"Tufo pornográfico", Pilar Rahola
Entre los que quieren dinamitar toda la banca y los que no admiten ninguna crítica al sistema bancario existe un amplio territorio donde plantar el sentido común. Los bancos son un pilar del libre mercado y su inestabilidad es un grave problema en el frágil equilibrio de la economía. Un problema que recae en los millares de ciudadanos que guardan, piden y compran cualquiera de las opciones que el sistema permite. Es por tanto natural que los estados pongan todas las herramientas para intentar reflotar la caída libre de las entidades bancarias, lo cual no significa que actúen como los monos sabios del santuario de Toshogu, que ni ven, ni hablan, ni oyen. Es decir, es inaceptable que nunca haya responsabilidades cuando se acumulan malas prácticas, y que encima los directivos se jubilen con indemnizaciones millonarias. Entre el dime de hacer algo y el direte de permitirlo todo, hay un largo trecho.
Hablemos de Bankia, cuya explosión cósmica ha aterrorizado a los más lúcidos. En este caso las preguntas son tan explosivas como el propio hundimiento, porque hieren en el centro de nuestra conciencia social. Las planteo a bocajarro. ¿Es extraño que uno de los bancos más politizados del panorama, con exhibición de pelea de barro política, haya acabado así? ¿O no recordamos la batalla campal entre Esperanza Aguirre y Ruiz-Gallardón, por el dominio de la entidad? Claro que por estos lares tenemos el escándalo de Caixa Catalunya y la pésima gestión, con indemnización millonaria incluida, de un tal Narcís Serra.
Pero nada ha sido comparable a la guerra brutal en la vieja Caja Madrid, lo cual obliga a una segunda pregunta. ¿Si son cajas tan politizadas, la responsabilidad de sus agujeros negros no es también una responsabilidad política? Y continuamos. ¿Cómo se puede permitir que en pleno 2011, cuando Bankia ya estaba agujereada por todos los flancos y ya había recibido más de 4.000 millones del Estado, su presidente Rato cobrara 2,3 millones de euros? ¿Se le premiaba el agujero? ¿Y no existe ninguna responsabilidad de cualquier género, cuando un presidente esconde los números y sobrevalora la entidad en más de 3.000 millones? No olvidemos que hace nada estaba por Barcelona diciendo que Bankia estaba estupenda, es decir, mintiendo soberanamente en un tema sensible. Y por preguntar, después de llegar a la situación tan arrastrada, con más de 37.000 millones expuestos al lío monumental del ladrillo, y con más de 10.000 millones tóxicos, ¿es normal que se le indemnice con más de un millón de euros? Lo peor no es que ahora meteremos el dinero público que no tenemos en salvar el estropicio. Lo peor es que nadie responderá a las preguntas, nadie recordará la patita política por ahí en medio, y nadie le dirá a Rato que es indecente la pasta gansa que ha ganado haciendo agujeros. Y luego nos extrañará que se indignen las plazas...
11-V-12, Pilar Rahola, lavanguardia