(Francia:) "La bomba de relojería", Xavier Sala i Martín

Cuando la economía española crecía gracias a la burbuja inmobiliaria, dos presidentes de Gobierno (Aznar y Zapatero) se pasearon por el mundo dando lecciones de gestión macroeconómica. Lo recordáis? Eran los tiempos de la Championlí. Últimamente, pero, no sólo España ya no puede dar lecciones de nada sino que es utilizada como ejemplo del desastre que hay que evitar: todos los candidatos a las elecciones francesas lo han hecho!

Sin querer defender la tarea de los líderes españoles (entre otros cosas porque es indefendible), me gustaría explicar a los señores candidatos franceses que quién gane presidirá un país completamente arruinado. Quieren datos? Empezamos: Francia tiene casi el doble de funcionarios per cápita que Alemania (90 por cada 1.000 habitantes en comparación con 50 en Alemania) y un Estado de bienestar insostenible. El gasto público sobrepasa el 56% del PIB, mucho por encima de la media de la OCDE (43%), España (41%), Alemania y la Gran Bretaña (50%) o incluso Suecia (53%).

La deuda pública se sitúa por encima del 90% del PIB y sube rápidamente debido a un déficit público del 5,2%. Algunas empresas de ràting ya le han quitado su estimada triple A. Despacio, Francia está dejando de estar en el centro del euro para situarse en la periferia. Todo esto en un entorno en que las empresas más productivas ya están huyendo del país (y el ritmo de desaparición se acelerará si el socialista Hollande gana e implementa su populista propuesta de IRPF del ¡75%!) y hace años que la competitividad del país cae en picado: durante la última década, los costes laborales unitarios han subido un 21% en Francia mientras que sólo han subido un 5% en Alemania. Según el índice Doing Business elaborado por el Banco Mundial, Francia ocupa la posición 29 del mundo junto al malparado Portugal, y la posición 79 en cuanto a la protección de los inversores o la 149 en dificultad de comprar y vender bienes inmobiliarios, fábricas, naves industriales... Según el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial de Davos, Francia ocupa el lugar 113 de un total de 144 países en cuanto a eficiencia del mercado laboral.

Además, la sociedad francesa no está dando a sus jóvenes herramientas para salir del pozo. Del sistema universitario que maravilló el mundo hace medio siglo, queda muy poca cosa: según el ranking ARWU, no hay ninguna universidad francesa entre las 35 mejores del mundo y sólo 3 entre las 100 mejores (los Estados Unidos tienen 8 de las 10 mejores y 54 de las top 100 y la Gran Bretaña tiene 2 de las 10 mejores y 11 entre las top 100). Francia, pues, también ha perdido el liderazgo intelectual. Además, el sistema de integración de inmigrantes ha sido un solemne fracaso que ha generado unas banlieues llenas de marginados sin futuro que de vez en cuando explotan en oleadas de violencia de calle de difícil contención. Son estos los jóvenes que tirarán Francia adelante?

Pero los problemas de Francia no se acaban aquí, porque sus ciudadanos piden más protección contra la competencia exterior y subvenciones públicas para no tener que trabajar y competir. Todos hemos visto el líder de los labradores convertido en el Astèrix del siglo XXI, José Bové, quemando McDonald’s, bloqueando carreteras y autopistas, incendiando camiones que transportaban tomates españoles o arrancando campos de maíz transgénico. Y ya no hablamos de las asociaciones de padres que hacen huelga contra los deberes “porque generan desigualdades” puesto que unos niños tienen padres que los ayudan a hacer los deberes y otros no. Aún así, el problema no es que los ciudadanos más sonados de un país hagan unas demandas extravagantes a través de la violencia, la extorsión y el chantaje. El problema es que en Francia lo consiguen!

Y es que las autoridades francesas nunca dudan a la hora de declarar “sector estratégico” protegido cualquier que sea ineficiente e incapaz de competir a nivel internacional. El problema es que esta protección es perjudicial. Pensáis qué pasaría si, para conseguir que los franceses ganaran Roland Garros, se prohibiera la participación de extranjeros como Federer, Djokovic o Nadal. Sí! Esto haría que un francés ganara un trofeo francés..., pero no hay duda que la calidad del tenis de este país caería en picado hasta el punto que no podrían competir en el resto de campeonatos de la ATP. Además, los consumidores dejarían de comprar entradas para ver un Roland Garros devaluado y de segunda categoría. Todo esto tan obvio también pasa con el resto de la economía: la falta de competencia hace perder competitividad y perjudica el consumidor con productos más caros y de menor calidad.

Se mire como se mire, pues, Francia es un país cada vez menos atractivo para los inversores internacionales y no es extraño que las exportaciones francesas se hayan estancado en un momento en que las alemanas logran máximos históricos. Francia tiene un problema económico serio y el próximo presidente, sea quién sea, tendrá que poner fin a esta orgía malbaratadora e insostenible con unas reformas como las que emprendieron alemanes y suecos hace diez años. Y cuando lo haga, Francia caerá en una recesión profunda como la que sufre España, una recesión que puede acabar arrastrando el resto de Europa hacia un rescate que no puede pagar.

Sarkozy es un hombre bajito que se pone zapatos de talón para parecer más alto. Estos zapatos de talón simbolizan la Francia actual: un país con unos aires de grandeza que no consiguen ocultar un país decadente, arruinado y convertido en una verdadera bomba de relojería.

17-IV-12, Xavier Sala y Martín, lavanguardia