"España de las maravillas", Pilar Rahola

No hay nada más simpático que el patriotismo español que inunda los micrófonos castizos. A diferencia de las identidades periféricas, que arraigan en la maldad de los pueblos disgregadores, el nacionalismo español es un dechado de virtudes. Unidad, orgullo patrio, y etcétera son algunos de los epítetos que riegan el jardín patriótico español, tan hermoso, que hasta Pemán resurgirá de sus cenizas. Sin embargo, y a pesar de la barroca floritura de dicha retórica, llama la atención que esos mismos patriotas no se preocupen de la buena salud de su maravillosa patria. España es un desastre en muchos aspectos, y la inexistencia de una conciencia crítica que la defienda tanto como la discuta, forma parte del desastre mayor...

Hay una España que no se aguanta por ningún lado. Es la España del colegueo, la servil con los fácticos, la del dinero fácil, la del fraude, la de los políticos amigos de sus amigos, la que no tiene la palabra "dimisión" en su diccionario. Es la España de mente pequeña y boca grande.

Permítanme un pequeño listado, cogido al azar de las noticias. Por ejemplo, ¿qué país serio construiría autovías que no van a ninguna parte -quizás excepto a los bolsillos de constructores amigos- y sin pagar las indemnizaciones a los propietarios? ¿Qué país al borde de la quiebra se permitiría competir con China en tener la mejor red de AVES del mundo, y continuar haciendo más, mientras no planifica infraestructuras urgentes para su economía? Y podemos continuar con los clubs de fútbol, a los que se les permite deudas millonarias con Hacienda, mientras embargan la casa de alguien por cien euros. De dopajes, sobornos y otras lindezas del deporte, que nadie combate. De la Iglesia, la principal propietaria de inmuebles de España, pero que no paga IBI. De los Julio Iglesias buscados por la justicia, que se plantan a cantar delante del juzgado y el juez no sabe cómo enviar la citación. O también hablar de cajas que fueron el agujero negro de políticos con aires de grandeza y ahora los ciudadanos deben pagar su delirio. O del magnífico fraude fiscal que decora el país, o de las grandes fortunas que se van de rositas, o de las amnistías fiscales o... Y todo esto no ocurre en todas partes, sino que es genuinamente español, lo cual debería llevar a los más inteligentes a repensar el país. Porque los problemas de España nacen de España, por mucha maniobra de distracción que perpetren sus patriotas.

23-V-12, Pilar Rahola, lavanguardia