"Bankia, la familia y uno más", Màrius Carol

Un exministro del PP con una vida personal azarosa colocó hace años a su exmujer en el consejo de una filial de Caja Madrid, casi al mismo tiempo que colocaba a su amiga de secretaria en una empresa del hermano de otro dirigente del partido. Se cuenta que este, en un primer momento, se negó: "No me puedes pedir eso: soy un hombre del Opus Dei". La respuesta fue igual de diáfana: "Sí que te lo puedo pedir, soy un ministro del Gobierno". Durante muchos años, un sector de la clase política ha creído que la cosa pública era poco menos que su cortijo, donde podía hacer y deshacer a su antojo. Hubo a quien se le escuchó que había entrado en política para forrarse, sin que fuera expulsado a los infiernos del desprecio y del olvido. Es verdad que la indignación de los ciudadanos ha crecido exponencialmente ante los abusos perpetrados por determinados dirigentes de conciencia laxa y escrúpulos escasos, y que cada vez la gente está menos dispuesta a permanecer indiferente ante el despotismo. En cualquier caso, resulta muy injusto meter a todos los políticos en el mismo saco y hay que rechazar las demagogias descalificadoras de algunos populistas, pero se debería exigir más rigor para separar lo público de lo privado, si no queremos que el deterioro de la imagen de los gobernantes ponga en un callejón de difícil salida a nuestra democracia.

Esta semana hemos sabido que Bankia pasará a ser nacionalizada con miles de millones de los ciudadanos por una mala gestión de los rectores de Caja Madrid y de Bancaja. Cuando uno analiza quiénes son los consejeros de la entidad, no sólo descubre una larga lista de antiguos cargos políticos del PP de quienes se ignora sus conocimientos del sistema financiero (hay un exministro, expresidente de la Asamblea de Madrid, un exsecretario general de Ocupación, un exconsejero de Sanidad, un exalcalde de Majadahonda o una exteniente de alcalde de Madrid), sino que también figura otra larga lista de ciudadanos emparentados con dirigentes del mismo partido. Entre ellos un primo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, un cuñado de su vicepresidente, la esposa del exsecretario general del PP de Madrid, la mujer del consejero de Asuntos Sociales e incluso un cuñado del exministro Rato, hasta el lunes presidente de Bankia.

Sería injusto cebarse en Bankia al comentar la interferencia de los políticos en los órganos de dirección de las cajas, pues otras muchas entidades bajo el control de las comunidades han pasado a ser oficinas de colocación de políticos amortizados y de familiares por amortizar. El clientelismo no sólo ha hecho daño a la política, sino al sistema financiero, en el que tenía más peso el amiguismo que el profesionalismo.

13-V-12, Màrius Carol, lavanguardia