y Bill Gates al “forzar al mundo a inyectar chips en los organismos de las personas” para poder controlarles.

Todo comienza antes de la caída del Telón de Acero y continúa hasta llegar a la política contemporánea, época en la que Soros sigue siendo “culpado” por “luchar contra el cristianismo mediante su malvado Plan Soros” en Hungría. Incluso después de frenar la campaña de difamación contra él en los últimos dos años, está cerca de hacer una nueva aparición en la última edición de una “consulta nacional”: un cuestionario dirigido a los ciudadanos húngaros para que participen de dientes para afuera en consultas públicas democráticas.


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En realidad, las raíces de la teoría conspirativa de Soros relatan una larga historia que data de antes de la caída del Telón de Acero. Sin embargo, su historia como migrante húngaro originario de una familia judía y que hizo su fortuna en Estados Unidos, así como sus perspectivas favorables a la democracia, la libertad de expresión, los derechos y las libertades lo hicieron el blanco perfecto para todo tipo de acusaciones sociales y políticas atribuidas por gobiernos de todo el mundo.

Tomando en cuenta su larga devoción hacia los movimientos democráticos no violentos, la colaboración de Soros para influenciar la caída del Comunismo en la Unión Soviética y en Europa del Este le convirtió en un blanco mucho antes de que la palabra desinformación estuviese acuñada y que las noticias falsas constituyesen un fenómeno global.

Antes de 1989, enfureció a Moscú y a los regímenes autoritarios de Europa del Este, los Balcanes y Asia Central al apoyar abiertamente a los movimientos democráticos, las organizaciones de la sociedad civil, los organismos de control y los opositores políticos independientes de estos sistemas.

Una “fuente” de odio significativa que le rodea surge de la historia sobre cómo adquirió su gran fortuna. Lo primero que los británicos plantean en su contra es que, junto con otros inversionistas, Soros realizó una venta corta contra la libra esterlina y quebró el Banco de Inglaterra. En realidad, lo que sucedió fue que el denominado “miércoles negro” del 16 de septiembre de 1992, los especuladores alcanzaron un punto en el que las fuerzas de mercado aumentaron al unísono para hacer que el gobierno británico se retirase del Mecanismo de tipos de cambio (MTC) mediante la exclusión de la libra esterlina del acuerdo.

No fue una decisión fácil para el Banco de Inglaterra, aunque la libra ganó aún más fuerza cuando la economía británica se fortaleció una vez que se logró controlar los niveles de inflación y disminuyeron las altas tasas de interés. Con su fondo de inversiones, Soros ganó 1000 millones de dólares como resultado de esta jugada y consolidó su posición como el mejor especulador de divisas del mundo. No obstante, cabe destacar que tanto antes como después de realizar su venta corta contra la libra esterlina demostró ser un gestor de fondos particularmente exitoso mediante su compañía Soros Fund Management, LLC y brindó ganancias excepcionales a sus inversores.

Tras formarse una reputación financiera agresiva, se ganó una reputación como filántropo destacado. Debido a su riqueza y a su apoyo a causas liberales e instituciones democráticas, las organizaciones dirigieron la atención del público hacia Soros.

Primero apoyó los movimientos universitarios contra el apartheid en 1979 gracias a la Open Society Foundation de Sudáfrica, que recién se había fundado. Después, en 1984, comenzó a ayudar a los movimientos democráticos de oposición en Hungría y otros países de Europa Central y Oriental al subvencionar los estudios en el extranjero de disidentes de Europa del Este. Uno de los beneficiarios de estas subvenciones fue, célebremente, el primer ministro húngaro Viktor Orbán, que obtuvo la beca de Soros en 1989 y estudió ciencias políticas en el Pembroke College, en Oxford, solo para convertirse más tarde en uno de sus principales opositores.

Además de apoyar movimientos democráticos en todo el mundo, desde China hasta Sudamérica, en 1991, Soros fundó la Universidad Centroeuropea, que, en nombre de “la lucha contra el liberalismo”, fue obligada abruptamente a transferirse fuera de Budapest. Pero Soros no tardó en apoyar la educación temprana, a las minorías gitanas en Europa del Este, a los grupos por los derechos de las mujeres, las políticas de drogas basadas en la evidencia y la reducción de riesgos centradas en la comunidad LGBTQ+, los derechos de las personas con discapacidad, etc. Al respaldar todos estos casos y destinarles miles de millones de dólares estadounidenses en distintas partes del mundo, George Soros se convirtió en un blanco de tiro para muchos gobiernos, particularmente para líderes con tendencias autoritarias.

“Enemigo público número 1”

Pese a que las teorías conspirativas sobre Soros han existido desde inicios de los noventa, los expertos en desinformación concuerdan en que “la imagen de George Soros” que el mundo conoce fue cuidadosamente elaborada por Arthur Finkelstein y George Birnbaum, los dos consejeros políticos del ex primer ministro Benjamín Netanyahu que comenzaron a trabajar para Viktor Orbán y su gobierno a principios de 2008. Estos le aconsejaron a Orbán que edificase una campaña de difamación contra Soros para convertirle en la “mente maestra” responsable de ayudar a los enemigos de Hungría en lo que respecta a “la injerencia en el Islam y las fuerzas seculares”.

En una entrevista para la revista suiza Das Magazin, el mismo Birnbaum reconoció que habían apodado a Soros “el enemigo perfecto”. El gobierno del Fidesz de Orbán inició la implementación de su estrategia de comunicación con un artículo publicado en un periódico progobierno que alegaba que, si bien “en teoría Soros había cerrado su ONG húngara en 2008”, desde ese entonces, esta había destinado más de 500 millones de dólares a los grupos anti-Orbán en el país.

La campaña contra el denominado “Plan Soros” financiada por el Estado húngaro condujo a actos de acoso por parte del sistema de justicia y policía, y a campañas de difamación contra organizaciones de la sociedad civil que recibían donaciones de Soros. Por su parte, el primer ministro incluso llegó a hablar de “capitales internacionales” y proferir otras retóricas antisemitas. Desde ese entonces, Soros fue culpado por “intentar saturar a la UE con la inmigración ilegal”.

En 2017, se colocaron carteles en todo el país de Soros sonriendo con el lema “Que George Soros no ría el último”. Según un artículo frecuentemente citado, el enfoque de Finkelstein y Birnbaum marchó bien ya que una gran parte de la población húngara manifestó estar en contra de Soros, y además ayudó a que Orbán ganase las elecciones parlamentarias en 2014 y 2018. La campaña de difamación funcionó tan bien que en poco tiempo Soros fue demonizado en todo el mundo: en Rusia, Polonia, Estados Unidos, Italia y muchos otros países.

En retrospectiva, la clave para el éxito de la estrategia de Finkelstein y Birnbaum fue el no haberse servido de un tipo de comunicación temática utilizada con frecuencia en la política, sino más bien de una comunicación basada en historias que les permitió alternar diversos temas y atenerse a la misma narrativa. A saber, un cuento de hadas estructurado cuyo material y léxico de base provienen de cuestiones sociales y opiniones públicas relacionadas. Esto le permitió a Orbán mencionar el “Plan Soros” en casi cualquier tema sobre sus necesidades e intereses políticos.

La imagen de un enemigo flexible se convirtió en un fenómeno global gracias a páginas como Breitbart e Infowars, que le tildaron de “globalista”, o a la antigua candidata congresista republicana Marjorie Taylor Greene, que en repetidas ocasiones describió a George Soros como un “enemigo del pueblo”. También cabe mencionar la vez en que Rudy Giuliani, el abogado de Donald Trump, declaró ante la prensa que Soros “está determinado a destruir nuestro gobierno por alguna sucia razón que se remonta a su asqueroso trasfondo”.

Estos y otros innumerables estigmas antisemitas y divisorios sobre Soros conducen a las acusaciones falsas más alocadas contra él. Por ejemplo, que paga por obtener manifestantes y por transportarlos en grandes grupos, y que esconde grandes pilas de ladrillos cerca de los lugares de protesta. En 2018, una cadena de televisión rumana acusó a Soros de pagar a perros para que protestasen contra el gobierno. Y recientemente, se alegó que Soros había afirmado financiar programas de vacunación contra la covid-19 para inyectar chips a las personas que luego le permitiesen manipularlas.

Pero hablando con franqueza, según Matthew Lyons, populista e investigador de la ideología de extrema derecha, las acusaciones y narrativas comunes e internacionales en torno a Soros resuenan con una larga historia de mitos y estereotipos antisemitas. Al hablar con The Guardian, Lyons explicó que “un tema antisemita central milenario es la noción de que los judíos constituyen un grupo malvado y de inmenso poderío que actúa detrás de escenas”. Clasificar a Soros como “globalista” le vincula a esa vieja manera de referirse a los judíos en Europa – cínicamente por parte de dos asesores políticos israelitas.