indignación francesa con Australia y EE.UU.: *Es una puñalada por la espalda*

París compara a Biden con Trump y subraya que “esto no se hace entre aliados”

(FILES) A file photo taken on May 2, 2018 shows French President Emmanuel Macron (2/L) and Australian Prime Minister Malcolm Turnbull (C) standing on the deck of HMAS Waller, a Collins-class submarine operated by the Royal Australian Navy, at Garden Island in Sydney. - Australia is expected to scrapped a 66 billion USD deal for France to build submarines, replacing it with nuclear-powered subs using US and British technology. (Photo by BRENDAN ESPOSITO / POOL / AFP)

Macron y el entonces premier australiano Turnbull, en el submarino Waller, en Sydney, en el 2018

BRENDAN ESPOSITO / AFP / archivo

Francia se ha sentido doblemente herida, en su bolsillo y en su orgullo. De ahí que reaccionara ayer con indignación y acusaciones muy graves al anuncio de Australia de que rompía un contrato de cooperación con París para la construcción de doce submarinos de ataque y de que optaba por hacerlo con Estados Unidos y Gran Bretaña, dentro de un nuevo gran pacto de defensa de los tres países en la región indo-pacífica para mantener a raya a China.

El ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean-Yves Le Drian, calificó la decisión australiana de “unilateral, brutal e imprevisible”.También dijo que “se parece mucho a lo que hacía Trump”, un reproche directo al presidente Joe Biden. “Esto no se hace entre aliados”, añadió Le Drian, muy enojado.

Está en juego mucho dinero en inversiones y un gran esfuerzo tecnológico

El jefe de la diplomacia francesa recordó que el acuerdo de los submarinos –por un valor total de 56.000 millones de euros, y que implica miles de puestos de trabajo durante años– se negoció entre el 2014 y el 2016. “Establecimos con Australia una relación de confianza y esta confianza se ha traicionado”, lamentó Le Drian. Según él, “esto no es el ­final de la historia”, lo que insinúa una eventual batalla política y jurídica.

Está en juego mucho dinero en inversiones y un gran esfuerzo tecnológico. En Francia se habló del “contrato del siglo”, con un vigencia de cincuenta años. El ministro recordó que hay ingenieros australianos trabajando en las instalaciones de Naval Group –la empresa constructora de los submarinos– en Cherburgo (Normandía) y también franceses en Adelaida, en la sede de la filial del consorcio francés en Australia. Además del perjuicio económico evidente, de “la puñalada por la espalda”, como la describió Le Drian, de cancelar el contrato industrial, el acuerdo entre Canberra, Washington y Londres deja bastante fuera de juego a Francia en la región indo-pacífica, donde posee diversos territorios y ­departamentos de ultramar (Nueva Caledonia, la Polinesia Francesa, las islas Kerguelen, la Reunión y Mayotte) y varios millones de kilómetros cuadrados de zonas económicas exclusivas en los océanos.

De poco sirvió a París que Biden, en su conexión virtual desde la Casa Blanca con los primeros ministros británico y australiano, subrayara que EE.UU. quiere “trabajar estrechamente con Francia” porque este país “tiene ya una presencia sustancial indo-pacífica y es un socio clave y aliado para fortalecer la seguridad y la prosperidad en la región”. En París, las palabras del presidente estadounidense sonaron a simple retórica y vano intento de paliar el daño causado en la relación ­bilateral. De ahí la envenenada comparación con la política de Trump que hizo Le Drian. La ministra de Defensa, Florence Parly, habló de “enorme decepción”, sobre todo “por la ruptura de la palabra dada”.

El acuerdo fraguado a sus espaldas entre EE.UU., Australia y el Reino Unido es visto como una afrenta, y más viniendo de aliados

Francia, uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y potencia nuclear desde los tiempos del general De Gaulle, hace sesenta años, se considera todavía a sí misma como un país con proyección global y un actor a tener en cuenta en los océanos Índico y Pacífico.

El acuerdo fraguado a sus espaldas entre EE.UU., Australia y el Reino Unido es visto como una afrenta, y más viniendo de aliados. París comparte la preocupación por el expansionismo chino y por eso envía periódicamente algunos buques de su Armada a patrullar por el mar de la China Meridional y por el estrecho de Taiwán.

Una de las inquietudes sobre una futura independencia del archipiélago de Nueva Caledonia es que si accede a la plena sobe­ranía y pierde el paraguas protector francés, estas islas a 1.500 kilómetros al noreste de Australia puedan ser fácilmente vulnerables a la creciente voracidad económica y militar china, como ya está sucediendo con otros microestados de la región, por ejemplo Kiribati y Vanuatu, donde los chinos construyen instalaciones estratégicas. Una eventual Kanaky –un estado canaco independiente– sería muy tentador para China debido a las enormes reservas de níquel del archipiélago.