la libertad según Jorge Luís Borges

Revista de Instituciones, Ideas y Mercados Nº 62-63 | Mayo-Octubre 2015 | pp. 207-229 | ISSN 1852-5970 JORGE LUIS BORGES: CONVERSACIÓN CON EL PÚBLICO EN ESEADE Resumen: La siguiente es la transcripción de una conversación entre Jorge Luis Borges y el público presente, que tuvo lugar en el Auditorio de Eseade el 23 de septiembre de 1985.1 El evento fue organizado por el fundador y primer Rector de la institución, Alberto Benegas Lynch (h), y contó con la presencia de Adolfo Bioy Casares –amigo de Borges– y Ezequiel Gallo, entonces Director del Departamento de Investigación de Eseade.

Pregunta: ¿Cómo entiende Jorge Luis Borges el concepto de libertad?

Borges: Yo creo que el libre albedrío es una ilusión necesaria. En este momento me siento libre. Pero si usted me revela ahora que el momento en que yo dije “en este momento me siento libre” yo no podía decir otra cosa, yo acepto que no existe el libre albedrío. Pero necesitamos esa convicción de algo, quizás falso, para escribir. Es decir, tenemos que pensar que elegimos. Es decir, posiblemente seamos piezas, pero tenemos que pensar que somos los jugadores que mueven esas piezas. Y es raro que usted me hable de eso, porque, precisamente, ayer estaba escribiendo un prólogo a la obra The Will to Believe (La voluntad de creer) de William James, en que se trata ese tema del libre albedrío. Y estaba recordando también a Jonathan Edwards que escribió, siglo y medio antes, una defensa de la predestinación. Es decir, yo creo que si a nosotros nos dicen que desde el momento en que nacimos hasta ahora hemos sido meros títeres, hemos estado obligados a hacer lo que hacíamos, no por la voluntad de un Dios, sino, bueno, con la suma infinita del tiempo pasado, lo aceptamos. Pero si nos dicen que en este momento estamos trabados, nos revelamos, y basta con eso, basta con esa ilusión del libre albedrío. Y recuerdo una frase de William James, que dijo que él había vacilado mucho tiempo, él estaba muy enfermo, no sabía qué pensar y luego él tomó la decisión de creer en el libre albedrío y ese acto, dice, de creer en el libre albedrío, fue mi primer acto de libre albedrío. Y luego me convenció de que realmente existe el libre albedrío y convenció a muchos otros, desde luego. Y quizá la ética requiera que creamos en el libre albedrío, porque, bueno, si nos mueven no podemos ser culpables, no merecemos, desde luego, castigos ni recompensas. Pero yo vuelvo a eso, creo que el libre albedrío es una ilusión necesaria de cada instante, pero espontáneamente nosotros tomamos esa decisión, en cada momento, más allá de discusiones abstractas. Es decir, nosotros nos sentimos libres y quizá baste con ese sentimiento de libertad y algún día sabremos, o quizás nunca sepamos si hemos sido libres o no.