Aung San Suu Kyi, la Mandela asiática, arrasa en las elecciones (parciales) birmanas

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Birmania entró ayer en una nueva era. La histórica líder opositora y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, logró el escaño por el que luchaba para entrar en el Parlamento de Birmania y su movimiento, la Liga Nacional por la Democracia (LND) lideraba las votaciones en todos los distritos en los que se presentó. El movimiento opositor aguardaba este domingo los resultados oficiales para poder cantar victoria. Los observadores internacionales no identificaron ningún incidente grave.

A sus 66 años y tras quince de los últimos veinte bajo arresto domiciliario,la carismática líder de la LND ha conseguido un acta de diputada por primera vez en su carrera política. "Aung San Suu Kyi ha conseguido el 99% de los votos en la circunscripción de Kahwmu", declaró a los medios de comunicación Soe Win, uno de los dirigentes de la LND, quien añadió que la premio Nobel de la Paz había ganado en todos los colegios del distrito electoral por el que se presentaba.

El resultado obtenido por la Dama , como la llaman cariñosamente los birmanos después de que el general Than Shwe -el dirigente de la última junta militar prohibiera decir su nombre en el país, es el fiel reflejo del resultado de las elecciones parciales celebradas ayer en Birmania. Anoche todo apuntaba a que la histórica fuerza opositora de la Liga Nacional por la Democracia arrasaba en todas las circunscripciones en las que se presentaba. Estaban en juego 37 escaños de la cámara baja de un total de 440, seis del Senado y dos de las asambleas regionales.

"Estamos en cabeza en todos los distritos y podemos conseguir los 44 escaños en juego. Pero esperamos a conocer el anuncio oficial", señaló Soe Win a la prensa. Un anuncio que puede tardar, ya que la Comisión Electoral avanzó que los resultados oficiales se darán a conocer dentro de varios días. La euforia contenida de este representante de la LND era lógica.Los miembros del movimiento opositor no quieren revivir la experiencia que sufrieron en 1990. En aquella ocasión, la LND ganó holgadamente, pero el triunfo nunca le fue reconocido y su líder, Aung San Suu Kyi se pasó quince de los últimos veinte años bajo arresto domiciliario. Ahora, sin embargo, la situación es distinta.

La pugna electoral entre el oficialista Partido del Desarrollo y Solidaridad de la Unión y la LND de Suu Kyi, es más simbólica que real. Los 37 escaños de la cámara baja y los seis del Senado suponen menos del 7% del total de las dos cámaras, en las que el oficialista Partido del Desarrollo y Solidaridad de la Unión tiene mayoría absoluta. Y algunos observadores especulan incluso con la idea de que al Gobierno de Thein Sein le interesa una victoria del movimiento opositor de la premio Nobel de la Paz, para legitimar su proceso de transición democrática. Estas elecciones no alteran el mapa electoral birmano, pero constituyen el barómetro para medir la fuerza real que tiene Suu Kyi y su partido entre la población.

Si se confirman los datos provisionales, la LND no sólo tendrá voz y voto en la cámara baja, sino que además se convertirá en la segunda fuerza política del país, por detrás del Partido del Desarrollo y Solidaridad de la Unión que cuenta con el 75% de los escaños, lo que supone inaugurar una nueva era en Birmania. Sin embargo, el escenario que se abre a partir de ahora en el país del sudeste asiático puede marcar la tendencia de cara a las próximas elecciones legislativas libres que se celebren en Birmania. Todo dependerá del trabajo que puedan realizar Aung San Suu Kyi y sus diputados de la LND. Será un periodo de prueba para todos ellos, pero especialmente para la premio Nobel de la Paz, que por primera vez desempeñará una labor política en Birmania y podrá influir en la línea gubernamental de este país del sudeste asiático.

El resultado de estas elecciones parciales era, por otro lado, esperado. Una encuesta publicada por el grupo multimedia Mizzima News, la semana pasada, otorgaba a la LND el 60% de los votos, frente al 32% al Partido del Desarrollo y Solidaridad de la Unión y un 6% al también oficialista Partido de Unidad Nacional. Por otra parte, la jornada electoral se desarrolló sin incidentes graves, según los observadores internacionales. Aung San Suu Kyi había denunciado el pasado viernes que se habían producido irregularidades a lo largo de la campaña electoral y algunos miembros de la LND se quejaron también ayer de algunos altercados.

No obstante, tanto observadores europeos, como de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) restaron importancia dichos hechos. "Al parecer, las elecciones se han desarrollado sin problemas", declaró Surin Pitsuwan, secretario general de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean). "Los problemas que ha habido en las elecciones son muy pequeños en comparación con las amenazas, violencia y la propaganda oculta que tiene lugar en Filipinas", subrayó un diplomático filipino destacada en Birmania.

Y en parecidos términos se expresó Malgorzasta Wasilenka, observadora de la UE, quien juzgó la jornada electoral de "alentadora", si bien precisó que era muy pronto para sacar conclusiones acerca del conjunto del país y de la credibilidad real del proceso. También aplaudió el desarrollo electoral el observador de la ONU, Tomás Ojea Quintana, quien afirmó que "las elecciones del 2010 fueron una oportunidad perdida, que no debe repetirse, ahora que Birmania entra en una nueva era".

2-IV-12, lavanguardia

A lo largo de sus vidas no han tenido oportunidad de conocerse, pero comparten ideales y unas fechas muy concretas.

El 12 de junio de 1964, la justicia sudafricana condenó a cadena perpetua a Nelson Mandela. Una semana más tarde, Aung San Suu Kyi cumplía diecinueve años y preparaba sus maletas para dirigirse a Oxford, para estudiar Filosofía y Ciencias Políticas y Económicas.

Veintisiete años más tarde, en 1990, Mandela recobró la libertad y se propuso dirigir a su país por la senda de la reconciliación democrática. Aquel año, Suu Kyi ganaba ampliamente unas elecciones legislativas -cuyo resultado el gobierno militar no aceptó-, pero en lugar de gobernar fue privada de libertad.

Desde 1989 ha pasado, en periodos distintos, 15 años detenida o en arresto domiciliario.

Así, al igual que Nelson Mandela, Aung San Suu Kyi se ha convertido en un símbolo internacional de la resistencia heroica y pacífica de un país. En en el rostro de la opresión.

Y es que si Mandela fue en su momento la única esperanza para la población negra de Sudáfrica, Suu Kyi, a sus 66 años, representa para los habitantes de Birmania su mejor y quizás única esperanza de que algún día acabe la represión militar en su país.

Sin duda la mejor definición que nadie ha hecho de esta mujer menuda y aspecto frágil la hizo el entonces presidente del comité del premio Nobel de la Paz, Francis Sejested, cuando anunció la concesión del galardón a Suu Kyi por ser un "extraordinario ejemplo del poder de los que no tienen poder".

Su presencia despierta tanto respeto entre la población birmana como odio entre la junta militar.

En especial en su presidente, el general Than Shwe. No en balde es hija del general Aung San, el padre de la independencia birmana, asesinado el 19 de julio de 1947 por unos radicales, cuando ella tenía dos años y el país se encontraba en plena transición hacia su independencia.

A los quince años partió hacia India con su madre, Daw Khin Kyi, que había sido nombrada embajadora de Birmania en aquel país. De allí se fue a Oxford, donde cursó estudios de Filosofía y Ciencias Políticas y Económicas y allí conoció a su futuro marido, Michael Aris, con quien tuvo dos hijos, Alexander y Kim.

Después de trabajar en la secretaría de las Naciones Unidas y ser profesora en India, Aung San Suu Kyi decidió regresar a su país en 1988 para atender a su madre, gravemente enferma, a pesar de las amenazas del gobierno militar, liderado por el dictador Ne Win.

A su vuelta se encontró con una Birmania muy distinta de la que había abandonado casi treinta años atrás.

El país se encontraba en plena agitación política. En agosto del aquel año estalló la revuelta, conocida como Levantamiento 8888. Miles de estudiantes, trabajadores y monjes salieron a la calle para exigir reformas democráticas. El régimen respondió con un sangriento golpe militar.

"Como hija de mi padre, yo no podía permanecer indiferente a todo lo que estaba pasando", dijo en un discurso en Rangún el 26 de agosto de 1988, y organizó un movimiento en favor de los derechos humanos y la democracia.

En julio de 1989 fue puesta bajo arresto domiciliario en Rangún. Un año más tarde, su partido, la Liga Nacional por la Democracia (LND), obtuvo el 82% de los escaños en las elecciones de mayo de 1990.

El fracaso en las urnas de los partidos de los militares les impulsó a ignorar la voluntad popular, anular los resultados y confirmar la condena de San Suu Kyi, a quien le fue negado el contacto con su marido, el profesor británico Michael Aris, y sus dos hijos.

Reconocida como prisionera de conciencia por Amnistía Internacional, su sueño de que el drama birmano no cayera en el olvido fue recompensado en 1991 con el premio Nobel de la Paz, gracias al cual dio a conocer su combate al mundo entero rechazando el exilio propuesto a cambio de su silencio.

En 1995, la presión internacional forzó su liberación. Pero la Junta Militar la volvió a someter a arresto domiciliario en 1996 al constatar la creciente multitud que esperaba sus mensajes de esperanza los fines de semana.

Uno de los capítulos más duros de esta privación de libertad fue cuando su esposo, Michael, murió de cáncer en 1999, en Londres, esperando un visado que el gobierno birmano nunca le concedió para que pudiera despedirse de su esposa.

Desde entonces, la junta militar ha intentado minar su voluntad, liberándola un tiempo y arrestándola poco después. Su objetivo es mantenerla aislada y esperar a que su salud se vaya debilitando. Pero San Suu Kyi parece incombustible a pesar de su aparente fragilidad.

Aunque hasta su puesta en libertad permaneció incomunicada, nada más salir de su arresto domiciliario, en noviembre del 2010, se puso al día en materia de redes sociales para poder comunicarse con los jóvenes.

Y, al igual que Mandela en su día en Sudáfrica, en apenas un año Aung San Suu Kyi ha recuperado todo el protagonismo en la vida política de Birmania que un grupo de militares le intentó usurpar por la fuerza silenciando su voz y escondiendo su persona, primero en cárceles y luego en su propia casa. A partir de ahora su voz y su figura estarán en el Parlamento. La Dama inaugura una nueva era en Birmania.

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