Javier Krahe, persona(je) libre, libertario

Infartos: Muere Javier Krahe, el cantautor que apostó por el humor

 

 

Francisco Javier Krahe Salas (Madrid, 30 de marzo de 1944-Zahara de los Atunes, Cádiz, 12 de julio de 2015)1​ fue un cantautorespañol, conocido por usar la ironía y la comedia en sus canciones. Grabó 15 discos y fue cofundador del sello discográfico independiente 18 Chulos.

 

Fallece Javier Krahe, el cantautor de la crítica y el humor - Información

In Memoriam: Javier Krahe.

 

La vida y filosofía de Javier Krahe, a ritmo de anécdotas

  • Federico de Haro publica la primera biografía del cantautor: Ni feo, ni católico, ni sentimental

09.04.2021 | 13:53 horas

Por ESTEBAN RAMÓN, rtve
 

“Javier Krahe nunca fue viejo porque nunca fue joven”. La definición de Joaquín Sabina ilustra bien cómo el músico abrazó una filosofía de vida que no abandonó nunca: humor, amistad, distancia con lo grave y tres meses al año en Zahara de los Atunes. “Su éxito fue que vivió como nadie e hizo lo que quiso sin estar anclado a la dictadura de los billetes”, resume su biógrafo Federico del Haro.

Ni feo, ni católico, ni sentimental (Reservoir books) es el título la primera biografía del cantautor (expresión que Krahe rechazaba), fallecido en 2015. Una reunión de anécdotas y testimonios de familia y amigos, además de fotos y letras de cinco canciones de su primera época, como "El obseso sexual", que se creían perdidas.

De Haro es un admirador de Krahe que creció “escuchando en los viajes en coche La Mandrágora y cuando decía ‘gilipollas’ en "Marieta", era como una bula para un niño: podía repetirlo y mis padres se reían”.

“El libro es un perfil íntimo, de su mundo y ‘obravida’, porque no pueden separarse. Y todo huyendo de estereotipos: es más revelador una anécdota bien contada que la mera acumulación de datos”, explica. Joaquín Sabina, Javier Pla, El Gran Wyoming, Pablo Carbonell Óscar Ladoire son algunas de esas fuentes. “Han compartido sus mejores anécdotas como quien descorcha su mejor botella”.

Como ejemplo, una anécdota fundacional: cuando era Krahe un niño, su padre llegó a casa y les dijo a todos los hermanos que tenía una buena y una mala noticia. La buena era que había comprado unos terrenos. ¿Dónde? “En el cementerio sacramental de San Justo, solo hay sitio para los cinco primeros. Esa es la mala noticia”.

“Su carácter autoritario, pero a la vez el sentido del humor tan particular marca el de Javier y sus hermanos”, desarrolla el autor. Krahe inició su carrera como letrista cuando se instaló en Canadá con su gran amor Annick al acabar el servicio militar, y su hermano Jorge ponía la música y Rosa León cantaba. Rastreando esa época fue como Del Haro dio con "El obseso sexual", letra que aparecía citada en el Diccionario secreto, de Camilo José Cela.

El Brassens español

Krahe era tan escrupuloso con el lenguaje que, acerca de la todopoderosa influencia de Georges Brassens, dijo que dejó de traducir sus canciones porque era más fácil inventarse una nueva. Una vez, paseando por Zahara de los Atunes alguien le preguntó qué tal llevaba la canción que componía. "Bien, solo me queda una palabra", respondió. Sabina decía que Krahe trabajaba las letras no para mejorarlas, sino para hacerlas inmejorables

“No tenía popularidad, pero tenía prestigio. Krahe se merece en España, como mínimo, el reconocimiento que tiene Brassens en Francia, aunque Brassens vendía millones y Krahe miles”, opina el autor.

 Facilitada por Annick. Autor desconocido

Javier López de Guereña, que se presenta como “hijo predilecto de Javier Krahe por autodesignación”, explica que el Krahe músico “no está estudiado porque es un disparate”, y resume sus canciones como “muy bien mal hechas”.

Al músico se le quiebra la voz al recordar el fallecimiento del cantautor en 2015. “Había decidido tomarse un año ‘selvático’. Yo era un parásito vacacional: iba con toda mi familia a conquistar su casa de Zahara de los Atunes. Aquel día echamos la tarde, fuimos a tomar una copa y al volver a casa se nos murió”.

Todos coinciden en que en la localidad gaditana encontró su lugar en el mundo. “Dejaba el coche en la puerta y a ser posible no lo movía en todo el verano. Era muy hospitalario y siempre pasaba gente por su casa: Lo que más le gustaba era que nadie le hacía caso, ni siquiera al gran Wyoming, que llegó después, y mira que a Wyoming le increpan. Krahe nunca fue increpado, ni siquiera cuando querían lapidarle los ultracristianos”.

López de Guereña traza rápido el perfil de su amigo: “Con los artistas, a ser posible, hay que conocer la obra y no a la persona. No era el caso de Javier, que era algo extraordinario. Y la parte más interesante es su vida, su trato, su ingenio, su chispa. Igual la bondad ya no está tan bien vista, pero es el hallazgo superior del hombre. Viva Krahe”.

LIBROS

Javier Krahe. Ni feo, ni católico, ni sentimental (Reservoir Narrativa) :  de Haro, Federico: Amazon.es: Libros

JAVIER KRAHE Querencias y extravíos

LAS DIEZ ÚLTIMAS- EL DERECHO A LA PEREZA (LIBRO+ C. JAVIER KRAHE DE SALAS.  Libro en papel. 9788461667369

Javier Krahe, cantautor brillante e irreverante

Javier Krake nos dejó, de forma algo temprana, en 2015; un cantautor brillante, irreverente y divertidísimo, digno heredero del gran George Brassens. Además de su obra, nos ha legado un enfrentamiento con instituciones de lo más cuestionables en una actitud permanentemente irreductible. Hay que recordar aquel tema de Cuervo ingenuo, interpretado en el mítico concierto de Joaquin Sabina y Viceversa, grabado en directo en febrero de 1986 en el Teatro Salamanca de Madrid. Cuando Krahe iba a iniciar su actuación, las cámaras de Televisión Española dejaron de grabar, en un ejercicio de censura gubernamental, un tema donde se cantaban las verdades al hoy sorprendentemente alabado Felipe González. Y es que lo de este país sigue siendo un grave problema de memoria histórica.

A Krahe se le llamó a menudo el «Brassens español», cantante y compositor francés del siglo pasado, y del que creo puede decirse que es uno de los grandes poetas contemporáneos. Efectivamente, no solo por su gran talento, son varías las similitudes que hay entre los dos cantautores: malos estudiantes, pero devoradores de libros con avidez, lo que les supuso una gran cultura, ambos empezaron a cantar pasados los treinta, se mantuvieron al margen de los circuitos de éxito permaneciendo fieles a sus músicos y amigos, y los dos son simpatizantes del anarquismo. A pesar de esa filosofía vital coherente, honesta y profundamente inconformista, Brassens acabó siendo adorado por Francia y sus discos son ampliamente conocidos. No es el caso, todavía, de Javier Krahe, aunque sus fieles son (somos) una enorme minoría.


Un tipo que no se arrugó jamás ante el poder, que ha dicho y hecho lo que le ha apetecido, tiene que tener reconocimiento tarde o temprano. El poder trabajar, seguir componiendo y escribiendo geniales temas, y llenar una sala con unos pocos cientos de fieles (no tanto los discos, documentales o actos de reconocimiento, que algunos ha habido), estoy seguro de que fueron para él su mejor recompensa. Krahe, junto a sus músicos Javier López de Guereña, a la guitarra, Fernando Anguita, al contrabajo, Andreas Prittwitz, al saxofón o contrabajo, y las percusiones de Jimmy Ríos, fueron los habituales de la Sala Galileo o del Café Central, en Madrid. El público que compone sus recitales no era homogéneo, lo que resultó siempre esperanzador, ya que pueden encontrarse personas de distintas edades y diversa condición, el local se llenaba casi con seguridad. La complicidad entre el cantautor y los músicos hicieron que la calidad y la calidez fueran aún mayores, las introducciones de Krahe a cada tema eran tan inteligentes e hilarantes como los propios textos escritos.

Krahe nació en 1944, en el seno de una familia de clase media del barrio de Salamanca de Madrid. Aunque pueda parecer lo contrario, la mayoría de sus canciones recogían de manera sutil hechos reales de su propia vida o referencias indirectas. En el colegio marianista de Nuestra Señora del Pilar, en la calle Ayala del barrio mencionado, fue formándose un ácrata que dedicará gran parte de su trabajo a combatir a esos siniestros individuos con sotana, una directa intención anticlerical que resulta tremendamente necesaria en una sociedad española muy deudora todavía del franquismo. Los que nos consideramos ateos, creo que puedo hablar al menos por gran número de ellos que trato y conozco, tomamos la valiente decisión a una determinada edad de no buscar seguridades metafísicas ni tranquilidades existenciales de tipo alguno; por otra parte, estamos obligados igualmente a oponernos a toda institución que se arrogue la pretensión de una verdad con mayúsculas, que tienda al absolutismo, que pretenda gobernar las vidas de las personas manipulando conceptos muy humanos. Pienso, sinceramente, que es esta también la actitud vital que tomó el gran Javier Krahe.

Krahe, antes de optar por la carrera musical, estuvo muy interesado en ser realizador cinematográfico. Lo atestiguan unos cortometrajes, que realizó a finales de los 70 junto a Enrique Seseña, en los que se daban una serie de reflexiones sobre distintos aspectos de la vida. Uno de ellos sería el llamado Sobre la Cristofagia, que posteriormente sería conocido por Cómo cocinar un Cristo. Este genial e irreverente trabajo solo se dio a conocer de manera algo amplia, un cuarto de siglo después, cuando se incluye en el documental Esta no es la vida privada de Javier Krahe y se emite en una cadena de televisión. Como si fuera una receta de cocina, una voz en off nos narra los pasos a seguir para cocinar dicho símbolo religioso, mientras unas manos de mujer llevan a cabo la operación: «quitar un Cristo macilento del crucifijo, lavarlo con agua tibia para ‘desencostrarlo’, secarlo, untarlo con bastante mantequilla sobre un lecho de cebolla, salpimentarlo o aderezarlo con algunas especias y, finalmente, meterlo en el horno durante tres días, transcurridos los cuales, el Cristo sale solito».

Poco después de la emisión del corto, aparece una denuncia ante la Fiscalía General del Estado contra