Serguéi Skvortsov, el hombre que retuvo las islas Kuriles

Serguéi Skvortsov, el hombre que retuvo las islas Kuriles

Quién

Impulsó las protestas en Rusia contra la devolución de dos islas a Japón a cambio de un tratado de paz que nunca se firmó

Nacionalista ruso

“Primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética”, dice la tarjeta de visita de Serguéi Skvortsov

Gonzalo Aragonés

Serguéi Borísovich Skvortsov es un personaje atípico en el panorama político de Moscú. Como es costumbre en la capital rusa, nos citamos en el centro de la sala de una estación del metro. Pero él es un moscovita nada común. En su tarjeta de visita se lee en inglés: “Primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética”. Y es que, tras la desintegración de la URSS, encabezó uno de los intentos de restaurar el partido que fundó Lenin. Desde entonces dirige esta formación política no registrada oficialmente ni reconocida por los otros comunistas.

A pesar de su escasa fuerza política, este hombre ha logrado con su movilización frenar el último intento del Gobierno ruso de negociar con Japón la cuestión de las islas Kuriles. “Llevo ocupándome de este tema 30 años. Durante la perestroika trabajaba en una fundación de ideas para el gobierno y ya nos llegó información de que Eduard Shevardnadze (ministro de Exteriores soviético) apoyaba la idea de entregar territorio a Japón. Tras el fin de la URSS, la idea se volvió a resucitar, y empezamos a organizarnos en contra”, explica en una cafetería que encontramos cerca del metro. “Entonces reunimos decenas de miles de firmas y organizamos varias manifestaciones en Moscú. Yeltsin tuvo que suspender su viaje a Japón”. El contencioso y la posibilidad de que Rusia entregue las cuatro Kuriles del Sur que reclama Tokio (conocidas como Territorio del Norte en Japón) no se volvió a plantear hasta el 2001 y años posteriores, pero quedaron en nada por los desacuerdos entre ­ambos países.

 

“Pensé que estaba todo perdido, pero luego la protesta comenzó a calar; con la patria no se negocia”

El Ejército soviético ocupó al final de la Segunda Guerra Mundial las cuatro islas más al sur de este archipiélago volcánico. Tokio argumenta que había capitulado antes de la ocupación y reclama su soberanía. Este desacuerdo es la razón de que aún hoy ambos países no hayan firmado un tratado de paz.

Hace un año, el presidente de ­Rusia, Vladímir Putin, y el primer ministro japonés, Abe Shinzo, anunciaron su decisión de firmar el tratado. Después, Rusia estaría dispuesta a entregar a Japón las dos islas más pequeñas, Shikotán, y los ­islotes de Habomai, como se fijó en una declaración conjunta de 1956.

Skvortsov y su pequeña organización volvieron a tomar su antigua causa. “Pensé que estaba todo perdido”, confiesa. “No nos autorizaron las manifestaciones, así que formamos piquetes individuales, para los que no es necesario pedir permiso. Al principio no fue muy efectivo, pero el mensaje comenzó a llegar”.

Putin y Shinzo se reunieron en enero en Moscú. La prensa japonesa llegó a publicar que se esperaba la firma en junio, durante la cumbre del G-20 de Osaka. Pero en esos meses todo cambió.

Skvortsov, que nació hace 63 años en la ciudad de Tula, logró aglutinar en torno al sentimiento patriótico formaciones de todos los espectros políticos, de nacionalistas a partidos de izquierdas, algunos liberales y hasta sectores monárquicos. Se formó un “comité de defensa de la unidad territorial” en el que se incluyó al único político de primera fila que se unió al movimiento, Serguéi Baburin, candidato a la presidencia de Rusia en el 2018.

El Gobierno ruso ha repetido todo este año que no se trata de entregar las Kuriles más pequeñas, sino de unas negociaciones para lograr un tratado de paz. El ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, se remitió en agosto a la declaración de 1956, que decía que la entrega de las islas sólo se produciría después de la firma del tratado. “Para los rusos no hay ninguna diferencia. El resultado sería el mismo, y así lo entendió la prensa de Japón y luego la gente aquí”, replica un siempre sonriente Skvortsov. “Se publicó que Japón iba a invertir en la región, pero la reacción de la población rusa fue que con la patria no se negocia”.

La protesta caló “en lugares con poder”. Las autoridades permitieron la primera manifestación contra la entrega de las Kuriles en enero y luego hubo protestas en todo el país, de Kaliningrado a Sajalín. Cuando llegó julio y Abe Shinzo y Vladímir Putin se vieron en Osaka, el panorama había cambiado completamente. El Gobierno ruso ya no deseaba ligar las Kuriles al tratado de paz. “No quería enfrentarse a otra situación como la reforma de las pensiones que afecte a su popularidad”, dice Skvortsov refiriéndose a la contestación que sufrió tras retrasar la edad de jubilación.

Al final, parece haber ganado esta batalla. Putin dejó claro en el Foro Económico del Lejano Oriente, celebrado este mes en Vladivostok, que no se puede avanzar en un acuerdo con Japón por su alianza militar con EE.UU.

“Estamos muy contentos. Pero por desgracia esta no ha sido la primera vez y no hay ninguna garantía de que sea la última”, explica entre sorbo y sorbo de capuchino. Al menos su iniciativa ha logrado poner sobre blanco lo que opinan los rusos. El 77% rechaza devolver las Kuriles del Sur a Japón, según una encuesta del Centro de Estudios de la Opinión Pública de enero. Recientemente se hizo también una encuesta entre los habitantes de las islas que, “como se preguntó a casi todos, fue como un referéndum”, y el 96% está en contra de cualquier cesión territorial a Japón.