entrevista, IX-06


Dieciséis años después de la publicación de ´El género en disputa´, el feminismo es ahora mucho más rico y complejo, y cabe hablar de diferentes feminismos. Quisiera preguntarle cómo se situaría entre los diversos feminismos de la actualidad.

Es curioso que en Europa se me considere como postfeminista y creo que esto no es correcto. Mi pensamiento y mis compromisos no son sólo ni exclusivamente feministas, aunque, sin duda, también son feministas. ¿Por qué seguir con el feminismo? Pues porque todavía hay diferencias de salario entre hombres y mujeres, todavía hay poblaciones enteras desprotegidas ante la violación marital, todavía hay falta de acceso a tecnologías reproductivas y a derechos reproductivos. La crítica del feminismo de la identidad ha sido fundamental en mi trabajo durante muchos años. Continúo pensando que lo que entendemos como la realidad del género es un producto de ciertas prácticas y puede ser alterado a través de prácticas. No creo que se pueda describir el género estructuralmente, como algo que tiene una serie de significados estables en virtud de razones naturales, o estructuras o leyes culturales.

En los Estados Unidos se considera que no soy una feminista porque no estoy de acuerdo con el punto de vista de Catherine McKinonn, lo que implica que McKinnon es feminismo, lo cual es una pesadilla. También están las llamadas postfeministas, que son auténticas libertarias radicales que piensan que todos somos libres para pensar como queramos. El problema de esta visión es que erradica completamente todas las dimensiones del poder que saturan nuestras vidas y que son importantes en relación al género. Así que es un problema: tanto aceptar una jerarquía de género muy rígida, que postule que los hombres dominan a las mujeres y que las mujeres sólo pueden ser comprendidas en términos de su relación con el ser dominadas, como pensar como una libertaria que no cree en las relaciones de poder. Pensar el poder como algo dinámico, flexible, privativo, negativo pero también productivo, es el término medio que tiende a caer fuera de la ecuación cuando identificamos al feminismo con esa estructura más rígida y al postfeminismo con el libertarismo.

La escuela de Milán ha sido muy influyente y creo que en el contexto de Italia y del catolicismo tiene mucho sentido. La lucha para que se entienda que las mujeres tienen una relación especial con la reproducción es importante en una cultura que ha tratado de capturar esa relación o de privatizar el problema de la reproducción misma. No obstante, creo que sería un terrible error desarrollar una ontología de la feminidad que la vincule demasiado a la reproducción, ya que no creo que ésta sea la única causa de la opresión de las mujeres. Me preocupa que cuando se entiende la reproducción como una cuestión exclusiva de las mujeres se favorezca que los hombres se consideren como un elemento poco importante del proceso, cuando en realidad son primordiales. Los hombres son también el sujeto del feminismo, pero para que el feminismo prospere necesita dejar de preguntarse sobre el sujeto. Para desarrollar un programa político fuerte a favor de la igualdad de género no se necesita saber cuál es el sujeto del feminismo. El feminismo se puede perjudicar si insiste en que las políticas para la justicia y la igualdad necesitan estar basadas en una ontología de lo femenino.

Como filósofa, usted trata de cómo las normas de género nos permiten aparecer como humanos, por una parte, ypor otra se pronuncia públicamente en contra de la política exterior de los Estados Unidos. ¿Cómo enlaza ambas líneas de trabajo?

Desde El género en disputa me he ocupado de cómo se actúa de acuerdo con ciertas normas restrictivas de género que se presuponen acerca de lo que se considera un ser humano. Cuando nace un bebé, la primera pregunta ¿es niño o niña? establece desde el principio que no podemos ser comprendidos como humanos a menos que seamos primero comprendidos como seres de género. Así, la norma del género se convierte en una presuposición de la inteligibilidad humana. Pero también debemos preguntarnos qué otro tipos de presuposiciones funcionan de esa forma. Una cosa que está muy clara en Estados Unidos, después de haber emprendido dos guerras, contra Afganistán y contra Iraq, es que cuando emprende la guerra decide y propaga cierta idea de lo humano que es la que trata de defender y otra idea de lo no-humano en contra de la cual lucha. Por ejemplo, nunca vemos fotografías de los muertos de la guerra, ni de los que Estados Unidos ha matado ni de nuestros propios muertos. Creo que se hace un esfuerzo para llamarlos árabes o islámicos como una condición de barbarismo más que de humanidad. Así pues, aquí opera una norma de civilización o una norma racista que legitima la guerra de los Estados Unidos y deshumaniza a ese otro.

El hecho de que no se pueda llevar luto por esos a los que matamos no sólo sostiene el esfuerzo necesario para la guerra, sino que, a través de diversas restricciones en los medios, convierte esta guerra en irreal para evitar que las personas respondan afectivamente a ella. Se ha utilizado además cínicamente el feminismo cuando, en realidad, la administración Bush es una de las más antifeministas de la historia de Estados Unidos. No les preocupa realmente el feminismo en el islam; están sólo interesados en imponer ciertas ideas en una misión civilizadora enormemente problemática. La repentina exposición de la permeabilidad de los límites de los Estados Unidos a causa del 11 de setiembre no sólo fue castrador, sino insoportable. Se buscó una reconstrucción de la identidad nacional en términos del sujeto masculino que trata de ser unilateralmente eficiente y de tener totalmente bajo control las consecuencias de sus actos. Por supuesto, lo que vemos ahora es que parece haber perdido el control casi completamente y está volviendo a experimentar esa humillación. Es una estrategia fatal.

¿Qué piensa de la búsqueda de legitimidad del colectivo homosexual a través del derecho al matrimonio? ¿Señala el final del proyecto radical que tenía como objetivo articular y apoyar, la cito textualmente, "la proliferación de prácticas sexuales fuera del matrimonio y las obligaciones del parentesco"?

Creo que ambas cuestiones son compatibles. Por una parte, si va a haber una institución del matrimonio, no debería ser discriminadora. Por otra parte, me preocupa mucho que el matrimonio homosexual se convierta en el objetivo más importante del movimiento gay, lesbiano y bisexual, del movimiento para las minorías sexuales. La legitimación legal toma el lugar de la innovación política y la experimentación cultural. Creo que, en la actualidad, deberíamos tener diversos compromisos globales con la crisis del sida en África, la juventud queer, la gente mayor y la gente que trata de encontrar un camino fuera de la norma del matrimonio. Me parece que debería haber no sólo un movimiento gay y lesbiano, sino también un movimiento de minorías sexuales que se involucre en todas estas cuestiones, incluyendo transgenerismo, transexualidad, intersexualidad. Todos estos son objetivos radicales que necesitan ser atendidos y me preocupa que un movimiento que se centra demasiado en la norma del matrimonio evada dichas responsabilidades.

Disfruté mucho leyendo los capítulos de ´Deshacer el género´ en los que habla de usted misma.

Casi no me acuerdo. Estoy sorprendida de haber incluido esto.

¿De verdad? A todo el mundo le ha encantado.

Estupendo. Pero no sé por qué lo hice.

¿No se trata de una consecuencia de pensar sobre el sujeto y su relación a la norma en su deseo de reconocimiento? ¿Cómo valora el posicionamiento autobiográfico en relación al propio pensamiento?

Cuando empecé a escribir, la insistencia del feminismo sobre la escritura en primera persona era tal que decidí resistirme. Todo el mundo me decía: bueno y ¿dónde estás tú en el texto? Pues estoy allí. Me encuentras o no, pero no estoy ausente. Quiero decir, ¿quién si no está escribiendo? Estoy escribiendo yo. Pero quise tener acceso a la privacidad. No me gustaba la idea de que ser feminista implicara exponer tu material más íntimo. Creo que la primera persona es importante y reflexionar sobre una misma también, pero es un punto de partida para pensar cómo cualquiera de nosotros se establece en un mundo a través de una serie de normas sociales o restricciones que no hemos hecho nosotros. Así pues, se puede empezar con el yo, pero el yo debe desorientarse en virtud de su propia descripción, si no, uno se queda atrapado en el yo.

Si tuviera que definirme diría que soy alguien que en todo momento se resiste a la cuestión de la propia definición. No significa que no vaya a declarar que no soy feminista. ¡Soy feminista! Oqueno soy lesbiana. ¡Soy lesbiana! ¿Sabes? ¡Soy judía! ¿Qué quieres? Te lo digo. No es un problema. Si hubiera nacido veinte años más tarde quizá sería también transgénero, ¿quién sabe? Se me ha pasado el momento por una cuestión generacional. ¿Por qué creemos que la auto-definición nos dará lo que necesitamos saber sobre esa persona? ¿Por qué preguntamos cómo te defines en lugar de preguntar en qué estás comprometido o qué te gustaría cambiar o en qué estás en contra?

Esto nos lleva a otra de las cuestiones que me ha gustado mucho de ´Deshacer el género´. Me refiero a la incertidumbre. Es muy difícil tratar con ella. Se necesita un verdadero entrenamiento para sostener esta auto-interrogación y evitar la categorización.

Bueno, se puede utilizar la categorización pero se debe dejar abierta. Sí, soy judía. Pero ¿realmente sé lo que significa ser judía? No, no lo sé. Soy una judía que no sabe lo que es serlo. ¿Es esto lo que es ser judía? Sí. ¿Sabes? Se pueden hacer las dos cosas. No voy a negar ninguna categoría porque me sitúe en una posición minoritaria, pero tampoco voy a decir que esa categoría tiene la última palabra sobre quién soy yo. Confío en mi capacidad de mantener una relación crítica con las cosas que más aprecio. Criticar no significa destruir, sólo podemos criticar lo que valoramos. Debo mantener ciertas cuestiones abiertas como una forma de rehusar el dogmatismo y el sentido común. No quiero tener nada que ver con el status quo. Sí, produce cierta ansiedad pero también abre una posibilidad. Creo que vivimos en un mundo en el que las personas sienten que las posibilidades se están cerrando mucho, así que abrir posibilidades es como romper la trama del mundo que damos por hecho. Si dejo de hacerlo siento que deja de haber un futuro. Así que es en nombre del futuro, ¿sabes? No puedo satisfacer a los que me piden que me identifique. Si les diera satisfacción dejarían de leerme.

(Patricia Soley, París, 20-VI-06/lavanguardia, 6-IX-06)