"Pleonasmo sanitario", Pilar Rahola

La verdad es que el término copago, referido a la idea de que algunos servicios de la sanidad pública sean copagados entre la administración y los ciudadanos, es un monumento a esa figura retórica llamada pleonasmo. Decir "copago sanitario" es como decir "correr con las propias piernas", no en vano los ciudadanos llevan toda la vida copagando la sanidad. De hecho, para ser menos sarcásticos, los ciudadanos pagamos íntegramente la sanidad pública gracias al voraz sistema impositivo que sufrimos. De manera que decir copago después de pagarlo todo, más que figura retórica debe ser una ecuación matemática. No sé, la raíz cuadrada de algo, porque la cosa queda así de colorista: los ciudadanos pagan la sanidad pública, y después se copagan con sí mismos, para volver a pagarla. Y si miramos con lupa el piramidal sistema tributario español, cuanto más debajo de la pirámide de recursos más se paga proporcionalmente, o sea que más copagados estamos con nosotros mismos. Digo todo esto porque me revienta el aparato semántico -ergo simbólico, que diría Roland Barthes- que se inventa el poder público para hacer creer al personal que la Administración es un ente separado de la común ciudadanía. ¿Por qué no nos tratan con madurez, y ponen sobre la mesa que el dinero común para pagar la sanidad no llega, y que hay que reabrir el monedero, aunque esté lleno de telarañas? Quizás si el debate se tratara con madurez, parecería algo más justo.

No estoy en contra del copago, a pesar de mi aversión gramatical al término. Creo que la única manera de salvar una de las patas fundamentales del Estado de bienestar (conquista social que hace un siglo era impensable) es con grandes dosis de realismo. La sanidad pública hace aguas, y necesita con urgencia un salvavidas eficaz. Si es necesario volver a pagar por algunos servicios y racionalizarlos, que se haga. Pero tengo la impresión de que se empieza la casa por el tejado, que se dispara al bulto buscando dinero desesperadamente, y que lo más fácil es pagar por medicamentos. Bien, paguemos. Pero antes, ¿tienen un plan integral de racionalización de la sanidad pública? ¿Qué piensan hacer para frenar el gran agujero negro, que no está precisamente en los medicamentos, sino en los servicios?

¿Permitirán que desgraven las mutuas privadas para desviar personal de la pública? ¿Se parará racionalmente la sangría del abuso extranjero de nuestra sanidad? Y así sumando. Porque la cuestión no está en buscar dinero de manera atolondrada allí donde es más fácil, sino saber exactamente hacia dónde quieren llevar la sanidad. ¿Tienen proyecto integral de salvación? ¿Tienen modelo propio? ¿O todo esto no es más que una carrera de improvisaciones para intentar marear la perdiz mientras llueve a cántaros? No sé, pero todo es muy previsible, muy fácil, muy obvio, y por ello mismo creo que bastante inútil.

20-IV-12, Pilar Rahola, lavanguardia