En 2013, el expresidente francés François Hollande desplegó a sus tropas para contener el avance yihadista en Mali, que amenazaba con convertir al país en un Estado fallido. La conocida Operación Serval evitó ‘in extremis’ que Bamako cayera en manos insurgentes y desestabilizara el resto del Sahel, frontera sur de Europa. Hoy, casi una década después, la situación no es mucho mejor. Con los grupos terroristas a las puertas de Bamako y esparcidos por la región, Francia ha dejado de tener presencia en Mali en detrimento de actores como el grupo Wagner, vinculado al Kremlin, tras la consolidación en el poder de la junta militar encabezada por Assimi Goita. Occidente ha perdido un enclave determinante para controlar la amenaza yihadista

La reorganización de fuerzas anunciada hace un año por el inquilino del Elíseo, Emmanuel Macron, las críticas al estamento militar maliense formuladas desde París y la explotación por parte del Consejo Nacional de Transición (CNT) del creciente sentimiento antifrancés, surgido por la falta de resultados visibles tras nueve años de presencia militar, terminaron por descoser las relaciones bilaterales entre Francia y Mali, y desembocaron en la expulsión del embajador francés en Bamako, Joël Meyer. Mientras el coronel Goita y la cúpula militar mantengan el poder, se antoja improbable que las autoridades galas y occidentales en su conjunto vuelvan. 

De la mano del diplomático francés también se marchó de Mali, por exigencia de las autoridades de Bamako, el último reducto de la Operación Barkhane, sucesora de Serval, y las operaciones militares anexas. Mientras estos se retiran, los mercenarios rusos de Wagner aterrizan. “Las nuevas autoridades, bajo la adrenalina de un populismo y un panafricanismo implacables y casi ciegos, cometieron el error de ahuyentar vergonzosamente al socio histórico, Francia, que domina mejor el terreno y dispone de medios suficientes para luchar contra el terrorismo, para fomentar un acuerdo con caucásicos acostumbrados al frío, que no dominan nada en el Sahel, y que son bárbaros y poco disciplinados a la hora de enfrentarse al terrorismo que ya hace estragos en el país”, señala a Atalayar el consultor maliense Oumalha Haïdara.