"Rasca, rasca y Rasquera", Màrius Serra
La frase "incluso en las situaciones económicas más complicadas hay que optar por la legalidad" la pronunció el jefe de la oposición municipal de Rasquera, Bernat Farnós, para criticar la ya famosa propuesta de plantación de cannabis que abandera el alcalde Bernat Pellisa. Como siempre que se habla de algo prohibido, la expectación es enorme. De entrada, la iniciativa rasquerana tiene la virtud de reabrir el debate sobre la legalización de la marihuana, que presenta aspectos médicos y sociales. De hecho, la frontera que separa las drogas legales de las ilegales no es hipocrática sino hipócrita. Las adicciones son nocivas, aunque tienen grados diversos de devastación, pero el uso que los adultos damos al tabaco, al juego o al alcohol (por citar sólo tres que son legales) no se aleja demasiado del que podemos darle al cannabis. La mayoría de mentes bienpensantes que se alarman ante la presunta ilegalidad de la plantación de Rasquera para el autoconsumo no ven problema alguno en el establecimiento de un gran casino privado en Viladecans, aunque sea preciso hacerle un traje legal a medida. Será interesante compararlo con la interpretación de la legalidad que las instancias competentes harán sobre Rasquera. La cosa va de rendijas. O bien optamos por la rendija reguladora que sostienen los cannábicos o bien optamos por dejar las rendijas a las mafias (y mafietas) de la droga, para quienes "optar por la legalidad" es un chiste tan malo que da risa aunque no vayas fumado.
5-III-12, Màrius Serra, lavanguardia