> "Unión Europea: en defensa de una federación “lite”", Emma Bonino & Marco de Andreis <

Como parte del proyecto de ECFR “Reivention of Europe”, Emma Bonino y Marco de Andreis defienden que una versión “lite” (anglicismo que se refiere a incompleto o “light”) de federación europea puede ofrecer una solución viable y práctica a la crisis del euro. 

La gran contracción de la economía mundial que comenzó en 2008 y la crisis financiera en Europa han vuelto a centrar el debate sobre la naturaleza de la unión política de Europa. Una propuesta de solución a la crisis es aumentar el nivel de integración europea orientándola hacia una suerte de federalismo. Pero, ¿cómo podrían ser unos Estados Unidos de Europa en términos de gobierno y recursos presupuestarios? ¿Sería un superestado federal, que tanto alarma a los euroescépticos? Una posible respuesta es una forma limitada de federalismo que concentra pocos recursos en relativamente pocas áreas: una federación “lite”.

La crisis económica mundial no podía dejar de tener un enorme impacto en el proceso de integración europea por la sencilla razón de que este proceso se centró en la economía desde sus inicios.

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Sin duda, la principal amenaza para el euro es el simple hecho de que la zona del euro (y la UE), a falta de unidad política, no puede ser tomada como un todo. Una moneda única necesita el respaldo no sólo de un banco central y un mercado único en el que el trabajo y el capital se muevan libremente, sino también de un Tesoro que tenga la facultad de redistribuir los recursos a través de impuestos y gastos con el fin de evitar que se creen excesivos desequilibrios internos.

El grueso de la deuda pública de EE UU es la deuda federal creíblemente garantizada por el gobierno federal. Toda la deuda de la zona del euro es deuda pública, garantizada solo por los gobiernos nacionales: no hay gobierno federal, y es evidente que la deuda griega no está garantizada por Alemania, a pesar de todos los esfuerzos ad hoc realizados hasta la fecha . Esto es lo que ha dado lugar a una corriente de opinión que aboga por la unión política europea.

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Se requieren cambios radicales. Actualmente, la UE no tiene ninguna potestad tributaria, y su presupuesto es casi exclusivamente el que le otorgan las transferencias de los Estados Miembros. Sus gastos ascienden a únicamente en torno al 1% del PIB de la UE, y no sirven a casi ninguna función gubernamental (sobre todo subsidios, la mitad de ellos agrícolas).

Cualquier movimiento hacia una mayor integración europea, por lo tanto, tendría que implicar un replanteamiento del presupuesto de la UE: la forma en que se recaudan los impuestos, cuánto se elevan y en qué se gastan. Algunas teorías económicas, sobre todo el federalismo fiscal, proporciona buenos argumentos para centralizar ciertas categorías de gasto: la seguridad y defensa, diplomacia y política exterior (incluyendo la ayuda al desarrollo y la ayuda humanitaria), el control de las fronteras, los proyectos de infraestructura, el I+D+I y la redistribución social y regional.

De esta larga lista, la defensa y la política exterior -que tienen que ver con la supervivencia y la identidad-  son en última instancia los grandes tabúes de la soberanía estatal. Precisamente por esta razón es que, sin embargo, no puede haber ninguna verdadera unión política europea que carezca de ello. Es casi axiomático: si se invoca a la unión política con el fin de salvar el euro y, posiblemente, la UE, entonces uno debe estar dispuesto a transferir estas funciones de gobierno a un nivel federal superior. Por el contrario, si uno cree que la política exterior y de defensa deben mantenerse a nivel nacional, la unión política es simplemente inalcanzable y por lo tanto inútil como un remedio para los males del euro.

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Tomen la defensa. Como muestra la experiencia de la OTAN tras la Guerra Fría, los esfuerzos para coordinar ‘establishment’ de defensas independientes siempre han llevado a resultados decepcionantes. Nick Witney, el exdirector de la Agencia Europea de Defensa e investigador de ECFR, ha escrito la crítica más informada e interesante sobre la política de defensa y la seguridad actual de Europa:

“Casi dos décadas después del fin de la Guerra Fría la mayoría de los ejércitos europeos aún siguen orientados a una guerra sin cuartel en la frontera interna de Alemania en lugar de mantener la paz en el Chad o el apoyo a la seguridad y el desarrollo en Afganistán [...] Esta ausencia de modernización hace que gran parte de los 200 millones de € que Europa gasta en defensa cada año simplemente se pierda [...] La UE, los Estados miembros e incluso Francia y Gran Bretaña han perdido y nunca va a recuperar la capacidad de financiar todas las nuevas capacidades necesarias por sí mismos “.

Si este es el diagnóstico, y si tras varios años de mejora de la coordinación y la cooperación entre diferentes organizaciones nacionales de defensa han fracasado, ¿no sería la creación de un ejército de la UE es el paso más lógico a seguir?

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La diplomacia, que suele ser relativamente barata en los presupuestos de los Estados miembros, sin embargo, costaría mucho menos si centralizara a nivel europeo. Miles de embajadas de los estados miembros de todo el mundo y cientos de embajadas dentro de la UE se convertirían en redundantes.

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Todas estas competencias costarían alrededor del 5% del PIB de Europa, desglosado de la siguiente manera:

% Del PIB de la UE

  • Defensa: 1,0
  • Diplomacia (incluyendo Desarrollo y Ayuda Humanitaria): 1.0
  • Investigación y Desarrollo: 1.0
  • La redistribución social y regional: 0,7
  • Control de Fronteras: 0,5
  • Las redes transeuropeas (RTE): 0.5
  • Administración: 0,3

Total: 5,0

Por el lado de los ingresos que hay varias opciones para financiar un presupuesto de esta magnitud. Sin embargo, que se cobren impuestos de manera directa a los ciudadanos europeos reforzaría la legitimidad democrática y la rendición de cuentas; a la vez que se acabaría con las transferencias de los Estados miembros que actualmente cubren el 87% del presupuesto total de la UE. Esto podría implicar la creación de un impuesto sobre Sociedades, que grave a nivel federal (estos impuestos representaron el 10% del total de ingresos de impuestos de 2008 en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), y/o un único valor del IVA sobre las importaciones. Cubrir el anteriormente sugerido 5% del PIB a través de sólo estos dos impuestos dejaría el resto completamente en manos de los Estados miembros, cuyo gasto público supone actualmente el 50% del PIB, diez veces más que lo que aquí proponemos.

Entonces, al menos en términos de recursos, ¿quién es el superestado?

En 1977, el informe de la Comisión Europea sobre el papel de las finanzas públicas en la integración europea elaborado por un grupo de estudio presidido por Donald MacDougall (en ese momento el principal asesor económico de la Confederación de la Industria Británica) concluyó: “Es posible concebir , probablemente en alguna fecha distante, una federación en Europa en el que el gasto público federal sea de alrededor del 20-25% del PIB, como en EE UU y la República Federal de Alemania. En una etapa más temprana sería una federación con un gasto mucho menor, del orden de 5-7% del PIB, y en torno al 7,5 -10% si la defensa fuera incluida. Una característica esencial de una federación sería que la oferta de servicios sociales y de bienestar se mantuviera a nivel nacional”.

Este informe y la idea de una “federación lite” presentada en este trabajo sugieren que la UE no se enfrenta a una elección binaria simple entre un “superestado federal enorme” y la desintegración. La actual crisis financiera subraya la necesidad de una mayor integración, teniendo en cuenta que la Unión se tiene que reinventar en respuesta a los problemas a los que se ha visto expuesta por una soberanía compartida incompleta. Una “federación lite” implicaría un enfoque pragmático para lograr una mayor integración.

* Esta traducción es un fragmento del original publicado en ecfr.eu: “Making the case for a ‘federation lite’”. Lea el original (en inglés) aquí