el desperdicio alimentario en el Parlamento Europeo

El Parlamento Europeo comenzó ayer a mover la pesada maquinaria comunitaria para mejorar la eficacia de la cadena alimentaria, “desde el campo hasta la mesa del consumidor”, y reducir a la mitad la cantidad de comida que se desperdicia en Europa.

Medidas tan sencillas como mejorar el etiquetado de los alimentos para aclarar hasta qué fecha real pueden consumirse de forma segura, rebajar los que estén a punto de caducar, ajustar más los formatos a las necesidades del consumidor, fomentar los mercados locales o impulsar los programas de ayuda a los más necesitados pueden aliviar en parte la situación, señala el informe
aprobado por la Eurocámara.

Los diputados han puesto de plazo el 2025 para reducir a la mitad la cantidad de comida que se despilfarra, que va en aumento sin remedio desde los años 70. Pero cambiar las tendencias actuales no será fácil.

Los sistemas de producción, almacenamiento y venta son tan ineficaces que, para satisfacer las necesidades del continente, deben producir el doble de lo que realmente se consume: la otra mitad, 89 millones de toneladas de alimentos, acaba en la basura. El problema, recalca el informe, tiene dimensiones éticas, económicas y medioambientales.

La mayor concienciación ciudadana (mediante campañas en escuelas, empresas y comedores) podría tener un impacto importante: se calcula que los particulares son responsables del 42% del total de alimentos que se desperdician. Pero la Eurocámara insiste en que “los agentes de la cadena alimentaria” son los primeros implicados: la industria aporta un 39% de los residuos, mientras restaurantes y supermercados son responsables de un 14% y un 5% del total respectivamente.

El primer paso, propone el Parlamento, es analizar a fondo el funcionamiento de la cadena alimentaria para detectar qué sectores desperdician más alimentos y buscar soluciones. Una medida coercitiva que plantea es penalizar el despilfarro, es decir, hacer pagar a la industria por cada kilo de comida que tire y que haya que tratar como desecho.

La pelota está ahora en el tejado de la Comisión Europea y los gobiernos para que den pasos legislativos concretos para cambiar la situación. Si no actúan, las tendencias actuales se mantendrán y en el 2020 Europa desperdiciará un 40% más de comida.

Pero no sólo los países ricos son responsables del despilfarro mundial de alimentos. También los países pobres los desperdician, pero no en la distribución o el consumo, sino en las fases de producción, transporte y almacenamiento. Se debe sobre todo a la falta de medios técnicos, por lo que el problema, pide la Eurocámara, debería tenerse en cuenta en las políticas de desarrollo.

20-I-12, B. Navarro, lavanguardia