*El patriotismo verde: cómo la extrema derecha abraza la ecología*, Lluis de Nadal

Con unas predicciones climatológicas ahora indiscutibles, muchos de los partidos populistas de derechas europeos están abandonando sus posiciones de rechazo y negación en favor de una estrategia muy diferente. Se están apropiando de la amenaza del cambio climático y la están redefiniendo para adaptarla a su agenda política nacionalista.

Publicado en 24 febrero 2022 a las 11:10

El partido español de extrema derecha populista VOX* es un conocido negacionista del cambio climático. Es por ello que muchos analistas han interpretado su éxito electoral como una prueba más de que vivimos en la era de la "posverdad" y en la era en la que las emociones pesan más que los hechos objetivos. No cabe duda de que, durante la mayor parte de su corta historia, VOX ha diseminado información errónea sobre la gravedad de la amenaza del calentamiento global y ha minimizado los riesgos. La razón que dio uno de sus diputados, Francisco José Contreras, para oponerse a la primera Ley de cambio climático en España condensa la actitud despectiva del partido hacia el asunto. Durante una sesión plenaria en abril de 2021, Contreras afirmó que quizás el cambio climático no será para tanto porque "reducirá las muertes causadas por el frío".

No es de extrañar que aquellos con convicciones basadas en la ciencia se lo tomen con humor, dado el desprecio de VOX por el movimiento medioambiental. No obstante, también se corre el riesgo de desviar nuestra atención de los avances críticos de VOX en su agenda climática. Dichas reacciones, así como otros intentos similares para deslegitimar a VOX tachándolo de "posverdad", podrían hacer que nos perdamos los matices del complejo compromiso del partido con la climatología.

¿VOX como un caso de negación del cambio climático?

Cabe señalar que VOX casi nunca ha rechazado la ciencia climática per se, como el término posverdad podría dar a entender. Con frecuencia, la retórica antimedioambiente de VOX se dirigía a las denominadas "élites ambientales", a quienes acusa de movilizar el conocimiento científico para evitar la contestación política y legislar contra los intereses "del pueblo". También hay que tener en cuenta que la postura de VOX respecto al cambio climático ha experimentado, si no un cambio de rumbo, al menos un cambio de actitud. Tomemos como ejemplo el discurso del líder de VOX, Santiago Abascal, durante la moción de censura fallida contra el gobierno español en octubre de 2020.

Tras denunciar la hipocresía de las élites ambientales que moralizan sobre el cambio climático pero que acuden a las cumbres internacionales en aviones privados, describió la alternativa de VOX a la política climática "destructora de empleos" del gobierno. La agenda verde de VOX, a la que Abascal ha llamado contundentemente "la verdadera ecología", incluye dos propuestas clave: la creación de una "autarquía energética" nacional y la reindustrialización del país hacia una economía verde. Predijo que estas políticas crearían nada menos que un "milagro económico y ambiental", dando lugar a una "España verde, limpia y próspera, industrial y en harmonía con el medioambiente".

VOX ha redoblado los esfuerzos para consolidar su estrategia ambiental en colaboración con sus socios del Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) en el Parlamento Europeo. Elaborar una alternativa al programa del cambio climático de la UE fue uno de los temas principales de la conferencia celebrada en Madrid a principios de julio de 2021. Abascal expresó enérgicamente la importancia de esta tarea, refiriéndose a ella como "uno de los principales desafíos a los que se enfrentará el movimiento conservador europeo en las próximas décadas". En evidente contraste con la percepción de que los partidos populistas de derechas niegan la existencia del calentamiento global, llevó la conservación del "patrimonio natural" al centro de la solución "patriótica" al cambio climático.

El cambio de VOX de negacionismo a "conservadurismo" refleja los últimos progresos de la agenda ambiental de la derecha populista europea. Tal y como demuestra un estudio reciente del comité de expertos Adelphi, una cantidad cada vez mayor de partidos populistas apoyan un denominado patriotismo verde que, si bien critica las políticas de transición climática y energética, apoya fervientemente la "conservación ambiental". Uno de los principales promotores de este cambio es el partido francés Rassemblement National (RN), antes conocido como Front National. A mediados de la década de 2010, cuando la mayoría de sus homólogos europeos seguían negando el cambio climático antropogénico, el RN empezó a distanciarse de esa retórica antigua antiambiental y centró su discurso ideológico en la protección del medioambiente local y nacional.

El ascenso del "patriotismo verde": el caso del Rassemblement National

Desde sus inicios a principios de los 70, el RN ha sido el modelo a seguir de muchos partidos de derechas populistas que se crearon después. El RN también fue el primero en aumentar el número de electores de la derecha populista apelando a votantes de la clase trabajadora resentidos con la creciente marea de valores liberales cosmopolitas y que, especialmente tras la crisis económica de 2008, se sintieron abandonados por la izquierda tradicional y las medidas desreguladoras de austeridad que adoptaron. Durante la mayor parte de su historia, el RN casi no se ha interesado por el medioambiente.

Su fundador, Jean-Marie Le Pen, negó que el cambio climático estuviese causado por la actividad humana y es bien sabido que tildó las preocupaciones relacionadas con el clima de pasatiempos de "bobo" (burgués bohemio). Prácticamente no se puede encontrar ninguna propuesta política relacionada con el medioambiente en los programas del partido para las elecciones presidenciales de 1995, 2002 y 2007, por mencionar algunos comicios recientes. Sin embargo, conforme la cuestión del cambio climático se fue situando en un primer plano durante la última década, el RN decidió que no podía seguir ignorándola.


Una cantidad cada vez mayor de partidos populistas apoyan un denominado patriotismo verde que, si bien critica las políticas de transición climática y energética, apoya fervientemente la "conservación ambiental"


En 2014, la cabeza del RN, Marine Le Pen, lanzó la Nouvelle écologie ("Nueva Ecología"), un movimiento econacionalista destinado a hacer frente a las conversaciones internacionales sobre el clima y a ofrecer una respuesta "patriótica" y "realista" al cambio climático. Desde entonces, la líder ha pronunciado varios discursos en los que propone hacer de Europa "la primera civilización ecológica del mundo" y promueve una visión de la ecología basada en el nacionalismo, la identidad y en la idealización de la patria típica de la derecha.

Si bien la creación de la Nouvelle écologie constituye una ruptura tajante con el pasado negacionista del partido, también puede considerarse como una extensión natural de los objetivos nacionalistas tradicionales. No debemos ignorar que las principales preocupaciones favorables al medio ambiente, como consumir productos locales o desarrollar una relación más orgánica con el medioambiente, se adaptan estupendamente a la importancia histórica del RN de fortificar las fronteras y proteger la identidad francesa de los efectos homogeneizantes de la globalización.

El artífice de su ideología ambiental basada en la identidad es Hervé Juvin, un intelectual público que trabaja como representante del RN en el Parlamento Europeo y en la región francesa de Países del Loira. Al igual que Steve Bannon, antiguo jefe de estrategia de Trump, Juvin adopta una visión de conflicto de la civilización entre unas perspectivas nacionalistas y globalistas, entre la tradición y la modernidad. Se sitúa en contra de la supuesta uniformización de culturas e identidades provocada por la globalización neoliberal y defiende un "localismo" ecológico y basado en la identidad que implica limitar acuerdos comerciales, apoyar la industria local y reducir la inmigración.

Además de relacionar asuntos actuales sobre el cambio climático con temas históricos nacionalistas, la ideología identitaria de Juvin rememora las fórmulas biológicas clásicas de la extrema derecha europea. Por ejemplo, retrata a oponentes políticos como "parásitos" y recurre al mito de la nación como un espacio "puro" que debe protegerse de la invasión extranjera. Uno de los mayores logros de esta ideología es precisamente la habilidad para integrar temas nacionalistas, biológicos y climáticos en un marco aparentemente coherente. Diferentes preocupaciones, como la preservación de los ecosistemas naturales, la revitalización de la industria local y la protección de la identidad nacional coexisten e interactúan en la amalgama ideológica de Juvin.

De nuevo, identificar la nueva estrategia climática del RN con el fenómeno de la posverdad sería un grave error; porque lo que Juvin rechaza no es la climatología, sino el uso de la ciencia para apoyar una visión del mundo neoliberal que subordina los valores humanos al desarrollo tecnológico y que pone en peligro el particularismo tanto biológico como cultural. La versión del patriotismo verde de Juvin radica en el rechazo de los pilares filosóficos del modelo neoliberal a favor de una "ciencia basada en la ecología" que considera "la diversidad colectiva" como un "valor superior", al que deben someterse el resto de valores, desde el desarrollo hasta los derechos humanos, pasando por las libertades individuales.

Populismo medioambiental internacional y transnacional

En los últimos años, un tema de creciente preocupación ha sido la incorporación de la soberanía nacional a la política ambiental por parte de los partidos populistas de derecha europeos. El término "nacionalismo climático" se ha acuñado para describir el uso del cambio climático por estos partidos para apoyar sus agendas políticas. Mucho menos investigado, aunque igual de preocupante, es el aumento de la cooperación populista "internacional" en lo relativo al cambio climático.

La colaboración de VOX con sus socios europeos para elaborar un programa climático común ejemplifica este fenómeno emergente. Además de la conferencia en Madrid mencionada anteriormente, el grupo ECR ha organizado varios seminarios en los últimos años para buscar la manera de conciliar su compromiso histórico con el desarrollo económico y su nueva preocupación por proteger el medioambiente. Estos seminarios forman parte de los intentos del ERC para crear una alternativa de libre mercado a las políticas climáticas actuales de la UE, que el grupo condena porque ponen "unas trabas innecesarias y costosas a las empresas".

Históricamente, los partidos populistas de derechas han sido reacios a trabajar juntos, debido en parte a sus programas nacionalistas opuestos y al miedo a contaminarse por la asociación. En cambio, durante la última década han trabajado juntos para expandir y profundizar su cooperación en varios ámbitos. Su estrategia cooperativa se debe al hecho de que los ciudadanos, cada vez más, perciben algunos asuntos clave tradicionales para la derecha populista (por ejemplo, la inmigración o el terrorismo) como cuestiones que requieren una actuación a nivel internacional. La creciente importancia del cambio climático para la sociedad europea probablemente explique por qué el tema ha pasado rápidamente a un lugar destacado de su agenda común.

Otro fenómeno estrechamente relacionado que merece nuestra atención es el auge del populismo "transnacional". La diferencia entre el populismo internacional y el transnacional es sutil: el primero describe la cooperación entre partidos y movimientos organizados a nivel nacional, mientras que el segundo describe el intento de construir un "pueblo" que va más allá del Estado nacional. Un claro ejemplo de populismo transnacional es la afirmación de Hugo Chávez de actuar no solo en nombre del "pueblo" de Venezuela, sino también en nombre de América Latina en general. También se considera que los movimientos Occupy Wall Street e Indignados de 2011 entran dentro de esta categoría, pues construyen una identidad colectiva (el 99 por ciento) con el potencial de superar las fronteras nacionales.

El fenómeno de populismo transnacional también se puede observar en el contexto del Parlamento Europeo. Un estudio reciente sobre la cooperación populista a escala de la UE muestra que muchos partidos mezclan el populismo internacional y el transnacional presentándose a sí mismos como los salvadores no solo de su país, sino también de la propia Europa. El estudio expone que, a la consabida defensa de los "pueblos" nacionales contra los extranjeros y las élites corruptas, estos partidos han añadido la defensa de un "'pueblo' europeo contra las élites y los 'terceros peligrosos' a nivel continental".

El “tercero peligroso” más vilipendiado hasta ahora por la derecha populista europea son los musulmanes, quienes han sido retratados como la principal amenaza a la soberanía, la identidad y la seguridad de los europeos (cristianos). Sin embargo, cabe esperar que en los próximos años el calentamiento global se convierta, al igual que el islam, en una de las principales amenazas contra las que los europeos necesitan "protección". La retórica de Juvin basada en el conflicto de civilización y su intento de unir las preocupaciones ambientales con la defensa de los valores occidentales ya apunta a esta dirección.

Cambio climático: ¿la próxima guerra cultural?

Conforme un mayor número de europeos empieza a considerar el cambio climático como una amenaza urgente, es probable que el negacionismo antes característico de la derecha populista europea pase a un segundo plano. Si los casos examinados en este artículo nos han enseñado algo, es que los miembros de esta familia de partidos no van a resignarse a perder apoyos debido a que la realidad del cambio climático goce de cada vez más aceptación. Más bien, seguramente intentarán esconder su pasado de negacionistas climáticos y se transformarán en los "verdaderos" ecologistas.

*Obviamente, VOX no tiene ninguna relación con Voxeurop.

👉 Artículo original en OpenDemocracy