tiembla el velo sobre Persia

Las protestas de este sábado en Irán estaban anunciadas desde días atrás, pero era imposible saber el alcance de la convocatoria. El país ha entrado en la cuarta semana de manifestaciones tras la muerte de la joven kurda iraní Mahsa Amini, de 22 años, el 16 de septiembre.

“Nadie sabe ni cuántos somos, no estamos coordinados. Son iniciativas que van tomando fuerza en las redes”, decía un joven de 28 años que salió esta mañana de casa rumbo a uno de los lugares en el centro de Teherán, donde generalmente se concentran grupos de jóvenes. Con el paso de los minutos­ fueron llegando personas, muchas mujeres, que caminaban por las aceras buscando la oportunidad de agruparse. No siempre con suerte.

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FILE - In this Sept. 19, 2022, photo taken by an individual not employed by the Associated Press and obtained by the AP outside Iran, a police motorcycle burns during a protest over the death of a young woman who had been detained for violating the country's conservative dress code, in downtown Tehran, Iran. Iran’s Foreign Ministry said Sunday, Sept. 25, 2022, that it summoned Britain's ambassador to protest what it described as a hostile atmosphere created by London-based Farsi language media outlets, amid violent unrest in Iran triggered by the death of the young woman in police custody. (AP Photo, File)

El despliegue de seguridad, como ya es costumbre, era inmenso. Pero quienes sí podían protestar con mayor margen eran los coches, que hacían sonar los cláxones. Un ritual que repitieron durante todo el día. En la mañana muchos conductores se encontraron con una valla modificada durante la noche en la que se leía “Ya no tenemos miedo, estamos peleando”. De esto saben bien las mujeres, ayer nuevamente muchas aprovechaban cualquier oportunidad para hacer ondear sus velos. Incluso en algunas de las más principales glorietas.

El comercio también se sumó por primera vez a las protestas. Los dos principales bazares de Teherán, uno en el norte y otro en el sur de la ciudad, estuvieron en huelga. Esto incluye el gran bazar de Teherán, históricamente considerado el centro económico del país, donde los llamados bazaries –por trabajadores del bazar– terminaron en enfrentamientos con las fuerzas como respuesta a la represión. Uno de los vídeos que se difundía al final de la tarde mostraba cómo ardía una de las estaciones de la policía del bazar. Lo que se vivía ayer en Teherán y el país –todo esto recogido por los vídeos que iban siendo subidos a la web a pesar de las dificultades con el acceso a internet– fueron imágenes marcadas por la violencia de las fuerzas de seguridad.

Las manifestaciones entran en la cuarta semana y ayer se cobraron la vida de dos personas

Así, en Teherán, epicentro del movimiento, una joven era golpeada por un agente de las fuerzas antidisturbios. En Mashad, la segunda ciudad del país y la capital religiosa por excelencia, una joven fue alcanzada por un disparo. Otro hombre recibió un balazo mientras conducía su coche en Zanandaj, la capital kurda de Irán. Testigos dicen que el hombre acompañaba las protestas con su claxon cuando recibió el impacto.

Algunas versiones hablan de al menos un muerto más en la ciudad donde se dieron las protestas más duras ayer. Según la agencia Ap, hubo dos manifestantes muertos. Ayer los ánimos estaban aun más caldeados pues la mayoría de la población no acepta el resultado de la investigación forense sobre el fallecimiento de la joven kurda Mahsa Amini. El dictamen, presentado el viernes, asegura que la joven murió como consecuencia de una “enfermedad subyacente” y no de un golpe, como han asegurado algunos familiares.

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La imagen de Masha Amini, en una manifestación el miércoles cerca de la puerta de Brandemburgo, en Berlín

Esta nueva jornada de protestas coincidió con la reunión del presidente Ebrahim Raisi con un grupo de estudiantes de la universidad de mujeres Al Zahra, en Teherán, para inaugurar el año académico. En el recinto de la ceremonia, atendido por estudiantes muy bien cubiertas –gran parte con el chador negro tradicional–, Raisi aprovechó para insinuar, nuevamente, que las protestas eran impulsadas por los enemigos de Irán, la línea oficial refrendada también por el Guía Supremo, Ali Jamenei, en sus recientes apariciones públicas.

A esa misma hora, decenas de estudiantes de la universidad protestaban en el campus contra el presidente iraní y le gritaban que se perdiera. “Raisi, piérdase”, clamaban las jóvenes que muchas veces levantaban el dedo medio o corazón en señal de rechazo al mandatario.

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La cita es anual. Cada 5 de octubre o 13 de Mehr, por el calendario persa, cientos de devotos caminan desde la plazoleta de Tajrish, en el norte de Teherán, hacia la mezquita de Chizar, uno de los centros religiosos más importantes de la ciudad. Conmemoran la muerte de Hasan al Askari, el décimo primer imán de los chiíes. Pero la convocatoria del miércoles pasado fue diferente. Los habitantes de Teherán habían recibido un mensaje en sus celulares, firmado por la policía, en la que les invitaban como amigos del líder.

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Con ello, la ceremonia religiosa pasaba a convertirse en una marcha en apoyo a la República Islámica; la tercera que programan desde que comenzaron las protestas el 16 de septiembre después de conocerse la muerte de la joven kurda Mahsa Amini. Fue así como la procesión en la que se cargaban Alams –una especie de pasos de hierro levantados por hombres–, pasó a ser un espacio donde los participantes, muchos de ellos mujeres, repetían los eslóganes
de apoyo al sistema y a su líder supremo. “Jamenei, Rahbar” –nombre que se le da al líder–, “Muerte
a América” o “Muerte a los infieles”, en referencia a los iraníes, especialmente jóvenes que llevan casi tres semanas protestando.

Sus arengas contrastaban con las cantadas en las últimas semanas en Irán, donde el cántico “mujer, vida y libertad” ha dado paso a otros más radicales: “¡muerte al dictador!”. En los últimos días las redes se han inundado de adolescentes cantando eslóganes contra la República Islámica. En al menos dos instituciones académicas grupos de mujeres estudiantes
–la mayoría con el velo caído– han expulsado a los representantes del Nizam, el sistema, que intentaban hacerlas entrar en razón.

Son las dos caras de Irán. La del miércoles, donde la gente expresaba sus opiniones en un ambiente de tranquilidad festiva. La otra, la de las protestas lideradas por los jóvenes, siempre rodeadas de un fuerte anillo de seguridad. La mayoría de veces, reprimidas y marcadas por enfrentamientos en los que los jóvenes responden –algunas veces con violencia– a los ataques con gases lacrimógenos y bolas de caucho.

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“Yo curé a un joven con una
herida de bala en la mano. Posi-blemente perderá sus cuatro dedos”, aseguraba una enfermera
en Teherán que no quiso dar su nombre. Las fuerzas de seguridad observaban la marcha y sonreían cuando algunos de los presentes les daban las gracias. “Viva Entesami –por el nombre de un sector
de la policía–”.

Muchas de las personas presentes en las marchas favorables al sistema han expresado en los últimos días el temor a que su vida puede correr peligro. “Lo que les recalcan en las televisiones religiosas es que las mujeres con chador están siendo atacadas. Les están creando miedo”, explicaba Marzié, una mujer de 29 años que proviene de una familia religiosa. Le preocupa mucho, dice, que en la medida que pasen los días se haga mayor la división entre quienes respaldan la República Islámica y el sector que respalda a las marchas, el cual también está rodeado de temores.

Temen los ataques a los que han sometidos a muchos jóvenes y que en ocasiones han tenido desenlaces fatales, como el de la joven Nika Shakarami. Sin contar con las detenciones, que aumentan día a día. Detienen a activistas, informáticos, artistas y cientos de personas que han apoyado las protestas. “Estoy aquí porque vengo a apoyar a la República Islámica y al líder supremo, no los dejaremos solos”, explicaba Nafize, de 50 años que iba acompañada de su madre y su hija de 18.

Las tres mujeres iban cubiertas con un estricto chador negro, como la mayoría de mujeres que hicieron el recorrido. Para Nafize las demandas de los jóvenes no son sinceras. Está convencida de que no actúan por su cuenta y que el velo es una excusa para derrocar a la República Islámica. Nafize opina que les incitan desde el extranjero a través de las emisiones vía satélite de televisiones en persa, que son las preferidas de un sector de la sociedad.

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El líder supremo, que esta semana se refirió a las protestas, acusó a los enemigos de Irán –EE.UU. e Israel– y a la diáspora de estar detrás de las protestas. “Ellos hacen lo que les dicen”, añadía esta mujer. Cuando le pregunté si no veía correcto que las mujeres pudieran tener la libertad de decidir sobre el velo, Nafize respondía con un argumento que se repite a menudo: “Cada país tiene sus reglas y la gente las debe respetar”.

Desde un muro aledaño a la marcha Sara, veterinaria de 33 años, observaba la marcha. “Quieren demostrar que todo va bien. Que cuando ellos están en la calle hay seguridad”. Pero añadía: “Nunca nos darán la oportunidad de hacer lo que ellos hacen en este momento. Siempre nos reprimen”, concluyó.