París ofrece autonomía a las Antillas francesas

París ofrece autonomía a las Antillas francesas

Guadalupe y Martinica viven graves disturbios por la vacunación y la crisis social
A girl reacts as she walks past a street barricade with a burned car after unrest triggered by coronavirus disease (COVID-19) curbs, which has already rocked the nearby island of Guadeloupe, in Fort-De-France, Martinique November 26, 2021. REUTERS/Ricardo Arduengo

Restos de los recientes disturbios en las calles de Fort-de-France, capital de Martinica

RICARDO ARDUENGO / Reuters

El Gobierno francés ha planteado, por sorpresa, la posibilidad de otorgar la autonomía al archipiélago de Guadalupe, en las Antillas. La oferta se produce después de graves disturbios, que también afectan a Martinica, causados por la negativa de parte del personal sanitario a vacunarse y, en general, por el malestar ante una situación económica y social muy degradada en estas islas a más de 6.000 kilómetros de París.

La idea de la autonomía para Guadalupe –que por lógica debería extenderse a Martinica– la lanzó el ministro de Ultramar, Sébastien Lecornu, en un mensaje en vídeo. Según él, recogía la aspiración de muchos alcaldes y cargos locales con los que habló. Lo nuevo es que París está dispuesto a aceptarla. Eso supondría dejar el actual estatuto de departamento y pasar a otro régimen más autónomo como el que tiene, por ejemplo, la Polinesia francesa.

 

 

Macron necesita que se calme el frente de ultramar ante las elecciones al Elíseo del próximo abril

Varios líderes de derecha y de extrema derecha, entre ellos Marine Le Pen, acusaron al Gobierno de debilidad. “Para intentar comprar a los independentistas radicales, el Gobierno se dice dispuesto a abandonar Guadalupe”, tuiteó Le Pen. El aspirante presi-dencial conservador Xavier Ber-trand dijo que los habitantes de Guadalupe “no quieren menos Estado sino al contrario, esperan que el Estado esté a su lado y asuma sus responsabilidades”.

Junto a la oferta de autonomía, Lecornu hizo otras concesiones. Alargó hasta el 31 de diciembre el plazo para que se vacune el personal sanitario –1.400 personas– que aún no lo ha hecho y prometió un millar de empleos subvencionados para los jóvenes.

Las protestas por la vacunación y por las sanciones a quienes no se inmunicen se convirtieron en altavoz de otros resentimientos de unos franceses que se sienten ciudadanos de segunda. Guadalupe y Martinica –con unos 400.000 habitantes en cada archipiélago– han estado semiparalizadas por las huelgas y la violencia en la calle. Algunos manifestantes dispararon con armas de verdad contra la policía y la prensa.

La oposición a la vacuna nace, en parte, de recelos anticoloniales y de una fuerte desconfianza hacia la metrópoli en temas sanitarios. En las plantaciones bananeras de las Antillas francesas se usó durante muchos años un pesticida muy dañino, la clordecona, de efectos cancerígenos de larga duración. París mintió sobre las consecuencias del producto. Ahora, con la vacuna anticovid, no se fían.

 

Macron necesita que se calme el frente de ultramar porque le desgasta ante las elecciones de abril de 2022. El presidente afronta otro momento delicado el 12 de diciembre con el tercer referéndum de independencia en Nueva Caledonia, una consulta que los independentistas de este archipiélago en el Pacífico sur boicotean, alegando que la pandemia no permite realizar bien la campaña. Si vuelve a ganar el no a la independencia, los canacos considerarán ilegítimo el resultado y puede estallar un conflicto civil. Macron debe andar con cuidado de no sumar otro fiasco en el Pacífico sur, tras la frustrada venta de submarinos a Australia y la humillante exclusión de París del tratado defensivo Aukus entre Washington, Canberra y Londres.