*Los que mandan y la libertad*, Agustí Colomines

Durante los años de la Transición el binarismo se traducía en la confrontación entre los partidarios de la ruptura pactada, posición defendida por la oposición, y la reforma pactada, que era la opción de los gerifaltes del régimen franquista. No era una división cualquiera. Ni era simbólica. Tenía un calado muy profundo. Y es que una cosa era querer romper con el pasado sin revanchas y otra muy distinta adoptar la máxima lampedusiana sobre el cambio para que los mandamases del régimen salvaran el pellejo y se mantuvieran en el poder. La Transición española consistió en una especie de trueque entre lo viejo y lo nuevo a partir de la asunción por parte del establishment franquista que si no cambiaban algo, sin el maquillaje constitucional, quizás se acabarían encontrando que todo cambiaría de la peor manera. Y es así como los franquistas decidieron compartir el gobierno con la oposición, singularmente con los socialistas, reservándose el poder del estado. Compartirían el BOE, pero no el poder real. Un planteamiento así propicia corromper la libertad y la corrupción económica, que es la que se cuela con los contratos de servicios.

2-IV-22, elnacional.cat