Just Love: sor Margaret Farley y la LCWR frente a la sexofobia vaticana
Sor Margaret Farley ha roto el tabú del placer prohibido. Que una monja y teóloga católica acepte la masturbación femenina como algo natural y hasta beneficioso ha soliviantado a los guardianes de la ortodoxia. La Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) dio a conocer el pasado día 4 un comunicado implacable, en seis idiomas, de condena al libro sobre moral sexual publicado por Farley en el 2006, Just love. A framework for Christian sexual ethics.
El duro rapapolvo a sor Farley, de 77 años, miembro de las Hermanas de la Misericordia de las Américas y profesora emérita en la Universidad de Yale, se inscribe en la guerra abierta entre el Vaticano y las monjas estadounidenses. La Santa Sede considera que las religiosas, a través de la asociación de madres superioras que las agrupa, la Leadership Conference of Women Religious (LCWR), mantienen posiciones incompatibles con la doctrina católica oficial en asuntos como la homosexualidad, el aborto, la eutanasia y el acceso al sacerdocio. En abril pasado quedaron bajo especial vigilancia del arzobispo de Seattle, Peter Sartain. Este martes, varias dirigentes de la LCWR han sido llamadas a capítulo en Roma. Se entrevistarán con el prefecto de la CDF, el cardenal William Levada. El veterano vaticanista Marco Tosatti ha llegado a hablar de peligro de cisma.
La notificación del Vaticano contra sor Farley –aprobada expresamente por el Papa– entraba en mucho detalle. Irritó sobremanera que la monja teóloga afirme que la masturbación femenina “generalmente no implica ningún problema moral en absoluto”. Más aún, sor Farley constata que “muchas mujeres han hallado mucho bien en darse placer a sí mismas”, al descubrir las propias posibilidades, “algo que muchas no habían experimentado o incluso sabido en sus relaciones sexuales normales con maridos o amantes”. La monja concluye que, “de este modo, puede decirse que la masturbación, en realidad, es más una ayuda que un impedimento para las relaciones”.
Según la CDF, sor Farley vulnera la doctrina de la Iglesia, que siempre ha sostenido, “sin ninguna duda, que la masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado”. “El uso deliberado de la facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales contradice su finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine –insiste la congregación–. Así, el goce sexual es buscado aquí al margen de la relación sexual requerida por el orden moral; aquella relación que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y procreación humana en elcontexto de un amor verdadero”.
El documento vaticano ataca también a sor Farley por aceptar los actos homosexuales, las bodas gais y el divorcio, y advierte por ello que el libro “no puede ser usado como expresión válida del magisterio católico” en ningún tipo de labor docente, asesoramiento o diálogo ecuménico.
11-VI-12, E. Val, lavanguardia