garantía británica de la democracia irlandesa

Se dice que en el Ulster no hay ateos de verdad. Hay ateos católicos y ateos protestantes. La religión, a punto de cumplirse un cuarto de siglo de los acuerdos del Viernes Santo, sigue impregnándolo todo, es una marca, un sello, un pasaporte, un lunar invisible en la frente de cada persona que determina en qué barrio nace y crece, a qué colegio va, con quién se relaciona, dónde trabaja y qué deportes practica.

Sólo un diez por ciento del electorado no se define como verde (católico y nacionalista) o naranja (protestante y unionista). Son los votantes del Partido de la Alianza, ajeno a las tradicionales clasificaciones tribales y el de crecimiento más rápido en la provincia. Sus seguidores, la mayoría profesionales y jóvenes, están hartos de las líneas divisorias basadas en la religión y el deseo de formar parte del Reino Unido o la República de Irlanda, y sus principales preocupaciones son la economía, el cambio climático, la justicia social.

Es un grupo cada vez más grande, pero todavía una clara minoría (en las últimas elecciones autonómicas quedó tercero detrás del Sinn Fein y los unionistas del DUP con un 13.5% de los votos, el mejor resultado de su historia). Viven en barrios gentrificados de clase media donde no hay Union Jacks ni banderas tricolores, sin murales rindiendo homenaje a los paramilitares lealistas o a los héroes republicanos. En barrios normales .

El mayor obstáculo es que sólo un 22% de los irlandeses quiere pagar más impuestos para absorber al Ulster

La Lower Newtonards Road, este de Belfast, no es uno de ellos. Es un reducto protestante, de protestantes de comunión y misa seguidores del reverendo Paisley y de protestantes ateos , preocupados por el último censo, que confirma lo que se veía venir: los católicos son mayoría en la provincia.

Cuando los rebeldes encabezados por Michael Collins pusieron fin hace un siglo y un año al dominio imperial británico y negociaron la autonomía de Irlanda (primer paso hacia la independencia), el precio a pagar fueron los seis condados del Ulster, dentro de una nueva entidad política donde los protestantes constituían un mayoría de dos a uno, controlaban la policía, el gobierno y todas las instituciones, se quedaban los trabajos buenos y podían discriminar contra los católicos, la semilla del terrorismo del IRA y los cuatro mil muertos de los troubles .

Pero se ha dado la vuelta a la tortilla, y el gobierno británico tiene el compromiso de convocar un referéndum sobre la reunificación de la isla en el momento en que parezca probable que una mayoría esté a favor. Y ese día, se encuentra más cerca. “Me temo que así sea, los malditos católicos se reproducen como conejos y Londres nos ha dejado tirados. Pero escuche una cosa -dice Robert McCormack, un ex paramilitar de la Fuerza de Voluntarios del Ulster-. No nos vamos a dejar dominar por terroristas ni papistas. Haremos lo que haya que hacer”.

Derecho a ser británico, irlandés o las dos cosas

El dato más relevante del último censo en el Ulster no es que los católicos sean mayoría (un 45.7% por un 43.5% de protestantes). Es que más de un tercio de los 1.9 millones de habitantes tiene ya pasaporte de la República de Irlanda, y que ahora hay más gente que demanda la nacionalidad irlandesa que la británica. Sammy Wilson, dirigente del Partido Democrático Unionista (DUP), ha recomendado a los protestantes que lo pidan, por las ventajas que tiene pertenecer a la UE. El peculiar estatus político del Ulster permite a sus ciudadanos ser británicos, irlandeses o disfrutar de la doble nacionalidad, a su gusto. Los resultados del censo señalan que un 32% declara su identidad como exclusivamente británica, un 29% como sólo irlandesa, y un 20% como sólo norirlandesa. Un 53% tiene pasaporte del Reino Unido y un 32% pasaporte de la República (un 10% más que hace una década). El segundo idioma más hablado es el polaco.

Amenazas al margen, los protestantes se preparan para un hipotético futuro con el Ulster reintegrado a la República, por poco que les apetezca. Y puestos en lo peor, exigen tener sus propios tribunales y policía en una especie de territorio autónomo. “Si hay reunificación no sé qué va a pasar, podríamos convertirnos en el equivalente británico de la región del Donbass”, opina McCormack.

Mientras tanto, en la 3Arena de Dublín, un recinto en el que actúan cantantes y grupos musicales como Mariah Carey, U2 y Britney Spears, entidades de la sociedad civil y grupos políticos liderados por el Sinn Fein han organizado un simposio para imaginar y preparar el terreno a una Irlanda unida “que acomode a todas las identidades y religiones”. El principal obstáculo no son los protestantes del Ulster, sino que sólo un 22% de los irlandeses está dispuesto a pagar más impuestos para financiar la reunificación.