"La calidad democrática", Màrius Carol

La democracia no siempre ha sido vista con buenos ojos por los ciudadanos. En realidad, este fenómeno de autoorganización social nacido en la antigua Grecia duró muy poco y desde su quiebra en Atenas no volvió a interesar hasta el siglo XVII tras la revolución puritana en Inglaterra y, posteriormente, con las revoluciones americana y francesa. Salvador Pániker acaba de publicar Asimetrías. Apuntes para sobrevivir en la era de la incertidumbre (Debate), en el que dedica un capítulo a reflexionar sobre la democracia, recordando que Aristóteles la consideraba una degeneración de la república. De hecho, no volvió a recuperar fuerza como modelo organizativo hasta dos mil años más tarde, cuando fue criticada por Nietzsche, que escribía que era el dominio de los hombres inferiores y un signo de la decadencia del Estado, sin alcanzar a entender la grandeza de la democracia liberal, fundada en el disenso y la diversidad.

Pániker dice algo que no siempre tenemos presente como ciudadanos y mucho menos entienden los políticos elegidos, como depositarios de la soberanía popular: la democracia consiste precisamente en la permanente lucha por la democracia. En este sentido, la democracia alcanza su verdadero sentido a medida que se va perfeccionando en paralelo al desarrollo de la sociedad. El autor destaca que nunca como ahora han existido tantos regímenes democráticos, pero no es menos cierto que el desencanto por la democracia está más vivo que nunca. Dice el autor: "El ciudadano común dispone de escasas oportunidades para participar de verdad en las decisiones públicas. La deliberación política ha sido substituida por demagógicas campañas. Los parlamentos son meros escenarios para unas mediocres y tediosas representaciones teatrales".

La crisis económica que padece Europa, donde existen democracias consolidadas, algunas con larga tradición, está haciendo aflorar contradicciones. ¿Cómo en Italia un burócrata señalado a dedo por Bruselas ha sustituido a un presidente elegido por sufragio universal? ¿Cómo en España un Gobierno hace lo contrario que dijo que haría en la campaña electoral? ¿Cómo es posible que el rumbo de Europa no lo marque el Parlamento Europeo sino la canciller alemana? Es urgente mejorar la calidad de la democracia. Como apunta Pániker, no es sólo una forma de gobierno, sino también una forma de vida. La democracia debe regenerarse, ha de ser más participativa, más directa, más transparente. ¿Por qué las listas electorales no son abiertas? ¿Por qué no se crean los distritos electorales con un diputado asignado? ¿Por qué la ley de la Transparencia no abarca todas las instituciones del Estado? Y más explicativa. ¿Por qué caray no se celebra el pleno del estado de la nación? E incluso menos onerosa. ¿De verdad alguien cree que hacen falta 77.000 cargos directos en España?

25-VI-12, Màrius Carol, lavanguardia