*Mi tiempo era hace 25 años*, Emma Bonino

Un grupo de intelectuales italianas reclama que el próximo jefe de Estado sea una mujer 

Alessia Pierdomenico / Bloomberg L.P. Limited Partnership

File:BONINO PERTINI1.jpg - Wikimedia CommonsEl presidente de la Cámara de Diputados italiana, Roberto Fico, comunicará este martes la fecha de la primera convocatoria para elegir al próximo presidente de la República, el jefe de Estado que sustituirá al ya añorado Sergio Mattarella después de siete años. Y mientras las disputas dentro de los partidos italianos ya han empezado, un grupo de escritoras, cantantes, actrices y otras figuras del mundo de la cultura han hecho una reclamación a sus representantes: que por primera vez escojan a una mujer para el cargo más prestigioso del país.

Las quinielas dicen que quien tiene más opciones de acabar en el palacio del Quirinal es el actual primer ministro, Mario Draghi, una figura muy respetada por todas las formaciones políticas que ya pareció mostrar su disponibilidad justo antes de Navidad. El otro que sueña con cerrar su carrera con esta guinda es el magnate Silvio Berlusconi, que podría contar con el apoyo de los tres partidos de derechas y tal vez intentar convencer al siempre impredecible Matteo Renzi. Pero es tan divisivo –hoy mismo está convocada una manifestación contra su candidatura en la capital– que parece improbable que lo logre. Otros nombres en liza son los del expresidente de la Cámara de Diputados Pier Ferdinando Casini o el del ex primer ministro Giuliano Amato.

“No basta con que sea mujer. Imagínese que es propuesta la señora Giorgia Meloni”, avisa Emma Bonino

Ninguno de ellos gusta a las escritoras Dacia Maraini, Edith Bruck, Melania Mazzucco, Michela Murgia o Stefania Auci, a la actriz Sabina Guzzanti o a la cantante Fiorella Mannoia. Todas ellas, entre otras artistas e intelectuales, han firmado un llamamiento publicado el pasado domingo en los medios italianos para reivindicar que hay suficientes mujeres sobradamente preparadas para el máximo cargo institucional italiano como para que una de ellas acceda a él por primera vez. “No hay razones aceptables para aplazar una vez más esta decisión”, consideran, subrayando que toca dar “concreción” a las ideas de igualdad de género. “Queremos decirlo con claridad: ha llegado el momento de elegir a una mujer”, exponen.

No se trata de una propuesta nueva. Varias personas, incluyendo el ex primer ministro Giuseppe Conte, llevan semanas pujando por la idea de que en lugar de Draghi o Berlusconi la próxima inquilina del Quirinal sea una mujer. “Pienso que es un punto de vista conformista. No basta con que sea mujer, imagínese que es propuesta la señora Giorgia Meloni”, señala, hablando de la ultraderechista líder de Hermanos de Italia, la ex comisaria europea Emma Bonino, que según un sondeo sería una de las favoritas de los italianos para el papel. Ella lo rechaza: “En la vida, como en política, hay un tiempo para cada cosa. Mi tiempo era hace 25 años”, señala, recordando que se postuló públicamente a presidenta de la República en 1999.

El gesto entonces de Bonino fue una gran excepción en la elección política más importante en Italia. Es muy raro que alguien diga explícitamente que merece el puesto, que conlleva una gran capacidad de influencia en las recurrentes crisis políticas en el país. El secretismo que rodea esta votación, que los políticos negocian en los pasillos, hasta ahora ha penalizado a las candidatas. La que logró más votos fue, en 1992, Nilde Iotti, la primera mujer que presidió la Cámara de Diputados. “Hay muchas mujeres competentes y con gran sentido institucional en mi país. Pero los hombres tienen tendencia a vernos sin mirarnos”, lamenta Bonino.

Otra papable importante para el puesto es la ministra de Justicia, Marta Cartabia, que fue la primera mujer en presidir el Tribunal Constitucional italiano. Cartabia también suena para reemplazar a Draghi en el Ejecutivo en el caso de que dejara de ser primer ministro para mudarse al Quirinal. Además, en las apuestas se encuentran Elisabetta Casellati –presidenta del Senado–, la exministra Paola Severino o la exalcaldesa de Milán Letizia Moratti.

“Estaría bien que Italia tuviese una primera ministra o una presidenta de la República en un momento en que en Europa hay varias líderes en países nórdicos o en Estonia. Pero creo que en lugar de proponer a una mujer en abstracto se debería proponer a una persona en concreto, porque si no se corre el riesgo de instrumentalizar esta idea”, opina al teléfono la diputada del Partido Demócrata Lia Quartapelle. Y vaticina: “Cuando una lo consiga dejaremos de proponer a una mujer y se empezará a proponer un nombre propio”.